domingo, 16 de diciembre de 2007

EL ABUSO EN EL USO DE LOS CARROS SERÁ APOCALIPTICO PARA LA HUMANIDAD

El número de vehículos que ruedan diariamente en el mundo alcanza 945 millones de unidades. El 90% de estos automotores utilizan combustibles fósiles y sólo un 10% se aprovisionan de etanol u otra fuente de energía.

En lo corrido del tercer milenio han ingresado al mercado mundial 110 millones de vehículos que se mueven esencialmente con gasolina, lo que indica que los esfuerzos realizados globalmente para combatir el origen de la contaminación atmosférica han fracasado. Ha podido más el gran poder de las industrias automotriz y petrolera, que los intereses de la humanidad por reducir el número de partículas de dióxido de carbono[2], cuyo impacto sobre el medio ambiente es altamente destructor, dado que es el gas de efecto invernadero con más rápido crecimiento en los últimos tres lustros[3].

Esta cruda realidad llevó al Panel Intergubernamental del Cambio Climático reunido recientemente en Bangkok (Tailandia) a proponerle a los gobiernos que tomen medidas para disminuir drásticamente el número de automotores movidos con combustibles fósiles, como una fórmula inicial de choque para contrarrestar el incremento del calentamiento global, cuyos impactos sobre la vida de las personas, las relaciones sociales y la economía mundial son devastadores.

Esta recomendación del PICC tendrá que superar distintos escenarios para poder ejecutarse. El primero, es librar un fuerte pulso con la poderosísima industria automotriz, con el fin de que ella produzca vehículos más económicos, livianos y pequeños, que sean híbridos que permitan el uso alternativo de energías limpias y que sus motores puedan ser movidos por gas, electricidad, hidrogeno, átomos o iones y no necesariamente seguir insistiendo en los agrocombustibles (sobre lo cual nos ocuparemos en otro artículo). El segundo, será enfrentar al Club del Petróleo, que durante años ha impedido la comercialización de nuevas energías, para poder mantener su prevalencia en un mercado cada vez más creciente. El tercero tendrá relación con medidas restrictivas muy drásticas frente a la circulación de vehículos con motor a gasolina. El cuarto, será el incentivo al transporte público masivo para garantizar el desplazamiento de millones de personas que hoy hacen uso de sus automotores particulares. El quinto, se referirá a la imposición de mayores gravámenes a los carros y motocicletas de uso particular, así como a la gasolina y los aceites fósiles. El sexto, estará dirigido a la construcción de ciclovias para incentivar el uso de medios de transporte no contaminantes como patines y bicicletas. El séptimo, buscará permitir carriles, calzadas o carreteras exclusivas para quienes tienen vehículos movidos por energías no contaminantes.

Las decisiones relacionadas con las restricciones al uso de los automotores con serán fáciles, debido a las inmensas presiones políticas que tendrán que soportar los gobiernos. Dicho de manera más gráfica: es más fácil dictar una ley que controle el uso del rifle en Estados Unidos que obligar al uso moderado de los vehículos movidos por gasolina. Y esto tiene una explicación obvia: en USA hay 789 vehículos por para 1.000 personas. En Italia son 669, en Australia 643, en Francia 596, en Alemania 589, en Canadá 585, en Japón 582 y en el Reino Unido 564.
Pero llegará el momento en que las restricciones ocurrirán, porque las penurias por las que pasará la humanidad por efectos del calentamiento del planeta serán de tal crueldad que los dueños de los vehículos tendrán que aceptar cualquier medida que se tome en contra de su “comodidad”.

Muy pocos se atreverían a contrariar una medida de No al Uso del Carro, después de que intensas olas de calor en el centro de Europa le cuesten la vida a miles de personas. O que en las provincias de la India, otros miles mueran ahogados por el desbordamiento de los ríos. O que centenares fallezcan de hambre en China por la destrucción de los cultivos ante la falta de agua para irrigar. O que la biodiversidad esté a punto de extinguirse en las selvas amazónicas por causa de los incendios. O que varios millones de seres humanos queden sin acceso al agua por la desaparición de las cuencas principales. O que varias ciudades se destruyan ante el paso implacable de los huracanes. Todos estos desastres ya han ocurrido, pero todavía no han sido tan devastadores. El futuro se muestra apocalíptico.

Aquí la disyuntiva es: apegarse a una cabrilla y morir por exceso de calor o frio. O usar el transporte público y darle una nueva oportunidad de vida al planeta.
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PD. ¿Qué actitud va a tomar el nuevo Alcalde de Bogotá en torno al uso de los vehículos particulares, una vez estén ejerciendo el poder?



[2] La concentración promedio actual en la atmósfera es de 365 partes por millón. Hace un siglo era de 88 partes por millón.
[3] Estudio publicado en internet por "Proceedings of the National Academy of Sciences".

viernes, 7 de diciembre de 2007

CUÁNTAS ENSEÑANZAS DE DIGNIDAD NOS DA INGRID

El horror del secuestro está pintado en el rostro de Ingrid Betancur. De ella se dijo durante años por parte de las señoras de la sociedad que estaba viviendo feliz en la selva. Muchos señores de rancio abolengo afirmaron que a ella la había atacado el “síndrome de Estocolmo”. Unos más perversos se atrevieron a decir que ella convivía con uno de los comandantes de las FARC. Mientras el morbo colombiano merodeaba alrededor de esta triste experiencia de Ingrid, los franceses se movilizaban por las calles, protestaban contra el secuestro, pedían acuerdo humanitario y exigían respuestas del gobierno colombiano. Los franceses nunca callaron y siempre reclamaron.

Leyendo la desgarradora carta de Ingrid a su madre, suscita una profunda reflexión el comportamiento del pueblo colombiano frente a la desgracia de sus compatriotas secuestrados. Contrasta la lucidez conceptual y el espíritu reflexivo de Ingrid, con la actitud pusilánime de la mayoría de los colombianos, que toman con resignación, e incluso aceptación, que un reducido grupo de maleantes acorrale al país y siembre el terror. Son contadas las ocasiones en que algunas personas se han lanzado a las calles a protestar contra el secuestro. Sin embargo, son más las horas que la gente dedicó a criticar la marcha del profesor Moncayo y su hija para buscar un acuerdo humanitario y fueron mayoritarias las voces que alentaron al presidente Uribe cuando destrozó en la Plaza de Bolívar a un sufrido padre que buscaba la liberación de su hijo.

Los colombianos se sorprenden al ver cómo millones de españoles salen a la calle a condenar las acciones terroristas de ETA y se admiran de observar en una misma marcha a los del PSOE y el PP. Pero esa sorpresa y esa admiración no alcanzan a incentivar su espíritu de solidaridad. La gente sigue pensando que el problema del secuestro atañe únicamente a los familiares y por eso no sale de manera permanente a exigirle a las FARC su liberación, como tampoco se atreven a exigirle al gobierno actuaciones sinceras para lograr un acuerdo humanitario.

Cuánto nos falta a los colombianos para ser una sociedad realmente libre, compasiva, solidaridad y comprometida. Cuán lejos estamos de las verdaderas democracias, donde la razón de ser es la libertad y no los mezquinos intereses políticos de los líderes.

Ingrid nos da enseñanzas de valor y de libertad a pesar de estar pudriéndose en la selva. Varios de los secuestrados asumen una posición altiva con su silencio y retan con su actitud a sus captores. Mientras tanto, aquí en libertad, los colombianos nos aculillamos ante un puñado de delincuentes y ante la fiebre guerrerista de una derecha rabiosa e insensata.

domingo, 4 de noviembre de 2007

LOS QUIMICOS DE LA MUERTE

A principios de la década de los años sesenta, la investigadora Rachel Carson[2] advirtió sobre los graves efectos del uso indiscriminado del DDT[3] para la salud y la vida de las personas. También se refirió a otras sustancias químicas altamente tóxicas que se estaban utilizando en la agricultura y que penetraban peligrosamente en la cadena alimenticia, con resultados nefastos para el hombre y los animales. Cuatro décadas después, muchas de esas sustancias se siguen aplicando sin mayor control en los países subdesarrollados, mientras que en Europa y Estados Unidos desaparecieron del comercio.

Una de las naciones más afectadas por la utilización de químicos es Colombia, donde se libra una guerra contra el narcotráfico y la base del combate son las aspersiones aéreas con productos prohibidos en gran parte del mundo. Se usa para las aspersiones un producto comercial del glifosato llamado Roundup, que tiene en su composición un elemento que facilita su penetración en la planta llamado polioxietilenoamina (POEA), con una toxicidad aguda tres veces superior a la del glifosato puro, que produce daños grastrointestinales, afecta el sistema nervioso central, crea problemas respiratorios y destruye los glóbulos rojos. La mezcla utilizada para las aspersiones está compuesta en un 45% de glifosato, 1% de Cosmo Flux, 0,33% de Cosm IN y 54% de agua[4].

Así mismo, se están haciendo fumigaciones con Fusarium, que es un hongo fitopatógeno que vive en zonas templadas y tropicales y que al introducirlo en un ecosistema tan complejo como el colombiano podría atacar a cultivos para el consumo de la población, poniendo en peligro la biodiversidad (Galeano[5]). El Fusarium, adicionalmente, es una mictoxina que se empezó a desarrollar como agente para la guerra química, debido a que las trichothecenas aisladas tienen la capacidad de matar a una persona con una dosis de 4 a 5 miligramos.

Este es un ejemplo de la inconsistencia entre los discursos político-ambientalistas de los gobiernos de los países desarrollados y las actividades de su industria, que se hace visible en el comercio de los clorofluorocarbonados (CFC) y halones, que según el Protocolo de Montreal (1998) suscrito por 30 naciones pretendía controlarlos para evitar daños atmosféricos y en la capa de ozono. Sin embargo, a principios del siglo XXI, «los países en desarrollo seguían siendo mercados importantes para estas sustancias químicas que dañan la capa de ozono, pero que no se venden en otras partes del mundo» (Gilpin). Los CFC se usan en refrigeradores, embalajes de polietileno, industrias electrónica y de propulsores de aerosoles. En 1996 el gobierno estadounidense, entre otros, prohibió la producción de clorofluorocarbonados.

El discurso ambientalista que los países ricos emiten a través de la Organización Mundial del Ambiente (GEP por sus siglas en inglés), instancia creada por las Naciones Unidas para otorgar ayuda financiera en forma de concesiones a los países en desarrollo, tiene como propósito proteger la capa de ozono, preservar los recursos acuáticos, resguardar la diversidad biológica y reducir la emisión de gases causantes del efecto invernadero. Sin embargo, ninguna de estas buenas intenciones ha sido exitosa porque esos países siguen enviando sus productos contaminantes e instalando sus industrias peligrosas en las naciones en desarrollo que poco interés le prestan a la protección de sus recursos.

