lunes, 13 de noviembre de 2023

A QUINCE MINUTOS


La propuesta francesa de “las ciudades de quince minutos”, que se ha plasmado en varias ciudades europeas y que está buscando nicho en latinoamérica, es un reto de la planeación urbana, que además de los preceptos técnicos, está signado por las decisiones políticas, la inversión pública, el compromiso del capital privado y el interés y aceptación social.

Lo que se propone con esta idea, es que en un recorrido de quince minutos, que se pueda hacer  en cualquier medio de locomoción, las personas puedan desarrollar la mayoría de sus actividades cotidianas, incluyendo, en la medida de las posibilidades, los lugares de trabajo y estudio.


Los largos y tediosos desplazamientos de las personas para cumplir con sus actividades académicas y laborales, que llegan a costarles cerca de una semana completa al año dentro de un vehículo, la mayoría de ellos de transporte público, es una de las razones para pensar que tanto estas como otras acciones, tal es el caso de la recreación y el comercio, se puedan realizar en trayectos más cortos y que estos sean a pie o en bicicleta.


Esto que suena muy atractivo, se enfrenta a la realidad de unas ciudades construidas sobre la base de la separación de las actividades sociales y económicas, tal como se impuso en el ordenamiento territorial en buena parte del siglo XX.


Para la mayoría de los planificadores urbanos era impensable mezclar en un mismo espacio las actividades industriales, comerciales, académicas, recreativas y residenciales. En general, ellas debían tener sus propios espacios, lo que significó para las personas desplazamientos continuos, que han terminado por afectar seriamente su calidad de vida.


Ahora que surge la idea de que la mayoría de las actividades de las familias estén más cerca, hay que conquistar la aceptación popular y trabajar con la gente en el modelo de ordenamiento de su territorio, por lo que es sustancial que los capitales privados se involucren, porque finalmente es la cohesión de estas fuerzas, junto con el interés institucional del gobierno, lo que puede lograr revolucionar la manera como se vive en las ciudades.


Un hecho que ha ayudado bastante a acelerar la nueva visión del desenvolvimiento de las ciudades es el acelerado proceso de las comunicaciones virtuales, generado por las restricciones que se produjeron durante la pandemia de Covid 19 en todo el mundo. La virtualidad académica y laboral ha abierto alternativas a la manera cómo se debería gestionar la actividad urbana.


Si hay teletrabajo, es evidente que habría menos presiones sobre el transporte, lo que debería generar menores congestiones viales y, por ende, la posibilidad de que la gente pueda tener desplazamientos cortos para encontrar lo que necesita para su cotidianidad: almacenes, cines, parques, gimnasios, coworking, bancos, instituciones gubernamentales, centros académicos, centros de salud, restaurantes, etc. 


Una idea de estas dimensiones, que pone patas arriba el tradicional concepto de un territorio ordenado por estanques, obliga a pensar en la multicentralidad, que también representa un golpe al monocentrismo, que aún persiste, incluso, en las grandes metrópolis.

viernes, 3 de noviembre de 2023

¿ES PEREIRA UN BUEN VIVIDERO?

Tomó fuerza desde hace varios meses el concepto de que Pereira es un “buen vividero”. ¿Qué es eso? Uno se puede imaginar que el mensaje que están enviando es el de que en Pereira se puede vivir cómodamente, con muchas facilidades y que es un territorio acogedor.


¿Ese “buen vividero” es un espacio sólo para que la gente venga a vivir? Porque si es así, entonces la ciudad debe asegurar una más alta oferta de servicios sociales y ampliar la disposición de servicios públicos básicos.


El “buen vividero” le debe ofrecer a un grupo cada vez mayor de personas, más vías, más transporte público, más seguridad, mejores espacios de recreación y ocio y un ambiente descontaminado.


Mantener el título del “mejor vividero de Colombia”, significa más inversión pública, menores índices de pobreza y mayor atracción de capitales productivos para poder generar ingresos fiscales y empleo.


Lo ideal de ser un “buen vividero”, es que se empiece a atraer una fuerza laboral especializada, un comercio más dinámico y nuevas ofertas académicas.


Vale la pena que el nuevo gobierno municipal promueva un debate sobre este tema, para determinar el impacto socioeconómico que ha tenido la promoción nacional, cada vez más fuerte, de que Pereira es ese gran vividero que todos anhelan.


Mucha gente ha llegado a vivir a Pereira. Las cifras de los últimos años mostraron un crecimiento acelerado de la construcción de vivienda en todos los estratos socioeconómicos. Algo que dinamizó la economía local. Los nuevos residentes en la ciudad, son esencialmente personas ya retiradas del mercado laboral, que quieren mejorar su calidad de vida y que salen huyendo de la azarosa cotidianidad de las grandes capitales.


Este fenómeno migratorio de personas mayores, ha hecho que Pereira y en general el eje cafetero, se convierta en la región del país con mayores índices de envejecimiento; en tanto, los jóvenes están migrando hacia otras ciudades y países en búsqueda de mejores oportunidades académicas y laborales. Muy pocos regresan y el territorio ve cómo se agota su “bono demográfico”.


Una ciudad en la que el promedio de edad de sus habitantes está creciendo aceleradamente, debe empezar a adoptar modificaciones sustanciales en la distribución de los recursos de la inversión pública, porque se requerirán partidas presupuestales más gruesas para atender a los adultos mayores y, tal vez, menos dinero para jardines infantiles y escuelas. ¿Eso es lo que se quiere?