sábado, 26 de mayo de 2007

LA FIEBRE DE LOS EMBALSES

Por Humberto Tobón y Tobón

Es absolutamente cierto que la humanidad requiere embalses para generar electricidad, regular el cauce de los ríos, tener reservas para las épocas de escasez, facilitar el riego en proyectos agrícolas y asegurar el abastecimiento de acueductos. Pero también es cierto que a los gobiernos del mundo se les está yendo la mano con esta clase de infraestructuras, cuyos impactos ambientales son inocultablemente dañinos, porque no permiten la oxigenación de su agua lo cual agota la vida dentro del embalse; impiden la fertilidad de los valles al no poderse irrigar la tierra con nutrientes; son focos de enfermedades peligrosas como la leishmaniasis y la malaria dado que en sus aguas putrefactas se reproducen los insectos transmisores; y afectan la calidad de vida de la gente por la producción de gas sulfhídrico que emite malos olores.

En el mundo existen cerca de 38.000 embalses de más de 15 metros de profundidad y por lo menos un centenar de más de 150 metros concentrados en 50 países, lo que ha originado gravísimos problemas sociales, políticos y económicos para comunidades que vieron disminuir el caudal de sus ríos, e incluso, muchas regiones jamás volvieron a sentir pasar por el lecho de sus tradicionales afluentes una sola gota de agua.

La decisión de construir estas presas surge de la iniciativa gubernamental, que sólo se detienen a mirar un ángulo de la realidad: la necesidad de contener agua para proyectos hidroeléctricos y eventualmente productivos; pero se abstienen de analizar los efectos que este tipo de decisiones ocasionan, especialmente por el obligatorio desplazamiento de miles de familias, la inundación de hectáreas productivas y la afectación de las relaciones socioculturales de las personas que se encontraban localizadas donde ahora se erigen las majestuosas moles de hormigón.

Los embalses retienen el 60% del caudal de las aguas de los ríos del mundo, o sea, alrededor de 5.500 kilómetros cúbicos de agua dulce, con las que se producen 2.000 Twh de energía eléctrica[2]

Frente a los evidentes daños ambientales que la proliferación de embalases ha irrigado por todo el mundo, miles de personas han elevado su voz de protesta, cada vez más airada y con más argumentos técnicos, políticos y económicos, para impedir que se siga encapsulando un recurso que debe correr libre para poder ser utilizado por la mayor cantidad posible de seres humanos[3]. Producto de la resistencia social el 14 de marzo de todos los años se conmemora el Día Internacional contra los grandes embalses, aprobado en 1997 en un encuentro realizado en Curitiba – Brasil en el que se participaron representantes de comunidades afectadas por represas.

La situación de Colombia en este tema es preocupante, dado que afecta directamente a las comunidades que limitan con los 24 embalses que están en funcionamiento y que acumulan cerca de 1.000 millones de metros cúbicos de agua, los cuales están destinados casi que exclusivamente a la generación hidroeléctrica. También impacta a las personas, organizaciones y proyectos productivos que requieren tomar las aguas sobrantes de las represas. Las preocupaciones radican en el hecho de que el manejo técnico que se hace de estas presas es bastante deficiente en términos de tiempo de retención de las aguas, ausencia de limpieza previa de los terrenos antes de las inundaciones, mala calidad de las aguas que los surten periódicamente e ineficiente tratamiento que se les hace durante la operación.

El inadecuado manejo de embalses ha obligado a la intervención del Ministerio del Ambiente en Colombia, pero sus decisiones, bastante tolerantes, no se han convertido en un elemento definitivo para superar el problema de eutrofizados, que no sólo genera malos olores (quienes llegan a Bogotá por el sur sienten los olores nauseabundos del Muña) sino también daños irreparables a los ríos donde vierten sus aguas y, además, incuba un grupo de insectos que pone en serio riesgo la vida de los habitantes cercanos.

La falta de políticas claras por parte del Minambiente y de muchas autoridades ambientales en torno al manejo de los embalses se debe a los intereses económicos de las hidroeléctricas, pues prefieren arriesgar el bienestar de la gente y permitir altos niveles de contaminación y degradación de los recursos, antes que ordenar el cierre de las presas para que sean sometidas a revisiones técnicas y disminuyan sus impactos naturales, los cuales son mayores que los resultados positivos que se pueden obtener de producir y vender energía.


[2] José Santamarta Flórez director de World Watch. Revista World Watch nº4. Tomado de www.ecoportal.com
[3] Según Nacionales Unidas, 1.200 millones de personas en el planeta no tienen fácil acceso a agua potable.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En Argentina estamos bastante afectados con esta clase de embalses. Los hay grandes y pequeños. Todos se creen con el derecho de retener el agua. Los efectos ambientales en muchas provincias han sido dañinos. Incluso hay zonas donde los campesinos no pudieron volver a producir porque el agua está casi extinguida.

Anónimo dijo...

Doctor Tobon: Muchas gracias por este y todos los artículos y mensajes que me envia. Aunque dispongo de muy poco tiempo, siempre le hago una trampita a mi
agenda y los leo, porque ya se que siempre son reflexiones y mensajes
muy serios que nos haran tomar conciencia del cuidado que merece el medio ambiente. Reiterando mis mas sentidos agradecimientos me suscribo de ud. cordialmente

Anónimo dijo...

Humberto.... he leído el documento y como ambientalista tengo tres elementos que me ímportante fortalecer en el artículo:
En primera instancia los embalses no son una necesidad, exiten otras formas alternativas, ambientalmente sostenibles y suficientemente rentables de producir energía electica, desde una perspectiva mas democrática, solidaria y con menores impactos amibentales.
Colombia posee 38000 rios con caudales entre los 5 y los 10 metros cúbicos de agua pos segundo, con los cuales se podría generar energía para todo sur america a partir de un sistema de microcentrales ordenadas y planificadas adecuadamente, sin embargo la lógica del mercado, la imposición tecnológica y la necesidad de resolver los suministros de agua a las grandes haciendas de los terratenientes supone una lógica casi feudal en la administración del recurso hidrico.
En segunda instancia nuestros rios, la mayoría con origen en las altas montañas del sistema andino, son poco eficientes cuando de generar grandes embalses se trata, pues los procesos de acumulación sedimentaria y la deforestación producto de la expotación agricola y pecuaria hacen de estos fuentes de agua poco reguladas, generando desequilibrios ecosistemicos que van en detrimento de la calidad del agua que consumen los seres humanos.
Los grandes embalses y su tragica ruta son relativamente funcionales en paises que poseen grandes planicies y que enfrentan la dinámica climatica de las estaciones, pues el verano y el invierno son epocas de escaces de agua y la primavera y el otoño son epocas de acumulación. Sin embargo es fundamental comprender que estudios recientes determinan significativos impactos a nivel de la tectónica de placas, agudizando en algunas zonas los problemas geológicos de las placas superficiales y en otras incrementos desmedidos en la sismicidad.
Finalmente creo que el problema de los embalses termina convirtiendose en el problema de la lógica de los mercados del agua, los cuales seran condicionados en el futuro más proximo por el gigante del norte que atropella los intereses de los pueblos oprimidos del mundo.....

Anónimo dijo...

por k inundas con spams????
a kien le interesa tus adefesios????

deja de mandar tus toterias a mi correo