sábado, 19 de diciembre de 2009

Un balance con saldo en rojo

El primer año de trabajo del alcalde de Pereira, Israel Londoño, no fue objeto de mayores críticas. La gente era consciente de que todo el esfuerzo gubernamental debía concentrarse en la elaboración del Plan de Desarrollo, en la homogenización del Presupuesto y en el diseño de la estrategia para el cumplimiento de los pagarés sociales. Aunque las ejecutorias fueron muy pocas, la opinión pública le dio un margen de espera al burgomaestre y siguió depositando en él su confianza.

Para el segundo año las cosas cambiaron drásticamente. Londoño es objeto de durísimos cuestionamientos, debido a que existe la percepción de que él no ha sido efectivo en la lucha contra el desempleo y que le cuesta demasiado avanzar en la ejecución de las obras de infraestructura.

Para escribir este artículo, tuve la ocasión de conversar con periodistas, dirigentes políticos, voceros gremiales, líderes sociales y funcionarios de la Alcaldía. A todos les pregunté cuál era su concepto de la gestión cumplida por el gobierno municipal. En general, la respuesta que obtuve es que la administración está muy confundida frente a la dimensión de los problemas que le ha tocado enfrentar.

Los entrevistados, mayoritariamente, creen que el Alcalde de Pereira no está preparado para gobernar en estos momentos de crisis y debido a ello no ha sido capaz de definir un norte seguro para la acción. Por esto, sus actuaciones buscan esencialmente impactos mediáticos, apelando más a la audacia que a la efectividad,

La circunstancia de un desempleo que galopó desde el 13,4% al inicio del gobierno del dr. Londoño en 2008, hasta el 23,1% en septiembre de 2009, es un obstáculo para su tarea gubernamental, pues no sólo desnudó su falta de previsión frente a los problemas que acechan a la ciudad, sino también su incapacidad para encontrar los instrumentos que permitan superar este fenómeno socioeconómico.

A todo esto se agrega que la Alcaldía está llena de compartimientos. En ella hay varios reinados políticos que hacen imposible la coordinación intersectorial e interinstitucional, impidiendo alcanzar consensos sobre las soluciones que se necesitan. En consideración de funcionarios, los intereses del Alcalde no siempre son interpretados y ejecutados por los Secretarios y Gerentes, quienes se mueven más en la dinámica de lo que piensan y persiguen los concejales y parlamentarios, que son los dueños de sus puestos burocráticos. En estas condiciones, el Alcalde tiene muy pocas posibilidades de ejercer liderazgo, lo cual se evidencia en el resultado de su gestión.

Para el tercer año, lo ideal sería que el dr. Londoño pudiera liberarse de las ataduras políticas y liderar un plan de inversiones sociales y de obras públicas, que le permitan presentar un balance, no sólo de resultados cuantitativos basado en la ejecución presupuestal, sino de impactos sobre el bienestar y el desarrollo humano.

martes, 1 de diciembre de 2009

EL EMPLEO EN PEREIRA NO REACCIONA

Como es apenas obvio, el paulatino deterioro de la economía pereirana ha tenido dramáticos efectos sobre el empleo en la ciudad. Son varias las causas. El comercio con Ecuador y Venezuela está en niveles críticos, con graves perjuicios para la industria manufacturera local. Las ventas al detal presentan un gran descenso debido a la crisis económica, pero también porque los compradores de los municipios vecinos ya no vienen hasta la ciudad buscando el gancho de las grandes superficies que ya encuentran en Armenia y Manizales. Las inversiones públicas del gobierno central se han concentrado en Caldas y Quindío, en tanto que Risaralda apenas sí aparece en algunas partidas del presupuesto nacional. Las remesas provenientes de España y Estados Unidos, ingreso importante para las familias de cientos de migrantes, se han reducido por la fuerte depresión financiera y el paro laboral en esos países.

Estos acontecimientos explican en gran medida por qué Pereira, con un desempleo del 21,9%, está en peores condiciones que Quibdó (19,5%), Armenia (18,2%), Pasto (17,5%) y Popayán (17%). Pese a ello, la dirigencia de la ciudad no ha sido capaz de enfrentar el fenómeno de la desocupación con verdaderas acciones de choque. El Alcalde, los voceros gremiales y los líderes políticos se han quedado en la queja lastimera, a la espera de una respuesta compasiva del gobierno nacional que todavía no llega.

Un reciente sondeo de opinión del periódico La Tarde, realizado entre 425 personas, mostró que el 70% de ellas consideran que en Pereira no se están tomando las medidas necesarias para frenar el desempleo. Y tienen toda la razón. En las últimas dos semanas tuve la ocasión de estar en Bucaramanga e Ibagué y hablar con sus dirigentes locales. En ambas ciudades se percibe un ambiente de optimismo por la recuperación de sus economías, pero muy especialmente por estar alejados de la indignidad que representa liderar las tasas de desempleo en el país. Es claro que las dos capitales tienen unos alcaldes que se la han jugado a fondo con la inversión en obras de infraestructura. Además, dichos mandatarios están apostándole a proyectos productivos, nuevas inversiones de capital privado, oferta de créditos blandos de largo plazo y constantes ruedas de negocios con compradores nacionales e internacionales.

Es evidente que las fórmulas de solución están ahí. Lo que se requiere es voluntad política para hacer la tarea, decisión administrativa para liderarla y funcionarios calificados para ejecutarla. Pero también se necesita de un sector privado que no se esconda detrás de los escritorios y ponga la cara, no con declaraciones sino con acciones.