martes, 25 de octubre de 2022

NO QUIEREN A LAS MUJERES FUTBOLISTAS

 

No son suficientes sus triunfos en los torneos internacionales ni el aumento del afecto popular en su favor, para que las mujeres futbolistas sean reconocidas y respetadas por los dirigentes del fútbol colombiano, para quienes ellas son “unas aficionadas” que no merecen premios.

Las voces de la Federación Colombiana de Futbol, la Dimayor y de muchos dirigentes de equipos profesionales, es de menosprecio por los logros alcanzados por las diferentes selecciones femeninas de balompié, en contravía de lo que piensan la prensa deportiva y la afición futbolística, que está llenando estadios.

Los nombres de Linda Caicedo, Tatiana Ariza, Melissa Ortiz, Paula Forero, Yoreli Rincón, Carolina Arias, Daniela Montoya, entre muchas otras, están en las primeras páginas de la prensa especializada, que las reconoce como figuras fulgurantes del fútbol internacional.

En la orilla contraria a la misoginia que se evidencia entre dirigentes del fútbol, hay resultados contundentes que ofrecen un aire fresco en este deporte, como el paso a las semifinales del mundial femenino Sub17 en India; los cuartos de final en el mundial Sub20 en Costa Rica; los octavos de final en el mundial mayores en Canadá y la clasificación de la selección absoluta al mundial de Nueva Zelanda y Australia en 2023. Para completar, América y Cali están en las semifinales de la Copa Libertadores de América.

Las palabras del presidente de la Federación de Fútbol, Ramón Jesurún, no pueden ser más lapidarias: "Hay que entender que el fútbol femenino apenas tiene 15 años de evolución y lo comparamos con el fútbol masculino que tiene más de cien años. La gente a veces es muy alegre". Estas afirmaciones obligan a recordar lo que han sido los resultados de la centenaria selección.

El balance deportivo de la selección Colombia de fútbol masculino, no puede ser más deprimente. En los 94 años de existencia de la Federación Colombiana de Fútbol, sólo se ha obtenido un título en la categoría mayores: la Copa América de 2001. Los de la sub20 y sub17 han conquistado tres títulos sudamericanos cada uno, el último de ellos en 2013. Y tres títulos en la Copa Libertadores.

De los veintidós mundiales de fútbol de la categoría mayores disputados desde 1930, Colombia ha clasificado a seis. En tres de ellos quedó eliminada en la primera ronda, en dos en octavos y uno en cuartos de final. En las seis presentaciones la selección ha jugado veintidós partidos, de los que ha ganado nueve, perdido diez y empatado tres. A pesar de estos resultados tan pobres, los colombianos no escatimamos esfuerzos y ánimos para acompañar los futbolistas, empujados por un patrioterismo deportivo que se ha convertido en el único motivo nacional que nos une de verdad.

Hoy ese orgullo por los colores nacionales, se ha trasladado a las selecciones femeninas, que están haciendo historia, a pesar de que dirigentes del fútbol no las quieren, al punto de obstaculizar la realización de su torneo profesional en Colombia.

lunes, 17 de octubre de 2022

YA VOY TOÑO

 


El profesor de la Universidad Católica de Risaralda, Antonini de Jiménez, defendió y justificó el genocidio de casi 50 millones de indígenas durante los periodos de la conquista y la colonia, la mayoría cometidos por los españoles desde México hacia el sur.

Jiménez, a quienes sus allegados y alumnos lo llaman “toñito”, diminutivo de Antonini, aseguró que no había posibilidades de una reconciliación dialéctica entre una civilización (española) y otra que no era una civilización (comunidades indígenas), lo que implicó “que una tenía que perecer. ¿Cuál?, la primitiva”.

Y en medio de una mueca burlona, “toñito” aseguró que ese perecimiento lo sufrieron los ibéricos a manos de los fenicios. Y con total naturalidad afirmó que “en Europa nadie tiene un problema en aceptar esto, como tenían que hacer los indígenas de mano de occidente, y bendito sea el Señor, que así ocurrió”.

“Toñito”, quien dice ser doctor en economía y se autocalifica como filósofo autodidacta, habló en un foro en la Asamblea de Risaralda, a propósito de la conmemoración de la invasión española hace 530 años.

Pasando por alto el aniquilamiento de los millones de indígenas por parte de la corona española, durante más de tres siglos, afirmó que era necesario poner en la balanza el oro que se robaron y lo que ellos dejaron en materia cultural, religiosa, económica, comercial, lingüística e institucional. “¿Cuánto vale esto y cuánto vale el oro?, para ver quien sale a deber”.

Y con liviandad académica y argumental, “toñito” concluye que “si España no hubiera venido, acá, no se hablaría español hoy. Acá no habría mestizos”.

El profesor Jiménez Castillo tiene toda la libertad de expresar sus ideas, pero claramente no tiene derecho a justificar aquí uno de los más grandes genocidios de la historia, que va en contra de la memoria y los derechos ancestrales de dos millones de indígenas que viven en Colombia y de los miles y miles de africanos esclavizados que murieron, tratados como animales, durante la Colonia española.

A mí me indignan las palabras de Antonini, y me desconcierta, en grado sumo, que los intelectuales locales guarden silencio ante semejante justificación de un genocidio en suelo americano, pero se rasguen las vestiduras por el ascenso del neofascismo europeo. Incomprensible.

A “toñito”, quien fue un vocero radical antivacuna durante la pandemia de Covid 19, supuestamente “en nombre de la libertad”, es bueno recodarle que los pueblos indígenas no necesitaban un idioma, porque tenían 1.200.

En América vivían alrededor de 60 millones de nativos, que formaron unas culturas sólidas, con organización social y política eficiente, distribución igualitaria del trabajo, habilidades excepcionales en la agricultura, constructores fenomenales y con un comercio dinámico entre lo que hoy llamamos norte y sur.

Para finalizar, imagínense una escena como la protagonizada por este profesor español, pero en la Knéset​, el parlamento de Israel, defendiendo la teoría de que la Alemania de Hitler tenía derecho a imponer su “superioridad racial” y que los judíos debían agradecer sin chistar. Ya voy Toño.

*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy subgerente de planeación regional.