Lo invito a visitar mi blog en http://www.humbertotobon.blogspot.com/ para que opine sobre este y otros artículos de interés
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[2] Rachel Louise Carson bióloga norteamericana, autora de Primavera Silenciosa y una de las más importantes promotoras de la conciencia social ambiental. 1907 - 1964
[3] Dicloro-difenil-tricloroetano es un compuesto básico para los insecticidas. Es incoloro y cristalino. Es muy soluble en las grasas y en disolventes orgánicos y prácticamente insoluble en agua.
[4] Tobón, Humberto. Las fumigaciones en Colombia. Ecoportal, 2004
[5] Galeano, Eduardo. Informe sobre Hongos Patógenos. Boletín de Acción Ecológica «Alerta Verde»

viernes, 2 de noviembre de 2007

GAVIRIA: EL ENTERRADOR DEL LIBERALISMO

La más grande equivocación histórica del liberalismo fue haberle entregado nuevamente la Dirección Nacional a César Gaviria Trujillo, quien con una meticulosa precisión fue derrumbando a sus contradictores, generando divisiones internas, conduciendo al Partido hacia la derecha, auspiciando vetos políticos, regresando a la vieja práctica de la “dedocracia”, desconociendo los estatutos, acercándose a los partidos uribistas, desvaneciendo la oposición y tramitando sigilosamente su aspiración de reelección presidencial en 2010.

Lo poco que había avanzado en democracia interna y en modernización ideológica el liberalismo, fue aplastado por la pragmática actitud de Gaviria de alejarse del debate ideológico, donde evidentemente siempre ha salido perdedor, para ingresar en la ruta de las componendas y las negociaciones.

La situación ha llegado a un punto tan crítico, que las organizaciones internas dispuestas estatutariamente para el estudio, el análisis y la investigación política, prácticamente desaparecieron. En tanto, los dirigentes que mantienen una posición crítica al interior de la colectividad y enarbolan una visión alternativa de desarrollo, fueron silenciados.

Los resultados de la gestión de Gaviria no pueden ser más lamentables. Fue contundente la caída en la representación parlamentaria, al punto de que el liberalismo, que siempre fue mayoría en el Congreso, ahora hace parte de las minorías. Mucho más desastroso es su balance en las elecciones Presidenciales, donde el número de votos fue el más bajo de los últimos treinta años y ampliamente superado por el Polo Democrático. Y ahora, perdió gran parte de su poder regional.

Gaviria se dedicó con un empeño y una meticulosidad digna de mejores causas, a evitar que líderes liberales tramitaran dentro del Partido sus aspiraciones electorales y decidió, en la más burda estrategia, recoger gentes de otros partidos para que representaran a la colectividad. El hecho de renunciar en Bogotá, por ejemplo, a tener un candidato propio, y plegarse a Peñalosa, fue una equivocación apenas comparable con la del Partido Conservador, que se resignó a no volver a presentar aspirantes suyos a la Presidencia de Colombia.

Si lo que persigue Gaviria es ir allanando el camino para convertirse en opción presidencial en 2010, está cometiendo una equivocación garrafal de cálculo, porque si existe un político desacreditado en Colombia, es precisamente él, quien en las encuestas aparece con niveles de rechazo que triplican su imagen positiva. Y la razón es muy sencilla: durante su gobierno le propinó un golpe de gracia a la economía nacional y adoptó unos postulados económicos que empobrecieron a la mayoría de los sectores y aumentaron despiadadamente la pobrería y la miseria en el país.

Todo esto conllevará, necesariamente, a que haya un replanteamiento en el corto plazo en la Dirección del Partido, antes que lo único que quede para recoger sea el envejecido aviso de la sede de la Caracas.

sábado, 13 de octubre de 2007

POBREZA Y MEDIO AMBIENTE

Uno de los grandes debates ambientales gira en torno al nivel de responsabilidad de la pobreza en la devastación de los recursos naturales y en la contaminación del entorno. La tesis más generalizada es que la pobrería busca en los bosques la madera para levantar sus viviendas, tener fuego y ganar terreno para la siembra de alimentos. Este tipo de comportamientos acelera los procesos erosivos e incrementa los niveles de riesgo por deslizamientos de tierra e inundaciones. Sus excretas y los residuos sólidos y líquidos que se originan en su vida cotidiana van a parar especialmente a las fuentes superficiales de agua, que son utilizadas para su propia ingesta, con lo cual se crea un círculo de contaminación y enfermedad que desmejora la calidad de vida de las personas y obliga a múltiples inversiones públicas en saneamiento básico y atención hospitalaria.
A esto se agrega que el sector productivo de los países subdesarrollados contribuye a que el círculo de la pobreza no tenga fin, pues se niega a invertir en tecnologías limpias y prefieren seguir enviando sus desechos a los ríos, al aire y a los botaderos de residuos a cielo abierto, que son precisamente los espacios que lindan con las comunidades más pobres y marginadas. El impacto ambiental de las acciones industriales iguala, e incluso supera la dimensión del problema que ocasionan las comunidades pobres, y los efectos más próximos se observan en la tierra arrasada por el uso de técnicas contaminantes; disminución de especies de flora; eliminación de bosques para propósitos agrícolas y pecuarios; desaparición de fuentes de agua y déficit en el inventario de biodiversidad. Esta contaminación de origen industrial, no es exclusiva de los países pobres, también se observa en las naciones ricas, y sus impactos, incluso, son mucho más drásticos, por ejemplo, con el uso excesivo de gases de efecto invernadero.
De este análisis de entorno surge una pregunta muy precisa «¿Cómo se puede pedir menos pobreza sin pedir a la vez menos población?»[2] Y la respuesta es que el crecimiento poblacional por sí mismo no es el causante de la pobreza, pues para que esta se consolide deben entrar en juego otras circunstancias como la desigualdad en la distribución de los recursos, la obsolescencia tecnológica, la falta de políticas productivas, la poca inversión en investigación, el desempleo estructural, la mínima atención frente a la ocurrencia de enfermedades mortales y el mal uso de los recursos naturales. Muchos países altamente poblados combaten las variables que conducen a la pobreza y se erigen como naciones desarrolladas, tal es el caso de China, que en las últimas dos décadas disminuyó en 42 puntos porcentuales el número de pobres[3].
Claro que cuando un país es pobre y mantiene un acelerado nivel de crecimiento demográfico, sin aumentos significativos de su riqueza, es muy probable que se reproduzca la pobreza con todas sus secuelas. Mientras que un país rico con modelos de contención poblacional incrementará el nivel de vida de sus habitantes y presionará una mejor distribución de la riqueza.
Lo que sí es claro es que existe una acción contaminante y depredadora tanto entre los pobres como entre los ricos. Aquellos lo hacen porque esquilman los recursos naturales para poder subsistir y porque sus tecnologías son inadecuadas y estos porque tienen un exceso de consumo que copan la capacidad de autorregeneración del ambiente.




[2] La pregunta fue formulada por el profesor Sartori, titular de la cátedra Albert Schweitzer en Humanidades de la Columbia University de New York y profesor emérito de la Universidad de Florencia.
[3] Reducción de la pobreza y crecimiento: Círculos virtuosos y círculos viciosos. Naciones Unidas, 2006

lunes, 8 de octubre de 2007

ISRAEL LONDOÑO SE PERFILA COMO NUEVO ALCALDE DE PEREIRA

En días pasados escribí que Marta Helena Bedoya veía cómo se extinguían sus posibilidades de llegar a la Alcaldía de Pereira por segunda vez, en esta ocasión en representación del Partido Liberal. Y que sin duda perdería frente al candidato Israel Londoño, quien hace un año apenas sí registraba el 5% de favoritismo.

Y las últimas encuestas me dan la razón plenamente. La más reciente edición de la revista Semana (http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=106721) asegura que Israel Londoño cuenta a su favor con el 37% de intención de voto, contra el 31% de la señora Bedoya Rendón. Hace ocho días, otra encuesta realizada por el Grupo de Investigación en Estadística Multivariada de la Universidad Tecnológica de Pereira, concluyó en que Londoño Londoño obtenía el 31.1% y Marta Helena el 22.2%.

Londoño ascendió de manera constante en las encuestas, que en julio de 2006 lo ponía con el 5% y en mayo de 2007 le daban el 11%. Sin embargo, su mayor repunte se presentó luego del retiro de la candidatura liberal de Luis Fernando Baena y la designación como su reemplazo de Marta Bedoya, quien hasta ese momento emprendía una campaña a nombre del movimiento cívico Tejiendo Ciudadanía y tenía un favoritismo del 27%.

Bajo las nuevas condiciones políticas, hace un mes la señora Marta Bedoya pasó del 27 al 33%, pero Londoño se catapultó del 11 al 24%. Esa tendencia estadística, lo dijimos, era imparable, no sólo por lo que decían los número, sino por las sensaciones y percepciones entre la comunidad.

En los veinte días que restan de campaña política, Londoño tiene mayores posibilidades de seguir creciendo, porque según la revista Semana su imagen negativa es de tan sólo el 5%, frente a la de Bedoya que es del 25%. Dicho de otra forma, la exalcaldesa ya llegó a su tope, mientras su contendor todavía tiene un margen muy grande para moverse, especialmente si se tiene en cuenta que a él no lo conoce el 24% de los potenciales electores, segmento al que tiene que conquistar para aumentar su ventaja en la intención de voto. Las posibilidades de maniobra de Bedoya son muy pequeñas, porque sumado a su alta imagen negativa, sólo la desconoce el 9%.

El descalabro político de Marta Bedoya se debe a los desafortunados resultados de su gestión pública en materia de política social, dado que todos sus esfuerzos estuvieron enfocados a renovar urbanísticamente el centro de la ciudad y a beneficiar con obras a los estratos socioeconómicos más altos. A ello se suman actos de represión contra las familias más pobres, y, especialmente, contra los vendedores ambulantes.

Así mismo, la caída de la señora Bedoya tiene mucho que ver con su incoherencia política, al haber transitado por cinco partidos y movimiento políticos en menos de siete meses, lo que confundió al electorado, que quedó con la sensación que lo que ella quería era un puesto en el sector público, antes que asumir la conducción responsablemente de la ciudad.

Israel Londoño, por su lado, fue capaz de conquistar un espacio político que trascendió al partido de la U, que lo avala, y le quita a su contendora, según las encuestas, la mitad de los votos del liberalismo y la derrota entre los electores conservadores. Adicionalmente, su discurso estuvo mucho más comprometido con las políticas de inversión social y mostró mayor claridad y coherencia en lo relacionado con el futuro de la ciudad en materia económica y de seguridad.

Adenda: En esta campaña descollaron dos jóvenes figuras que tendrán mucho protagonismo en la política local. El abogado Fredy Arias Herrera del Polo Democrático, quien fue el único opositor consistente que tuvo el Alcalde de Pereira y quien basó su propuesta como candidato a la Alcaldía en mejorar los indicadores de la educación y en impulsar un plan de lucha contra el hambre que tiene cercada al 35% de los pereiranos. El ingeniero John Jairo Santa, quien con el respaldo de firmas se inscribió como candidato, proponiendo un modelo de desarrollo económico que convirtiera a Pereira en el más grande centro comercial de la región y buscando asegurarles educación y salud de buena calidad a los ciudadanos.

jueves, 4 de octubre de 2007

IMPACTOS NEGATIVOS DEL CONSUMO EN EL MEDIO AMBIENTE

El nivel, la intensidad y la calidad del consumo inciden negativamente sobre el medio ambiente, ya que presionan la sobreexplotación de los recursos, agotan las materias primas y generan una cantidad cada vez mayor de residuos sólidos, cuyo tratamiento se dificulta por la utilización de elementos de tardía descomposición, degradando el suelo y las fuentes subterráneas de agua por los lixiviados, así como a la atmósfera por los malos olores que produce la acumulación de gases, las quemas y las descargas de CO2 provenientes de las fuentes móviles y fijas.
El consumo se ve presionado inicialmente por las necesidades de supervivencia de la población. Por lo tanto, el crecimiento poblacional es fuente contaminadora y depredadora, pues ante más habitantes se consumen más recursos y se eliminan más residuos. El hecho de que la población mundial se haya triplicado en los últimos 80 años, implicó cambios sustanciales en los sistemas productivos, teniéndose que introducir la biotecnología y la manipulación genética para ofrecer respuestas en términos de tiempo y cantidad de alimentos al creciente número de personas. Sin embargo, esos indudables avances científicos crean ambientes naturales dañinos, que le están restando capacidad regenerativa a la tierra, empobreciendo los suelos y acabando con gran parte de la diversidad alimenticia.
La gran paradoja surge del hecho que a pesar de los excepcionales avances en producción de alimentos, cerca de 1.000 millones de personas que viven en la indigencia y que habitan básicamente los países más pobres no tienen acceso a la comida, lo que deja al descubierto un problema aterrador: hay alimentos pero no una racional distribución, lo cual se debe analizar como un fenómeno cargado de implicaciones políticas y económicas. Las propias organizaciones mundiales relacionadas con los temas alimenticios, aceptan que cerca del 17 por ciento de la comida se pierde por mala manipulación y por deformaciones en el mercado, cantidad suficiente para evitar que hubiese hambre en el planeta.
El mayor nivel de consumo se concentra en el 25 por ciento de la población mundial, que mayoritariamente vive en las naciones más ricas. La capacidad de compra de estas sociedades son las que han motivado la individualización, la diferenciación y la exclusión. Las teorías relacionadas con las tendencias consumistas de las elites han impulsado no sólo el surgimiento de exclusivas agrupaciones sociales sino avances tecnológicos sin precedentes en alimentos, empaques, vestidos, electrodomésticos, sistemas satelitales, muebles, materiales de construcción, etc., casi todos muy agresivos y desafiantes con la capacidad de absorción de la naturaleza.
La realidad también muestra que el 58 por ciento de personas tienen un nivel medio de consumo de artículos que le brindan satisfacciones a sus necesidades básicas, sin acercarse a las ostentosas cifras de los más ricos. Mayoritariamente este grupo vive en las naciones subdesarrolladas, cuyos principales activos tienen que ver con la producción y provisión de materias primas, especialmente biomasicas. La mayoría de sus residuos son dañinos para el entorno natural.
El desaforado aumento de consumidores (ostentosos o no) genera impactantes cifras de residuos, cuya gestión aun se enfrenta a dificultades técnicas y operativas que la ciencia no ha sido capaz de solucionar y frente a las cuales los gobiernos son totalmente ineficientes. Si se parte del hecho que hay una generación de basura diaria per cápita de 300 gramos (incluyendo en el cálculo de la media a una sexta parte de la población hambrienta) se producen en el mundo 1.8 millones de toneladas métricas de residuos, de las cuales son recuperables para que reingresen al sistema productivo poco menos del 15 por ciento. Ahí está de cuerpo presente uno de los más graves problemas de la actualidad: ¿qué hacer con semejante cifra diaria de residuos? Algunas propuestas se dirigen a disminuir el nivel de consumo, a evitar la producción de artículos que no se degradan, a reducir los envases y artículos desechables, y a aplicar altos impuestos para productos que requieran reposición como baterías, aceites y llantas.

lunes, 24 de septiembre de 2007

ELSA GLADYS: ELOGIO A LA INDIGNIDAD Y EL INDECORO

En 1990 apareció la abogada Elsa Gladys Cifuentes en la campaña del candidato liberal a la alcaldía César Castillo. Fungía como jefe de las juventudes de Unificación Conservadora, movimiento orientado en ese entonces por el senador Emiliano Isaza Henao. En un golpe de astucia, ella logró romper buena parte de las bases de esa agrupación y arrastró a un cúmulo de entusiastas goditos para que cerraran filas en torno a Castillo y le ayudaran a ganar la Alcaldía de Pereira.

Desde ese momento, la joven abogada dedicó todos sus esfuerzos a acabar con Unificación Conservadora. Demolió rápidamente a Jaime Escobar Vallejo, el segundo hombre más importante del movimiento. Luego le cayó encima como una aplanadora al parlamentario Germán Martínez Mejía, a quien le restó toda opción de continuar en el Congreso, mientras el senador Isaza moría. Además, invisibilizó a Alberto Zuluaga Trujillo, jefe máximo del pontificado conservador de Santa Rosa de Cabal.

Todos los objetivos de aniquilar esa poderosa maquinaria política conservadora se cumplieron. La que fue, junto con Unidad Liberal, la fuerza más representativa de la política risaraldense, acabó hecha trizas y sólo quedó como vestigio una vetusta sede pintada de azul, que rápidamente empezó a caerse a pedazos por falta de uso.

Elsa Gladys empotrada como concejal de Pereira y luego como diputada de Risaralda, logró construir una alianza con Unidad Liberal, que le brindó la posibilidad de crecer políticamente y tener una amplia representación burocrática en la Alcaldía y la Gobernación. Fundó la Nueva Fuerza Democrática y se unió a Andrés Pastrana Arango. Estas dos jugadas marcaron su camino político, el cual ha estado lleno de movimientos arriesgados. Pasarse de un movimiento ideológicamente afín a Álvaro Gómez Hurtado, para coger las banderas del “pastranismo”, dejó traslucir lo que sería una vida política inestable. Y acercarse al liberalismo para ganar espacio, reconocimiento y recursos para hacer la política, para luego fundar un movimiento con el fin de derrotar a quienes fueron sus mecenas, dejaron ver sus sentimientos de traición e infidelidad.

Para poder conquistar espacios y garantizar la supervivencia de su proyecto político, convenció a Luis Carlos Ramírez Múnera, uno de los propietarios del Diario del Otún, con el fin de que él participara más activamente en la vida política local. Ese matrimonio parecía bastante provechoso, especialmente cuando Elsa Gladys anunció su aspiración a la Gobernación de Risaralda y Ramírez hizo pinos en la Cámara de Representantes. El futuro parecía alumbrar para estas dos jóvenes figuras políticas. Sin embargo, el camino los conduciría hacia jornadas tormentosas que echarían por el suelo aquellos sueños que juntos forjaron.

Con un Partido Conservador acabado y con una coyuntura política que apuntaba a socavar la hegemonía de tres décadas de Unidad Liberal, las cosas estaban puestas en favor de Elsa Gladys. Todas las agrupaciones políticas del departamento, distintas al gavirismo, se unieron para ganar las elecciones de Alcaldía de Pereira y Gobernación de Risaralda, y para ello propusieron el nombre de dos señoras con capacidades académicas y técnicas bastante discutibles, pero con grandes ambiciones políticas.

El denominado Pacto de Guacarí conformado por la senadora liberal María Isabel Mejía, los representantes liberales Germán Aguirre Muñoz y Octavio Carmona, el Partido Conservador y otro cúmulo de pequeñas fuerzas, eligieron a Marta Bedoya alcaldesa de Pereira y a Elsa Gladys Cifuentes como Gobernadora de Risaralda. Y en ese momento acabaron con la carrera política local del senador Rodrigo Rivera Salazar y sometieron a un largo periodo de sequía a Diego Patiño Amariles y Juan Manuel Arango Vélez.

En ejercicio de la Gobernación, Elsa Gladys abandonó a todos aquellos que habían hecho parte de su proyecto político. Rápidamente, se deshizo de Luis Carlos Ramírez y no le prestó la colaboración que requería para sucederla en el cargo. Vio que asomaban dirigentes como Amparo Lucía Vega, Víctor Manuel Tamayo y Ramiro Velásquez con interés político de llegar al Senado y cercenó sus aspiraciones al darle su respaldo al dirigente tolimense Humberto Gómez Gallo, quien sumó alrededor de 11.000 votos. Con esa jugada se quitó de encima cualquier tipo de competidor al interior del Partido Conservador.

Debido a su cuestionado paso por la Gobernación de Risaralda y con un balance bastante lánguido en su gestión administrativa, el liberalismo logró reagruparse y ganar nuevamente la posición con el médico Carlos Botero.

Sus andanzas como exgobernadora al lado de Humberto Gómez, la llevaron al punto de ser nominada como Defensora del Pueblo, pero viejos aliados suyos como Germán Aguirre y John Jairo Velásquez, se encargaron de crearle un ambiente hostil en el Congreso que terminó por propinarle la primera de una serie de derrotas. Luego fue despedida por el senador Gómez Gallo, presidente del Senado, después de que ella empezara a tramitar su aspiración para la Cámara Alta en los municipios conservadores del Tolima, moviéndole la silla a quien era su jefe.

Frente a semejante sacudón, ella se abrió paso hasta donde el presidente Álvaro Uribe, y logró que este la tuviera en cuenta para la terna de Fiscal General de la Nación a nombre del Partido Conservador, pero la rápida reacción del entonces senador Carlos Holguín Sardi, jefe de esa colectividad, evitó que su nombre fuera inscrito y a cambio entró Consuelo Caldas.

Ya estigmatizada por el conservatismo, empezó a buscar espacio en una fuerza multipartidista y encontró como anillo al dedo a Cambio Radical, que estaba buscando quién podría representarlo en Risaralda. Como ninguno de los jefes locales le creyó al senador Germán Vargas Lleras, este no tuvo más remedio que entregarle la representación política de su movimiento a Elsa Gladys Cifuentes. En esas condiciones, ella se postuló para el Senado de la República y sufrió una estruendosa derrota.

Ya sin ninguna vigencia en la política risaraldense, buscó el apoyo del senador Vargas Lleras para entrar en la burocracia y lo logró. La nombraron gerenta de Etesa y sacó de allí a su amiga de siempre, Beatriz Giraldo. Sin embargo, publicaciones de medios nacionales sobre posibles riesgos de alta corrupción, hizo que el presidente Álvaro Uribe ordenara anular el decreto de nombramiento, exactamente el mismo día en que se iba a posesionar.

Con gran insistencia, convenció al senador Vargas nuevamente de que la nombraran como cónsul en Puerto Rico. Y el decreto salió. Sin embargo, informaciones de un semanario pereirano que llegaron a manos de la Canciller, hizo que nuevamente el decreto se recogiera y se nombrara allí a otra persona.

La mejor disculpa social que encontró Elsa Gladys Cifuentes para enfrentar esta nueva derrota, fue anunciar que se vincularía a las campañas políticas de Marta Bedoya a la Alcaldía y Víctor Manuel Tamayo a la Gobernación. Dos meses después de haber anunciado públicamente que Cambio Radical estaría con Tamayo y de haber puesto en la tarima a su jefe Germán Vargas a hablar maravillas del dirigente santarrosano, de la noche a la mañana aparece anunciando que su respaldo sería en adelante para el candidato liberal Germán Chica Giraldo, y por lo tanto volverá a estar cerca de aquellos a quienes combatió con fiereza: Carlos Botero, Diego Patiño, Rodrigo Rivera y Juan Manuel Arango.

Elsa Gladys Cifuentes se reinventa a cada instante. Para ella la política es un proceso que muta a gran velocidad. La palabra empeñada y la fidelidad a los principios ideológicos son quimeras. La traición es un valor ético en su personalidad. Mentir es una de sus armas favoritas en la actividad política. Tiene un gusto especial por ver cómo derrumba liderazgos y cómo le cierra el camino a quienes ella considera que son adversarios en el corto plazo. Su gran habilidad para estar cerca del poder, usando la adulación, es lo que le permite volver a sentarse a la mesa con quienes masacró, sin inmutarse y con una gran sonrisa. Pero lo más interesante del caso, es que todos quienes la sufrieron, sienten un gran placer por volverla a tener a su lado.

jueves, 6 de septiembre de 2007

EL PROTOCOLO DE KIOTO Y LAS REACCIONES POLITICAS

El Protocolo de Kioto fue firmado por 141 países en 1997, pero sólo fue ratificado por 125 naciones y entró en vigencia en 2005. El objetivo que persigue es reducir en un 5 por ciento las emisiones de gases causantes del efecto invernadero en el 2012 frente al nivel que se tenía en 1990, tomado como año base.
Los gases de efecto invernadero que hacen parte del Protocolo y sobre los cuales actúa la medición de los objetivos propuestos son: dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidrofluocarbono, perfluorocarbono y el hexafluorocarbono de azufre.
Si se logran los objetivos se estará aminorando el calentamiento global, preservando los páramos y evitando la destrucción de la capa de ozono. En esencia, como lo dijo el exsecretario general de la ONU, Kofee Annan, de lo que se trata es de «mantener estabilizadas las concentraciones de gases de efecto invernadero a un nivel compatible con el desarrollo sustentable, la producción de alimentos y la preservación de los ecosistemas»
La demora en entrar en vigencia el Protocolo radicaba en que el mismo debía estar ratificado por países que en conjunto emitieran más del 55% del total de dióxido de carbono, uno de los seis gases que más daños le causa a la atmósfera, y eso sólo se logró cuando Rusia tomó la decisión de sumarse a los 124 países que ya habían aprobado acogerse a los mandatos del Protocolo, que es un documento de 28 artículos y dos anexos jurídicamente vinculante, en donde se obliga a los firmantes a realizar mayores esfuerzos de control y transparencia sobre sus datos reales de emisiones.
Llegar al Protocolo de Kioto en 1997 fue una tarea que comenzó institucionalmente doce años antes en Villach, donde se reunieron científicos de 29 países y reconocieron lo que en 1957 profesores de Hawaii habían descubierto: un incremento permanente del dióxido de carbono en la atmósfera que estaba generando un efecto invernadero sobre el planeta.
En 1988 se realizó la Conferencia Mundial para el Clima y el Desarrollo en Hamburgo. Allí se propuso una mayor eficiencia energética para disminuir las emisiones de dióxido de carbono en el periodo 2000 - 2015 entre el 30% y el 50%. Ese mismo año en Toronto, científicos de 45 países hablaron en la Conferencia sobre Cambios Atmosféricos en torno al efecto invernadero. En ese momento el tema ya había tomado tanta trascendencia a nivel mundial, que científicos y funcionarios de 188 naciones se dieron cita en la Conferencia de Londres para el Cambio Climático en 1989, año en el cual se reunieron también los líderes mundiales en La Haya, preocupados por los descubrimientos que se estaban haciendo debido a las emisiones de gases por la combustión de hidrocarburos.
En 1990 el mundo conoció las primeras cifras concretas de las evaluaciones científicas, las cuales fueron presentadas en la Asamblea de las Naciones Unidas. Entre las conclusiones estaban que la temperatura hasta finales del siglo XXI aumentaría cada década en 0,3ºC. Que el nivel de los mares se incrementaría paulatinamente hasta en 20 centímetros antes de 2030 y llegaría a 65 centímetros en 2100. Y que el 70 por ciento de las emisiones dañinas provenían de países desarrollados y el otro 30 de los que están en vía de desarrollo. Esas predicciones se han actualizado con nuevas mediciones en los últimos 15 años. Se afirma por parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático que la temperatura podría incrementarse en 5,8 grados centígrados para el año 2100 si no se toman medidas urgentes, lo que representaría la mayor alza en casi 10.000 años. También se asegura que el nivel de los mares aumentará 50 centímetros y que las emisiones de los países en desarrollados se han incrementado sustancialmente y ya no existe esa diferencia tan marcada en este campo frente a las naciones industrializadas.
Con un panorama tan poco alentador se llegó a la Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo en 1992 en Río de Janeiro. Una de las grandes conclusiones de este evento fue la Convención Básica para el Cambio Climático, a través de la cual se planteó la necesidad de que las naciones más industrializadas redujeran sus emisiones al nivel de 1990. Para revisar el avance de la Convención, se reunieron en Berlín en 1995 representantes de 150 naciones, pero los resultados fueron decepcionantes, entre otras razones, porque no había interés político ni económico en promocionar fuentes alternas de energía, aminorar las descargas de gases producidos por combustión de hidrocarburos o aplicar impuestos al carbón.
Con el precedente de Berlín y un fracaso adicional en Ginebra, se produce la reunión de Kioto en 1997, donde se firma por parte de 144 países un Protocolo que acoge en gran medida las propuestas hechas en Río. Entre las novedades, se planteó la posibilidad de que las naciones desarrolladas pudieran implementar mecanismos de intercambio de emisiones y que se inmiscuyeran a las naciones en desarrollo a través de Mecanismos de Desarrollo Limpio. Siete años después el Protocolo entra en vigencia.
La meta global del Protocolo es disminuir las emisiones en un 5 por ciento frente a la base que es 1990. Llegar a este porcentaje se logrará a través de la reducción del combustible de origen fósil; un masivo proceso de reforestación para acelerar la conversión del dióxido de carbono; promover y adaptar nuevas energías como la eólica, solar, mareomotriz, biomásica, gas y nuclear; y retirar las máquinas obsoletas e instalar convertidores catalíticos a los vehículos para evitar que viertan a la atmósfera sus contaminantes.
Los científicos han planteado la necesidad de que las medidas que se adopten en procura de mejorar el medio ambiente sean racionales y sometidas a evaluaciones muy precisas, para evitar que los remedios que se apliquen sean peores que la enfermedad, tal como aconteció con la prohibición del plomo como aditamento de la gasolina y para su reemplazo se adoptó un compuesto altamente tóxico basado en benceno. Estas decisiones van en contravía de una concepción ética que ha ido ganando terreno entre la comunidad científica y es que los métodos para reducir la contaminación del aire no deben aumentarla en otros sectores del ambiente, como los suelos o el agua.
Al momento de entrar el vigencia el Protocolo de Kioto, la Organización Mundial de la Salud reveló que las siete ciudades más contaminadas del planeta eran México D.F., Pekín, El Cairo, Yakarta, Los Ángeles, Sao Paulo y Moscú, mientras que a nivel latinoamericano figuraban Ciudad de México, Sao Paulo, Caracas, Quito, Bogotá, Santiago de Chile y Río de Janeiro[2]. Los países del centro y sur de América no están cobijados con la obligatoriedad de reducir las emisiones, a pesar de que en conjunto emiten el 9 por ciento de los (GEI)[3]. Los más contaminantes son Brasil, México, Venezuela y Argentina, responsables del 70 por ciento de las emisiones en la región.

Las reacciones políticas sobre Kioto. Aunque la mayor parte de los países refrendaron el Protocolo, la negativa de Estados Unidos a hacerlo creó una gran decepción mundial y una ira contenida contra este gigante económico. Estados Unidos tiene el 5 por ciento de la población mundial y contribuye con el 25 por ciento de la contaminación atmosférica global y representa el 40 por ciento de la de los países desarrollados. Su desafiante determinación no implica para ellos recriminación ni sanciones políticas y económicas.
El mayor contaminador del mundo continúa sosteniendo que el Protocolo no es de su interés, como lo subrayó la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice. «Es muy dañino y negativo para la economía estadounidense. No es parte de nuestro futuro», dijo. Ellos prefieren, en consideración de Gilpin, asumir los costos económicos de control de la contaminación, los cuales se incrementaron alrededor de cuatro veces entre 1972 y 1990 y llegaron a un nivel de 115 mil millones de dólares en ese último año, es decir, cerca del 2.1% del PIB. Hoy esos costos podrían subir al 3% de su Producto Interno Bruto. Incluso, estudios de las naciones pertenecientes a la OCDE sugieren que una disminución sustancial del dióxido de carbono por debajo de los niveles de 1990 podría representar varios puntos porcentuales del PIB, lo que podría ser una talanquera al cumplimiento de los compromisos del Protocolo de Kioto.
Como se nota, la decisión norteamericana de hacerle el quite al compromiso de disminuir paulatinamente sus emisiones de clorofluorocarbonados y bióxido de carbono, está sustentada en la protección de los intereses económicos de las industrias petrolera y automovilista. Además, esgrimió como razones para rechazar en 2001 definitivamente cualquier posibilidad de firmar el documento, que no estaba de acuerdo con que a los países en desarrollo no se le exija el recorte de emisiones de gases.
La decisión de permitir que las naciones en desarrollo no tuvieran que hacer reducción en sus emisiones creó un panorama muy complejo, que cada día genera grandes debates, entre otras razones, porque desde 1990 los países inicialmente no contemplados aumentaron grandemente sus niveles de consumo de gases contaminantes por el desarrollo de la industria y el número de vehículos que entraron en circulación. Una era la realidad en el momento en que se hizo la reunión en Kioto y otra muy distinta al inicio del siglo XXI. Entre los que quedaron exentos de cumplir con los mandatos del Protocolo están China, India, México y Brasil, cuyas economías y desarrollo si bien no están al nivel de los países más industrializados, tampoco lo están al nivel de los más atrasados.
China, por ejemplo, que ha dado un salto muy grande en la economía mundial, es hoy la segunda nación que más gases expele a la atmósfera con el 13,6 por ciento (incrementó sus emisiones desde 1997 en un 47 por ciento), por lo que no se entiende su determinación de actuar sólo como firmante y no como aportante a la reducción. Lo mismo acontece con la India, que hoy se considera el quinto país más contaminante del aire. Frente a esta discriminación y a la ausencia de un nuevo anexo que obligue a China e India a combatir la emisión de dióxido de carbono y otros gases nocivos causantes del recalentamiento de la Tierra, es comprensible la actitud de rechazo de algunos países industrializados frente a esta asimetría que se podría ver reflejada en mayores costos de producción y menor nivel de competitividad en los mercados internacional.
La decisión de excluir a los países en desarrollo del cumplimiento del Protocolo, podría generar como reacción que ellos incrementen las emisiones de gases dañinos en su carrera por alcanzar mayor crecimiento en sus economías y más altos estándares en sus niveles de vida.
Lo que sí es evidente, es que los países industrializados con solo el 20 por ciento de la población mundial emiten el 60 por ciento del dióxido de carbono, metano y otros gases letales.



[2] Resultados del estudio sobre calidad de vida en grandes ciudades realizado por la consultora estadounidense William Mercer.
[3] Gases de Efecto Invernadero que provocan el calentamiento del planeta: CO2 (gas carbónico o dióxido de carbono), CH4 (metano), protóxido de nitrógeno (N20) y tres gases fluorados (HFC, PFC, SF6).

martes, 28 de agosto de 2007

MARTA HELENA VE CÓMO SE EXTINGUE SU ASPIRACION DE LLEGAR A LA ALCALDIA DE PEREIRA

Acaba de publicarse una encuesta sobre preferencias electorales para la Alcaldía de Pereira. La encabeza Marta Helena Bedoya con nueve puntos de ventaja sobre Israel Londoño. Una cifra nada despreciable que, sin embargo, no causó hilaridad ni triunfalismo. Por el contrario, produjo una gran preocupación, al punto de que se citaron reuniones urgentes dentro del liberalismo para estudiar con detenimiento el hecho.
La preocupación es más que entendible. Marta Bedoya sumaba como candidata cívica el 27% de intención de voto. Una vez recibió el aval del Partido Liberal se le entregó también una candidatura que registraba el 20% de preferencias: la de Luis Fernando Baena, quien renunció a la contienda aduciendo problemas personales. Los dirigentes liberales que la rodean y ella misma, tenían la certeza de que su nombre en las encuestas estaría por encima del 40%. La realidad mostró que está muy lejos de ese nivel.
Bedoya cuenta en la encuesta de Invamer Gallup con el 33%, lo que significa que entre junio y agosto creció 6 puntos, o sea, un 22% más de intención de voto en su favor. Entre tanto, su principal competidor, el uribista Israel Londoño que tenía el 13% en la encuesta de junio, ahora aparece con el 24%, lo que quiere decir que acumuló el 84,6% de nuevos adherentes a su propuesta.
El temor en las toldas liberales se debe a una simple deducción estadística: Israel Londoño está avanzando a una velocidad de 3.8 veces más rápido que ella y a dos meses de las elecciones eso significa que podría alcanzarla y pasarla sin mayores dificultades, especialmente si se tiene en cuenta que la encuesta se hizo días antes de que las poderosas maquinarias electorales del senador Habib Meregh, el exrepresentante Octavio Carmona y la concejala Judith Giraldo, ingresaran a respaldar a Londoño, lo que podría significar alrededor de 11.000 nuevos votos.

¿Qué le pasa políticamente a Marta Helena?
La exalcaldesa cometió un error garrafal al abandonar una privilegiada posición de líder social, donde era vista como incorruptible y con las manos libres de politiquería para orientar un nuevo ciclo de crecimiento y desarrollo, para aceptar ser un alfil de dos fuerzas políticas, Partido Liberal y Cambio Radical, cuyos dos jefes regionales están en la mira de la justicia.
Además, los sectores sociales que habían mostrado simpatías por su propuesta ciudadana se sintieron engañados y utilizados y concluyeron rápidamente que ella lo que estaba buscando era un espacio dentro de un Partido y no el liderazgo para entronizar un nuevo esquema de poder local.
A ello se suma que su abrupto ingreso como candidata oficial del Partido Liberal generó una reacción de rechazo en masa entre concejales, diputados y líderes de base, quienes se rehúsan a aceptar que Marta Bedoya sea la escogida, precisamente porque ella le asestó el golpe de gracia a Unidad Liberal y volvió añicos lo que durante varias décadas fue el símbolo del poder político en el departamento.
También la está afectando su pérdida de credibilidad ocurrida luego de las maniobras que ella ejecutó durante cinco meses por lograr posicionarse como una opción real de poder, lo que la llevó de ser una de las cabezas visibles del Partido de la U, a promotora del Pacto del Comercio, a orientadora de Tejiendo Ciudadanía, a candidata de Cambio Radical y, finalmente, a aspirante avalada del Partido Liberal. Esos tumbos políticos no le dan coherencia a su discurso, pues de ser una férrea defensora de Uribe, ahora tiene la obligación de enarbolar postulados liberales antigobiernistas. De ser una dura contradictora del Alcalde de Pereira, hoy tiene el deber de defenderlo en la plaza pública. Pasa de rechazar la politiquería y el clientelismo a estar sentada negociando puestos públicos y contratos con los jefes de los partidos y movimientos que la acompañan.
Un tema que también afecta la intención de voto en su favor, es que la guardia femenina en la que ella se apoya viene de sufrir durísimas derrotadas en las elecciones para Congreso. De un lado, María Isabel Mejía, la legendaria congresista de Risaralda, tuvo una votación íngrima en lo que fue su reducto más importante: Pereira, lo que le impidió repetir curul en el Senado. Del otro lado, Elsa Gladys Cifuentes, tuvo una votación marginal en Pereira y un rechazo casi absoluto en todos los municipios de Risaralda, y fracasó en su empresa de llegar al Senado. Y Adriana Vallejo de la Pava, el nuevo soporte financiero e ideológico de Marta Bedoya, fue de las tres la de mejor desempeño electoral en Pereira, pero su esfuerzo sólo sirvió para ayudarle a su contendor dentro del partido de la U, Enrique Soto Jaramillo, a llegar a la Cámara de Representante, dado que la lista pasó el umbral requerido.

La propuesta política de gobierno: su debilidad
Marta Bedoya está segura de que los resultados de su gestión como Alcaldesa en el pasado periodo, serán suficientes para obtener las mayorías en las elecciones de octubre y podrá de esta manera ser reelegida.
El balance del gobierno de Bedoya fue aceptable, dado que a pesar de haber logrado conquistar la alcaldía criticando las obras del entonces mandatario Luis Alberto Duque, una vez en el poder las tomó como suyas y las ejecutó. Por eso hoy existe la percepción de que ella fue la creadora del Megabus, la constructora de la Avenida Belalcázar, la arquitecta de la renovación de la zona de la Galería y la promotora de la modernización del centro. Cuando en realidad esas obras fueron iniciadas por Duque pero inauguradas por ella.
Marta Bedoya tuvo la posibilidad cuando fue alcaldesa de encontrar en las arcas del municipio $111.000 millones, producto de la venta de la Telefónica de Pereira, que ella utilizó en dos cosas: en terminar obras y en distribuir contratos de pequeñas cuantías entre sus socios políticos como lo denunció la Contralora de ese entonces, Amanda Lucía Valencia.
Sin embargo, esas realizaciones del pasado no son suficientes para asegurarle el triunfo en las elecciones de octubre. Cabalgar sobre supuestos y exclusivos triunfos suyos no ha calado como discurso entre los electores, quienes esperan nuevas propuestas de crecimiento para responder a las urgencias de una ciudad que se consolida como el epicentro comercial del occidente del país. Además, se aguarda su pronunciamiento sobre un esquema de desarrollo social que sea capaz de romper con la creciente línea de pobreza, desempleo e inseguridad que registra Pereira en las estadísticas nacionales.
Tratar de conquistar votos con la gratuidad de la educación y el acceso de los más pobres al Sisben crea desconfianza, dado que los ciudadanos saben que tienen derecho constitucional a ello y que en el eventual caso de que un Alcalde no lo cumpla, instrumentos como la tutela o las acciones de grupo obligan a que se tengan que redireccionar los recursos del presupuesto hacia estas prioridades, tal como recientemente lo señaló la Corte Constitucional.
El hecho de que en su alcaldía ella hubiera abandonado la inversión social, no le dan suficiente credibilidad hoy de que en un segundo gobierno sí atenderá a la población más vulnerable de los barrios más pobres. Su inacción en favor de una política de vivienda seria, le restan opciones entre los votantes que pertenecen a organizaciones viviendistas de base. Sus malas prácticas en la defensa del espacio público y el atropello físico a los vendedores ambulantes, convierten a Marta Bedoya en una amenaza contra este conglomerado.
El mal manejo de las finanzas públicas y la pésima gestión fiscal, no le brindan transparencia a sus anuncios de que recuperará el tesoro pereirano. Sus relaciones conflictivas con los concejales y la clase política, ha contribuido a que muy pocos de ellos quieran acompañarla en la presente aventura política. La ausencia de un modelo de planeación de mediano y largo plazo en su gobierno, le impiden ofertar iniciativas novedosas y posibles para el mediano plazo.

Los escándalos aun se recuerdan
Aunque existe la percepción de que la exalcaldesa Marta Bedoya es una persona transparente, hay episodios de su gobierno que la persiguen en la actual coyuntura electoral:
La venta de un lote en un barrio de la ciudad por 40 veces menos el valor del avalúo, descubierto y denunciado por el Notario Hernando Ramírez Guevara, la puso en la picota pública y la resolución de preclusión de la investigación por parte de un Fiscal sobre este tema, la dejó aun peor parada: actuó con ignorancia invencible.
La persecución despiadada con perros de ataque, bastones eléctricos y policías contra los vendedores ambientales, le dio un tinte autoritario y represivo a su gobierno.
La compra de predios en la Avenida Belalcázar la ubicó en una posición muy débil ante la opinión pública, al descubrirse que se pagaron lotes por valores superiores a los que comercialmente se podían adquirir. Incluso, la pérdida de dineros en el Área Metropolitana para la compra de estos terrenos le generó cuestionamientos por no ejercer el control suficiente y oportuno de la gerente de esa entidad.
El respaldo a Rentacciones para la tenencia indebida de dineros públicos en su poder, fue una de las nubes negras en su gestión, situación que se puso al descubierto coincidencialmente por una funcionaria de tercer nivel que estaba organizando documentos.

Esfuerzos para ganar
Ganar las elecciones parece una tarea cada vez más difícil. En primer lugar, porque reeditar el capitulo de Pacto de Guacarí ocurrido hace siete, cuando todos los grupos políticos de Pereira se unieron para derrotar a Unidad Liberal, no parece posible a pesar de que algunos actores siguen en el reparto como Germán Aguirre, María Isabel Mejía y Elsa Gladys Cifuentes. En segundo lugar, porque se deben vencer las prevenciones políticas y ciudadanas sobre la actitud personal de Marta Bedoya. En tercer lugar, porque tiene la obligación de elaborar un discurso creíble para los electores y ser capaz de sintonizarse con las expectativas ciudadanas. Y, en cuarto lugar, convencer a los pereiranos de que será independiente y transparente en el manejo de los dineros públicos.

sábado, 18 de agosto de 2007

EL CAMBIO CLIMÁTICO[1]

El actual no es el primer periodo de calentamiento del planeta, pero sí es el primero en que una de las causas relaciona directamente la actividad humana. Hace 66 millones de años, en el Cenozoico, y luego de una larga etapa de glaciaciones de 530 millones de años en el Precámbrico, el clima empezó a calentarse. Muchas de las regiones que hoy son áridas o semiáridas eran húmedas. Los cambios climáticos se daban de forma natural y algunos de ellos favorecieron la creación de la vida.
Sin embargo, en el Cenozoico y entre los siglos siete a quince de la era moderna cuando las temperaturas aumentaron, el efecto invernadero respondía a un ciclo natural, en el cual los gases presentes en la atmósfera eran capaces de almacenar radiación de onda larga, es decir, calor. Pero el fenómeno actual está mediado por una intensa actividad productiva y tecnológica del hombre, lo que podría acelerar el proceso de calentamiento a niveles desconocidos.
Expertos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático[3] predicen que la temperatura de la tierra podría aumentar en 5,8°C durante el presente siglo, mientras que ese comportamiento en el siglo XIX fue de 0,5°C. Por su lado, John Houghton[4] afirma que el alza de temperatura se ha convertido en una especie de arma de destrucción masiva, y explica que «no es una amenaza futura» sino una realidad presente. En efecto, los primeros seis años del siglo XXI fueron los más calientes de los últimos 100 años. Toda esta situación radica en las altas concentraciones de dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y clorofluorocarbonos.
Las consecuencias de un aumento tan alto de temperatura serían el descongelamiento de los casquetes polares del Ártico y la Antártida, aumento del agua en los mares en 50 centímetros y desaparición de amplias zonas costeras del mundo que afectarían la economía de 40 países y desplazarían a 200 millones de personas[5].
Adicional a ello, el efecto invernadero al que asiste la humanidad variaría sustancialmente la distribución actual de los recursos hídricos, incrementaría el régimen de lluvias en algunas zonas secas, alteraría la agricultura y llevaría a la desertización a algunas regiones que hoy son ricas en bosques.
La situación es tan crítica, que el interés de la comunidad internacional es lograr que la injerencia antropogénica disminuya ostensiblemente, controlando la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente el CO2, que aporta el 55% al calentamiento del planeta debido a la deforestación, la producción de energía eléctrica y el uso de los automotores movidos con combustibles fósiles.
Para lograr que se cumplan los objetivos de controlar las emisiones de efecto invernadero, se firmó el Protocolo de Kioto en 1997, pero los avances logrados desde entonces son escasos y frustrantes. Sólo hasta febrero de 2005 se logró poner en marcha, de manera oficial y con cláusulas vinculantes, este compromiso internacional. Uno de los pocos escenarios en los que se han tomado decisiones es en la prohibición de los gases clorofluorocarbonados (CFC) en Europa y Estados Unidos, la que empezó a operar luego de firmarse el protocolo de Montreal de 1987 y ratificado en Kioto diez años después. En las naciones en desarrollo este gas sigue comercializándose, debido a que las grandes fábricas están vendiendo su stock de refrigeradores que funcionan con base en él, así como aerosoles que lo tienen como propelente. Los CFC contribuyen con el 10% del calentamiento global, según estadísticas de la Atomic Energy Agency del Reino Unido, o sea, algo así como 700.000 toneladas anuales arrojadas a la atmósfera.
El control del aumento de la temperatura en el planeta no depende sólo de la reducción de los gases con efecto invernadero, sino de la interacción entre el aire, el océano y los hielos polares, que mantienen un intercambio de calor y constantes flujos de energía. Cuando la temperatura del aire aumenta, los océanos liberan más CO2 y los ecosistemas húmedos más CH4. Lo que retroalimenta el fenómeno, que se potencia con el incremento de la humedad del aire, y su capacidad de retención de la radiación infrarroja difusa procedente de la superficie. Además, el océano absorbe la energía del Sol y el mecanismo de distribución se hace a través de las corrientes marinas. Es evidente que un aumento en el nivel de las aguas de los océanos hará que el calentamiento global sea más drástico.
Cuando se aborda el tema de los gases de efecto invernadero, hay una predisposición a generalizarlos como dañinos, cuando ellos son los que han permitido que haya vida en el planeta. Si no existieran, la tierra tendría una temperatura promedio inferior a cero grados centígrados, donde muy posiblemente la vida nunca hubiera podido desarrollarse. El calentamiento benéfico de la tierra lo genera la absorción selectiva de la energía solar por el dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, ozono troposférico, clorofluorocarbonos y vapor de agua. Ellos son transparentes a la radiación solar de onda corta. Estos gases en pequeñas concentraciones son vitales para nuestra supervivencia.
La crítica que se plantea, es que hay una contribución antropogénica con gases sintéticos altamente dañinos y otros, que a pesar de ser benéficos, se sobreutilizan calentando más de lo necesario el planeta con los gravísimos efectos que se han descrito.

[1] Este documento hace parte del libro “Medio Ambiente: educación, comunicación y participación ciudadana” escrito por el autor del blog y publicado la última semana por la Corporación Autónoma Regional del Risaralda – CARDER.
[3] Grupo Intergubernamental para el Cambio Climático de la Organización Meteorológica Mundial y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas, donde participan 2.000 científicos de 130 países.
[4] Climatólogo británico, autor del libro «Calentamiento Global: un informe completo»,
[5] Informe presentado por el Centro Hadley para el Cambio Climático de Gran Bretaña, 1998.

CHICA SERÁ EL GOBERNADOR DE RISARALDA

Todo hace presagiar que el liberalismo logrará mantener la preeminencia electoral en la Gobernación de Risaralda y eso garantizará que los ejes estructurantes del desarrollo que ha impulsado el actual gobierno continuarán ejecutándose, lo que contribuirá a construir un modelo planificador de mediano plazo, cuyos resultados, evidentemente, se traducirán en mejores indicadores de progreso y crecimiento.

El triunfo de Germán Chica en las elecciones de octubre, su cercanía con el actual gobierno de Carlos Botero, el conocimiento de los proyectos de desarrollo que se están aplicando actualmente y su visión de lo que debe ser el departamento, son prenda de garantía de que las finanzas se seguirán manejando con responsabilidad y que los municipios tendrán un aliado esencial en sus propósitos de modernizarse y ser competitivos regionalmente.

Es bien sabido que cuando un modelo de desarrollo es capaz de superar los avatares de la política y hay voluntad de continuar con su aplicación, los impactos que produce en términos de credibilidad y confianza entre los ciudadanos y los estamentos económicos aclaran el futuro. Eso precisamente fue lo que sucedió en Bogotá, cuya importancia en el continente no se discute y varias de sus principales políticas son acogidas en otras urbes de la región.

Chica Giraldo es un ejemplo de superación de esa generación de los años 70, que empezó a buscar nuevos horizontes y a conquistar con inteligencia y trabajo los espacios que pudieron visualizar. Su hoja de vida académica, política y laboral muestran a un profesional con grandes proyecciones y conocimientos suficientes de cómo funciona el Estado y cómo opera la política para hacer realidad los sueños de grandeza que albergamos desde hace cuarenta años los risaraldenses.

miércoles, 8 de agosto de 2007

LA DIMENSIÓN AMBIENTAL NO ES UN OBSTÁCULO PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL

A pesar de todos los debates teóricos entre economistas y ecologistas; a los indudables desequilibrios que se presentan por efectos de la pobreza y el subdesarrollo; y a la actitud cómplice de muchas naciones desarrolladas al permitir la exportación de la contaminación hacia las naciones pobres, se empieza a evidenciar que el ambiente no es un obstáculo sino un acelerador del crecimiento económico. Esta afirmación parece una utopía. Pero la verdad es que se está apostando internacionalmente a un nuevo esquema que privilegia la sustentabilidad, o sea, la posibilidad de crecer económicamente y mejorar los índices de calidad de vida de las familias, mientras paralelamente se protege el medio ambiente y se aprovechan eficientemente los recursos naturales.

Así lo demuestran los resultados del Índice de Sustentabilidad Ambiental – ISA, que construyeron las universidades de Yale y Columbia, donde la tabla la encabezaron Finlandia, Noruega, Uruguay, Suecia, Islandia, Canadá y Checoslovaquia, que demostraron que su riqueza económica era un elemento de respaldo muy sólido para lograr buenos resultados ambientales, en la medida en que se promoviera la concertación pública y privada para un buen manejo de los recursos de la naturaleza.

Esta conclusión se refuerza al ver cómo países iguales o más ricos que Finlandia como Estados Unidos y Reino Unido sólo se clasificaron en los puestos 45 y 65, respectivamente, por su alta ineficiencia en el control de la contaminación. En tanto, naciones calificadas como potencias mundiales en diversidad como Colombia (puesto 23) fueron superadas por Uruguay, Argentina, Brasil, Perú, Paraguay, Costa Rica y Bolivia, debido a su bajo nivel de regulación ambiental y a la poca inversión pública y privada en investigación y educación.

Las conclusiones del ejercicio académico son muy interesantes:
· Se puede ser una nación desarrollada y a la vez proteger los recursos naturales, tal como acontece en Europa y Canadá, sin que ello afecte sus variables macroeconómicas ni su competitividad.
· Se puede tener una gran riqueza ambiental, como es el caso de Colombia, pero no contar con niveles de gestión apropiados para preservar los recursos.
· Es posible concentrar gran poder económico y político pero mantener un sistema productivo contaminante e insostenible como Estados Unidos.
· Incluso, una baja disponibilidad de biodiversidad se puede potenciar con modelos ambientales eficientes de explotación y preservación.

El estudio sobre Índices de Sustentabilidad Ambiental entrega otro resultado particularmente preocupante: los países subdesarrollados están agotando aceleradamente sus recursos naturales básicos, debido a los bajos niveles institucionales y legales de control ambiental para hacerle frente a la contaminación y a sistemas productivos ineficientes y obsoletos, tanto de los campesinos como de la mayoría de las industrias.

domingo, 15 de julio de 2007

EL RUIDO: ¿PROBLEMA DE SALUD O INCOVENIENTE ECONÓMICO?

Por Humberto Tobón y Tobón

Si le dijeran que la Unión Europea perdió US$50.000 millones[1] en 2005 por efectos de un problema ambiental, con seguridad usted pensaría que se trata de una catástrofe natural como un terremoto, o un prolongado invierno, o la explosión de un volcán, o el arrasamiento de los bosques. Casi nadie se atrevería a afirmar que esas pérdidas fueron el resultado del efecto del ruido. Y así fue y así es. Esas pérdidas están representadas en la reducción del precio de las viviendas en áreas altamente ruidosas, los costos de sanidad pública y atención médica, la disminución de la inversión en desarrollo de nuevos terrenos urbanos, la ausencia laboral por enfermedades, la baja en los ingresos por turismo y los daños en la infraestructura física del amueblamiento por sonidos de baja frecuencia.

El ruido, debido a estos negativos impactos económicos que calculan los estudios especializados de las más importantes agencias ambientales del mundo, es un tema que empieza a tomar importancia en la discusión pública y a formar parte de la agenda gubernamental.

Con anterioridad a estos estudios económicos, médicos y sicólogos aseguraban que la bulla de las multitudes, el pito y el motor de automóviles, buses y trenes, la estridencia de los equipos de sonido, el grito de los vendedores, el ruido de los aviones, el número concentrado de decibles en las fábricas y muchas otras señales auditivas que hacen parte del desarrollo y el crecimiento urbano, le estaban restando calidad de vida a la gente.

En efecto, el exceso de ruido por intensidad y durabilidad desmejora el sistema auditivo, hace perder concentración, genera estrés, disminuye el rendimiento productivo, acelera enfermedades sicológicas, auspicia comportamientos sociales anormales, dificulta la comunicación, motiva la apatía, acelera la pérdida de atención, trastorna el sueño, destruye el sistema nervioso, afecta la sexualidad y, esencialmente, es la causa del malestar permanente de las personas.

El ruido como fenómeno crítico y problema de salud pública nunca tuvo ni tiene un tratamiento adecuado por parte de las autoridades y que, para ser precisos, a casi nadie le importa. Sin embargo, sus efectos negativos desde el punto de vista económico hicieron que sobre él se posaran las miradas especializadas de los economistas ambientales, para quienes es imperdonable que se pierdan tantos millones de dólares debido a la estridencia. Esto deja en evidencia que el ruido preocupa a gobiernos e inversionistas por las pérdidas en sus balances económicos y por la reducción de sus expectativas de utilidades y no necesariamente por el daño físico y sicológico de los habitantes.

Los gobiernos, presionados por los inversionistas, más que por el número de sordos, están adoptando medidas de emergencia, que van desde impedir el sonido de las bocinas de los carros hasta la obligatoriedad de que las industrias adopten sistemas de aislamiento de ruido y que sus trabajadores utilicen los elementos necesarios para que sus oídos no sean afectados. Esto ayudaría a evitar las licencias e incapacidades laborales y, por lo mismo, bajaría el número de horas/hombre improductivas. Se podrían recuperar para la inversión inmobiliaria terrenos ubicados en áreas industriales. Las entidades prestadoras de salud mejorarían sus balances al bajar el número de pacientes atendidos. Las administradoras de riesgo profesionales no tendrían que desembolsar tanto dinero por indemnizaciones.

De otro lado, el ruido se ha convertido en una gran oportunidad de negocio. Durante los últimos años se ha impuesto la teoría de los precios hedónicos, que habla del interés por parte de las familias de habitar en áreas silenciosas y con altos indicadores de calidad ambiental, por lo cual están dispuestas a pagar un sobreprecio por cada unidad habitacional. Esta opción está dirigida a un estrato muy alto con capacidad económica suficiente de escoger vivir en áreas alejadas del “mundanal ruido” El resto tiene que acostumbrarse a convivir con los sonidos de las ciudades y saber que su oído diariamente se está perdiendo, que su estrés va en aumento y muchos de sus comportamientos sicológicos se deben a esos ruidos que superan normalmente los 75 decibeles.


[1] Informe de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión de la UE

miércoles, 27 de junio de 2007

PENSANDO EN RISARALDA

Por Humberto Tobón y Tobón

Risaralda es un departamento que ha recuperado su nivel de crecimiento, luego de un nefasto gobierno conservador que sumió en la más profunda crisis a los municipios e impactó negativamente la estructura de las finanzas públicas.
El regreso a la senda del desarrollo se traduce en el fortalecimiento fiscal, nuevas inversiones públicas, mayores aportes a las variables sociales y recuperación de la gobernabilidad, la seguridad y la tranquilidad.
Se han pavimentado algunas vías departamentales, emprendido proyectos de servicios públicos básicos, dotado a las localidades de escenarios deportivos, provisto a las comunidades más pobres de acceso a la salud y la educación gratuitas, y modernizado equipamientos urbanos que redundan en la calidad de vida de la gente.
Sin embargo, aun queda bastante por hacer para asegurar que Risaralda sea un departamento moderno y competitivo, donde la equidad social sea la variable más importante del desarrollo, lo que significa vencer los índices de miseria y pobreza, asegurar la inclusión de la comunidad en la toma de decisiones, propender por un entorno natural sostenible y crear condiciones económicas óptimas de productividad en los municipios.
Risaralda tiene que estar entre los primeros seis departamentos competitivos del país. Ese es un objeto de corto plazo que se debe trazar el próximo gobierno y para ello, lo primero es priorizar la Agenda de Competitividad, para que no sea un catálogo de buenas intenciones, sino una fórmula real que conduzca al crecimiento y que encauce a los actores económicos y sociales hacia un mismo objetivo.
Se debe examinar el hecho de que muchas localidades del departamento tienen vocación para el turismo, o pueden ser epicentros para actividades comerciales y de servicios, o convertirse en distritos tecnológicos o informáticos, o ser parques de desarrollo industrial, o áreas económicas especiales, o escenarios de investigación biotecnológica.
El departamento tiene que ser más que agricultura y ganadería, dos áreas que no son competitivas, pero que lo podrían ser en la medida en que haya más investigación científica y genética, asistencia técnica especializada, créditos blandos de fomento, creación de empresas agropecuarias y sistemas adecuados de comercialización nacional e internacional.
La realidad del campo risaraldense es que es dependiente del café, sinónimo de pobreza después de la crisis de finales de los años ochenta. Diez de los catorce municipios del departamento basan su economía en este bebestible, cuyos precios actuales convertidos en pesos, son similares a los de hace diez años, lo cual unido a los efectos inflacionarios, han degenerado en un proceso paulatino de ruina. Ese cordón umbilical con el café, es la causa para que haya un déficit del 75% en la provisión alimentaria interna, la cual se supera con importaciones del Tolima, Cundinamarca, Boyacá, Cauca y Nariño.
Para enfrentar estos retos, se necesita que el gobierno seccional sea líder del crecimiento y no un simple actor de la politiquería y la minucia administrativa. Es fundamental que quien ejerza como Gobernador tenga una injerencia decidida en Pereira y Dosquebradas, municipios que deben ser vistos como anclas para jalonar desarrollo hacia el resto del departamento y no como territorios inhóspitos en los que sólo manda el Alcalde.
Una cosa es Risaralda cuando se analiza en todo su contexto, incluyendo el área metropolitana, y una bien distinta cuando sólo se miran los otros doce municipios. Esto indica que es necesario pensar en un esquema de desarrollo complejo donde Pereira pueda irradiar iniciativas que involucren a otras localidades, con lo cual sería posible contener en parte el proceso migratorio que está afectando sustancialmente a la ciudad capital, con costos exorbitantes en la prestación de servicios sociales y públicos.
El futuro de Risaralda se tiene que pensar con esquemas empresariales modernos, con visiones sociales incluyentes y con fórmulas de gobierno alejadas de la corrupción y la política malsana.

miércoles, 30 de mayo de 2007

VIVIENDO EN MEDIO DEL RIESGO

Por Humberto Tobón y Tobón


Durante el Régimen Conservador y en la larguísima jornada de violencia ocasionada por la represión oficial luego de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, se inició un éxodo sin retorno de miles y miles de campesinos que poblaron las incipientes ciudades colombianas de mitad del siglo XX. Estos desplazados empezaron a ubicarse en la periferia, agrandando los villorrios de la zona cafetera y en las laderas de los cerros tutelares de las que más tarde serían las principales capitales del país.

Años más tarde, esa violencia política de los dos partidos tradicionales, se convirtió en un derramamiento de sangre generado por el enfrentamiento entre grupos subversivos de corte comunista con el Establecimiento. Posteriormente, vinieron nuevos actores del conflicto que con la bandera de las autodefensas intentaron limpiar con machetes, sierras y metralla a todo aquel que fuera o pareciera un guerrillero. En medio de esta guerra devastadora surgió el narcotráfico con todo su poder económico y militar y logró juntar en un mismo propósito ilícito a guerrilleros y paramilitares, quienes financiaron sus actividades con la droga.

Se desató una lucha sin cuartel por apoderarse de nuevas tierras y eso llevó a un segundo gran éxodo, también sin retorno, pero en condiciones más dramáticas que el ocurrido cinco décadas atrás. Familias enteras tuvieron que dejar sus parcelas, sus cultivos, sus enseres y sus animales y atravesar durante días y noches agrestes montañas, para llegar a sitios inhóspitos en las afueras de las ciudades y tratar de empezar una nueva vida.

Ese desplazamiento cruel del campo a la ciudad de por lo menos un millón de familias en los últimos veinte años, transformó sustancialmente la demografía del país y afectó el desarrollo urbano, creando problemas críticos de marginalidad, que el gobierno tiene la obligación de entrar a solucionar, sacrificando parte de su gasto militar e invirtiendo en esa muchedumbre que cuelga literalmente en los cerros y que habita terrenos deleznables.

Durante los últimos dos años, se cuentan por centenares los muertos que han ocasionado los movimientos de masa, las inundaciones, los temblores, los incendios y los vientos huracanados en esas tierras del olvido, las mismas que la gente no quiere mirar y que sólo son fotografiadas o filmadas en raras ocasiones por personas extrañas que se ocupan de la defensa de los derechos humanos y que para voceros del gobierno son “terroristas de civil”.

La llegada a las ciudades colombianas de flujos migratorios internos apenas comparables con los que sufre África, está generando unos impactos ambientales que las autoridades no se han atrevido a dimensionar: deforestación de los cerros, afectación de las cuencas hidrográficas, aceleración de la erosión, contaminación por deposición de residuos orgánicos, sólidos y líquidos y propagación de enfermedades críticas como la gastroenteritis, leptospirosis y malaria.

La gente que vive en esta marginalidad no sólo necesita un bocado de comida para no morir de hambre. También requiere sistemas de conducción de aguas negras para que no sigan corriendo por el medio de las calles y propagando olores insoportables; piden vivir lejos de los botaderos de basuras para que sus acompañantes no sean los moscos y zancudos; urgen tener sistemas de acueducto de agua potable, para no tomar el líquido de ríos y quebradas llenos de heces y de químicos; merecen tener vías apropiadas y casas dignas para no tener que trepar como micos hasta sus sitios de habitación y poderse cobijar con algo distinto que cartones y plásticos.

Esta es la lamentable realidad de millones de colombianos que viven en medio del riesgo de morir, no sólo por las balas asesinas que disparan todos los actores del conflicto, sino también tapados por un talud de tierra, o quemados en un incendio, o ahogados por una inundación.


Puede visitar el blog http://www.humbertotobon.blogspot.com/

sábado, 26 de mayo de 2007

LA FIEBRE DE LOS EMBALSES

Por Humberto Tobón y Tobón

Es absolutamente cierto que la humanidad requiere embalses para generar electricidad, regular el cauce de los ríos, tener reservas para las épocas de escasez, facilitar el riego en proyectos agrícolas y asegurar el abastecimiento de acueductos. Pero también es cierto que a los gobiernos del mundo se les está yendo la mano con esta clase de infraestructuras, cuyos impactos ambientales son inocultablemente dañinos, porque no permiten la oxigenación de su agua lo cual agota la vida dentro del embalse; impiden la fertilidad de los valles al no poderse irrigar la tierra con nutrientes; son focos de enfermedades peligrosas como la leishmaniasis y la malaria dado que en sus aguas putrefactas se reproducen los insectos transmisores; y afectan la calidad de vida de la gente por la producción de gas sulfhídrico que emite malos olores.

En el mundo existen cerca de 38.000 embalses de más de 15 metros de profundidad y por lo menos un centenar de más de 150 metros concentrados en 50 países, lo que ha originado gravísimos problemas sociales, políticos y económicos para comunidades que vieron disminuir el caudal de sus ríos, e incluso, muchas regiones jamás volvieron a sentir pasar por el lecho de sus tradicionales afluentes una sola gota de agua.

La decisión de construir estas presas surge de la iniciativa gubernamental, que sólo se detienen a mirar un ángulo de la realidad: la necesidad de contener agua para proyectos hidroeléctricos y eventualmente productivos; pero se abstienen de analizar los efectos que este tipo de decisiones ocasionan, especialmente por el obligatorio desplazamiento de miles de familias, la inundación de hectáreas productivas y la afectación de las relaciones socioculturales de las personas que se encontraban localizadas donde ahora se erigen las majestuosas moles de hormigón.

Los embalses retienen el 60% del caudal de las aguas de los ríos del mundo, o sea, alrededor de 5.500 kilómetros cúbicos de agua dulce, con las que se producen 2.000 Twh de energía eléctrica[2]

Frente a los evidentes daños ambientales que la proliferación de embalases ha irrigado por todo el mundo, miles de personas han elevado su voz de protesta, cada vez más airada y con más argumentos técnicos, políticos y económicos, para impedir que se siga encapsulando un recurso que debe correr libre para poder ser utilizado por la mayor cantidad posible de seres humanos[3]. Producto de la resistencia social el 14 de marzo de todos los años se conmemora el Día Internacional contra los grandes embalses, aprobado en 1997 en un encuentro realizado en Curitiba – Brasil en el que se participaron representantes de comunidades afectadas por represas.

La situación de Colombia en este tema es preocupante, dado que afecta directamente a las comunidades que limitan con los 24 embalses que están en funcionamiento y que acumulan cerca de 1.000 millones de metros cúbicos de agua, los cuales están destinados casi que exclusivamente a la generación hidroeléctrica. También impacta a las personas, organizaciones y proyectos productivos que requieren tomar las aguas sobrantes de las represas. Las preocupaciones radican en el hecho de que el manejo técnico que se hace de estas presas es bastante deficiente en términos de tiempo de retención de las aguas, ausencia de limpieza previa de los terrenos antes de las inundaciones, mala calidad de las aguas que los surten periódicamente e ineficiente tratamiento que se les hace durante la operación.

El inadecuado manejo de embalses ha obligado a la intervención del Ministerio del Ambiente en Colombia, pero sus decisiones, bastante tolerantes, no se han convertido en un elemento definitivo para superar el problema de eutrofizados, que no sólo genera malos olores (quienes llegan a Bogotá por el sur sienten los olores nauseabundos del Muña) sino también daños irreparables a los ríos donde vierten sus aguas y, además, incuba un grupo de insectos que pone en serio riesgo la vida de los habitantes cercanos.

La falta de políticas claras por parte del Minambiente y de muchas autoridades ambientales en torno al manejo de los embalses se debe a los intereses económicos de las hidroeléctricas, pues prefieren arriesgar el bienestar de la gente y permitir altos niveles de contaminación y degradación de los recursos, antes que ordenar el cierre de las presas para que sean sometidas a revisiones técnicas y disminuyan sus impactos naturales, los cuales son mayores que los resultados positivos que se pueden obtener de producir y vender energía.


[2] José Santamarta Flórez director de World Watch. Revista World Watch nº4. Tomado de www.ecoportal.com
[3] Según Nacionales Unidas, 1.200 millones de personas en el planeta no tienen fácil acceso a agua potable.

LOS DEPREDADORES AMBIENTALES

Por Humberto Tobón y Tobón

Ojalá no existieran normas legales de protección ambiental para muchos empresarios privados, quienes las consideran talanqueras para sus propósitos de ensanchar inversiones e incrementar utilidades.

Estos empresarios se duelen porque hay una legislación ambiental que los sanciona cuando arrojan desechos químicos a los ríos, o ubican chimeneas en las fábricas, o hacen ruido excesivo en áreas residenciales, o lanzan a la calle los residuos peligrosos. Sus voces se levantan airadas porque esa clase de actitudes del gobierno son las que impiden que haya más crecimiento económico.

Un grupo muy representativo de inversionistas no creen que sea transparente la internalización de los costos de abatimiento de la contaminación, y defienden la tesis de que estos deben ser asumidos por toda la sociedad. En su concepto el principio de que “quien contamina paga” afecta sus niveles de competitividad, pues deben traspasar esos costos a los compradores finales de sus mercancías.

Para los miembros de este “exclusivo club de contaminadores”, las exigencias que hacen las autoridades comerciales de la Unión Europea sobre producción limpia, no son más que barreras paraarancelarias. Son contrarios a que sus gobiernos se sienten a negociar tratados bilaterales donde se planteen condiciones ambientales y fitosanitarias mínimas.

No están de acuerdo con el ISO 14.000, ni con los Sellos Verdes, ni con empaques reciclables. Mucho menos con impuestos por contaminación, ni con instrumentos económicos ni con medidas coercitivas.

Son indiferentes a los impactos negativos de sembrar ciertas especies que deterioran la calidad de la tierra. Atacan a las organizaciones ambientalistas que aconsejan no seguir ampliando las zonas agrícolas. Se duelen porque no se puede explotar comercialmente el bosque natural.

Son defensores a ultranza del uso ilimitado del carro. No creen en los informes científicos sobre el calentamiento global. Aman la gasolina y promueven estudios para que defiendan los beneficios de la combustión del carbón.

Esta cofradía de empresarios auspicia urbanizaciones para la pobrería en tierras susceptibles de riesgos por inundaciones, movimientos en masa o erosión. Son destacados comerciantes de fungicidas e insecticidas. Invierten en negocios relacionados con aerosoles y clorofluorocarbonados.

El poder que ejercen social, económica y políticamente es de tal magnitud que hace que muchas decisiones de gobierno sean echadas para atrás, pues afectan sus intereses particulares. Sin embargo, en ocasiones se encuentran con funcionarios responsables que no están dispuestos a ceder a sus caprichos. Este fue el caso de la CARDER[2], donde su equipo directivo se ha negado sistemáticamente a permitir que constructores privados (e incluso, públicos) desarrollen proyectos habitacionales en zonas que no cuentan con servicios públicos básicos; en terrenos inestables que pondrían en serio riesgo a las familias; en zonas que no tienen posibilidades de hacerle un tratamiento adecuado a las aguas residuales; y en sectores donde sería necesario deforestar muchas hectáreas de bosque.

La actitud asumida por la CARDER descuella ante la indiferencia de funcionarios públicos, quienes prefieren proteger el capital privado antes que al interés general. Es más valiosa para ciertas autoridades una zalema de los empresarios que la protección del medio ambiente.

Los dueños del capital que son insensibles a la tragedia ambiental, los funcionarios abyectos y los ciudadanos desinformados, deben comprender que el mundo está mirando con mayor atención lo que le está ocurriendo a la naturaleza, y por eso los jefes de las siete grandes naciones se centraron en analizar la relación pobreza-ambiente, y luego en la conferencia económica mundial de Davos, hablaron por primera vez de los efectos de la contaminación y el calentamiento global.

El mundo está mirando con desprecio a los depredadores ambientales.

[2] Autoridad ambiental en el departamento de Risaralda - Colombia

NUEVOS RICOS EN COLOMBIA

Por Humberto Tobón y Tobón

La Directora Nacional de Planeación, Carolina Rentería, ha dado a conocer la noticia más importante de la década: La ocurrencia del “milagro colombiano”, consistente en que durante los cuatro últimos años el 11% de la población se volvió rica, debido a que gana por lo menos 460 dólares al mes. En otras palabras hay un 11% menos de pobres.

La funcionaria también ha dicho, sin sonrojarse, que el ingreso del 20% de los ciudadanos más ricos se disminuyó en el 8%, en contraste con el 50% de los más pobres que vieron cómo sus alforjas crecían un 36%. O sea, que el crecimiento económico fue a parar a manos de los pobres y que los “pobres ricos” de la construcción, las telecomunicaciones, la banca, los automotores y las manufacturas apenas sí se beneficiaron un poquito con el buen comportamiento del PIB.

La señora Rentería, con una serenidad pasmosa, cuenta que en general el ingreso de los nacionales dentro del país creció un 18% durante los últimos cuatro años, sin que explicara el efecto de la reforma laboral que le quitó a los trabajadores horas extras y recargos nocturnos.
En su cara no se produjo ningún rictus cuando dijo que el estudio de la Misión para la Erradicación de la Pobreza y la Desigualdad se realizó en once ciudades y no explicó por qué no se incluyó en esa investigación al departamento del Chocó, donde según la Defensoría del Pueblo murieron 37 niños de hambre en los últimos meses.

En su exposición no hizo contrastaciones con el aumento del nivel de desempleo revelado por el DANE, ni se refirió al anuncio de Bienestar Familiar de que en la Costa Atlántica y el Eje Cafetero, entre el 45% y el 60% de los niños están desnutridos. Tampoco hizo alusión al informe de la Superintendencia de Servicios que reconoce que el 53% de la población colombiana no tiene acceso a agua potable.

Su expresión fue de alegría al afirmar que la pobreza en Cartagena se redujo en el 67%. Cartagena es un larguísimo cordón de miseria, donde la gente no tiene empleo, ni servicios públicos, ni vías pavimentadas, ni familias integradas, ni educación para los niños.
Para la señora Rentería no tienen ninguna importancia la desnutrición, el desplazamiento, la ausencia de saneamiento básico, el desempleo y la marginalidad social en el cálculo de la pobreza colombiana. Lo sustancial para ella era dividir las utilidades obtenidas por la economía entre 41 millones de personas y afirmar que ahora hay 1,2 millones de nuevos ricos en el país.

Y además, la funcionaria estuvo movida por un ánimo patriótico: defender al presidente Uribe y mostrar que sí hay política social y que no son ciertas las clasificaciones internacionales que dicen que Colombia es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo.

EL AGUA Y LOS CONFLICTOS POLITICOS

Por Humberto Tobón y Tobón

Durante las diferentes cumbres mundiales relacionadas con el medio ambiente, siempre ha surgido la crisis del agua como un tema central en las discusiones. Producto de ello se han firmado acuerdos tendientes a reducir entre 2000 y 2015 el número de personas con carencia de agua potable e instalaciones sanitarias básicas. En otras palabras, se pretende asegurar agua para 1.000 millones de personas, o sea, incorporar al sistema de abastecimiento a 182.000 diariamente. Las inversiones iniciales se calculan en $12.000 millones de dólares anuales a nivel mundial, lo que deja claro que la crisis se puede superar si hay buenos gobiernos comprometidos con políticas eficientes en favor de este recurso.

Sin embargo, los resultados de esos acuerdos multilaterales se han quedado en retórica, pues en el primer lustro del siglo XXI no se tomaron las decisiones políticas necesarias para romper la tendencia creciente de la contaminación del agua y la caída de su oferta. “En los últimos 25 años no se ha alcanzado prácticamente ninguno de los objetivos trazados para mejorar la gestión de los Recursos Hídricos” (ONU)

Es evidente un alto grado de desinterés de la mayoría de los dirigentes mundiales por la ocurrencia de esta crisis del agua, la que según las Naciones Unidas gravita sobre el planeta y causará grandes penurias a las personas que viven en los países en vía de desarrollo.

La carencia del liquido se ha extendido a tal velocidad, que incluso afecta a aquellos países con grandes reservas, que no las pueden consumir dados los altos niveles de contaminación y la imposibilidad económica para enfrentar la potabilización.

Esta realidad política que encierra el tema del agua, tendrá repercusiones drásticas en todo el mundo, al punto de disminuir la capacidad de muchos países para alimentar a las familias y prevenir daños en su salud.

El abastecimiento cada vez menor, unido al crecimiento constante de las ciudades por la presión de un número mayor de habitantes, ha llevado a que muchos analistas consideren que es posible que se desate un conflicto mundial para tener el dominio de las fuentes de agua. El botín ya no sería el petróleo.

En la comunidad internacional es claro que el agua sirve como un arma estratégica en términos políticos y económicos. La siguiente historia es muy ilustrativa: Turquía realiza grandes proyectos hidroeléctricos utilizando las aguas del Tigris y el Éufrates y no le permite a su vecino Irak (aguas abajo) acceder fácilmente al líquido si este no le oferta petróleo a bajo precio. Dicho de una manera más clara: si hay petróleo barato se permite que las aguas fluyan. Si aquello no sucede, simplemente se represa el caudal de esos dos importantes ríos.

Los ríos que tienen más posibilidades de convertirse en focos de hostilidad son aquellos que no garantizan la mínima cantidad de agua para satisfacer toda la demanda y, además, que no están regulados por tratados relacionados con la distribución equitativa del líquido entre los países que hacen parte de una misma cuenca. Los ejemplos más sobresalientes de esos posibles focos son: Ganges, Nilo, Jordán, Tigris-Eufrates, Amy Dar’ya y Syr Dar’ya.

Naciones Unidas ha alertado sobre la necesidad de que los políticos y la sociedad civil se enteren sobre cuáles son las causas de la crisis, para que tomen mejores decisiones, pues si eso no ocurre, este recurso se volverá más escaso, costoso y centro neurálgico de conflictos.