sábado, 19 de diciembre de 2009

Un balance con saldo en rojo

El primer año de trabajo del alcalde de Pereira, Israel Londoño, no fue objeto de mayores críticas. La gente era consciente de que todo el esfuerzo gubernamental debía concentrarse en la elaboración del Plan de Desarrollo, en la homogenización del Presupuesto y en el diseño de la estrategia para el cumplimiento de los pagarés sociales. Aunque las ejecutorias fueron muy pocas, la opinión pública le dio un margen de espera al burgomaestre y siguió depositando en él su confianza.

Para el segundo año las cosas cambiaron drásticamente. Londoño es objeto de durísimos cuestionamientos, debido a que existe la percepción de que él no ha sido efectivo en la lucha contra el desempleo y que le cuesta demasiado avanzar en la ejecución de las obras de infraestructura.

Para escribir este artículo, tuve la ocasión de conversar con periodistas, dirigentes políticos, voceros gremiales, líderes sociales y funcionarios de la Alcaldía. A todos les pregunté cuál era su concepto de la gestión cumplida por el gobierno municipal. En general, la respuesta que obtuve es que la administración está muy confundida frente a la dimensión de los problemas que le ha tocado enfrentar.

Los entrevistados, mayoritariamente, creen que el Alcalde de Pereira no está preparado para gobernar en estos momentos de crisis y debido a ello no ha sido capaz de definir un norte seguro para la acción. Por esto, sus actuaciones buscan esencialmente impactos mediáticos, apelando más a la audacia que a la efectividad,

La circunstancia de un desempleo que galopó desde el 13,4% al inicio del gobierno del dr. Londoño en 2008, hasta el 23,1% en septiembre de 2009, es un obstáculo para su tarea gubernamental, pues no sólo desnudó su falta de previsión frente a los problemas que acechan a la ciudad, sino también su incapacidad para encontrar los instrumentos que permitan superar este fenómeno socioeconómico.

A todo esto se agrega que la Alcaldía está llena de compartimientos. En ella hay varios reinados políticos que hacen imposible la coordinación intersectorial e interinstitucional, impidiendo alcanzar consensos sobre las soluciones que se necesitan. En consideración de funcionarios, los intereses del Alcalde no siempre son interpretados y ejecutados por los Secretarios y Gerentes, quienes se mueven más en la dinámica de lo que piensan y persiguen los concejales y parlamentarios, que son los dueños de sus puestos burocráticos. En estas condiciones, el Alcalde tiene muy pocas posibilidades de ejercer liderazgo, lo cual se evidencia en el resultado de su gestión.

Para el tercer año, lo ideal sería que el dr. Londoño pudiera liberarse de las ataduras políticas y liderar un plan de inversiones sociales y de obras públicas, que le permitan presentar un balance, no sólo de resultados cuantitativos basado en la ejecución presupuestal, sino de impactos sobre el bienestar y el desarrollo humano.

martes, 1 de diciembre de 2009

EL EMPLEO EN PEREIRA NO REACCIONA

Como es apenas obvio, el paulatino deterioro de la economía pereirana ha tenido dramáticos efectos sobre el empleo en la ciudad. Son varias las causas. El comercio con Ecuador y Venezuela está en niveles críticos, con graves perjuicios para la industria manufacturera local. Las ventas al detal presentan un gran descenso debido a la crisis económica, pero también porque los compradores de los municipios vecinos ya no vienen hasta la ciudad buscando el gancho de las grandes superficies que ya encuentran en Armenia y Manizales. Las inversiones públicas del gobierno central se han concentrado en Caldas y Quindío, en tanto que Risaralda apenas sí aparece en algunas partidas del presupuesto nacional. Las remesas provenientes de España y Estados Unidos, ingreso importante para las familias de cientos de migrantes, se han reducido por la fuerte depresión financiera y el paro laboral en esos países.

Estos acontecimientos explican en gran medida por qué Pereira, con un desempleo del 21,9%, está en peores condiciones que Quibdó (19,5%), Armenia (18,2%), Pasto (17,5%) y Popayán (17%). Pese a ello, la dirigencia de la ciudad no ha sido capaz de enfrentar el fenómeno de la desocupación con verdaderas acciones de choque. El Alcalde, los voceros gremiales y los líderes políticos se han quedado en la queja lastimera, a la espera de una respuesta compasiva del gobierno nacional que todavía no llega.

Un reciente sondeo de opinión del periódico La Tarde, realizado entre 425 personas, mostró que el 70% de ellas consideran que en Pereira no se están tomando las medidas necesarias para frenar el desempleo. Y tienen toda la razón. En las últimas dos semanas tuve la ocasión de estar en Bucaramanga e Ibagué y hablar con sus dirigentes locales. En ambas ciudades se percibe un ambiente de optimismo por la recuperación de sus economías, pero muy especialmente por estar alejados de la indignidad que representa liderar las tasas de desempleo en el país. Es claro que las dos capitales tienen unos alcaldes que se la han jugado a fondo con la inversión en obras de infraestructura. Además, dichos mandatarios están apostándole a proyectos productivos, nuevas inversiones de capital privado, oferta de créditos blandos de largo plazo y constantes ruedas de negocios con compradores nacionales e internacionales.

Es evidente que las fórmulas de solución están ahí. Lo que se requiere es voluntad política para hacer la tarea, decisión administrativa para liderarla y funcionarios calificados para ejecutarla. Pero también se necesita de un sector privado que no se esconda detrás de los escritorios y ponga la cara, no con declaraciones sino con acciones.

sábado, 21 de noviembre de 2009

EL BIOPARQUE DE PEREIRA CON DIFICULTADES DE FINANCIAMIENTO

El gerente de La Promotora y a la vez gerente del proyecto Bioparque de Pereira, anunció hace tiempo que en este mes de noviembre abriría la licitación para la construcción de la primera fase del Parque Temático de Flora y Fauna y que la inauguración de las obras se realizará en el último trimestre de 2011. Sin embargo, existe un pequeño problema: no hay plata suficiente para financiarlo.

La primera fase se relaciona con la construcción de los accesos a los parqueaderos y la representación de la Sabana Africana y de la región de Los Andes. Su costo oscila, según declaraciones oficiales publicadas por el periódico El Tiempo, entre $120.000 millones y $240.000 millones. Como se nota, “este es un cálculo muy preciso, de una finura técnica que sólo da margen para una pequeña equivocación de 60 millones de dólares” Así me lo dijo con elocuente sarcasmo una fuente que consulté sobre este particular. Pero más allá del chiste y de la ligereza con que se manejan las cifras por parte de algunos funcionarios públicos, lo único cierto es que la entidad sólo dispone de $43.000 millones (incluidos los animales del Zoológico Matecaña) para enfrentar esta obra. O sea, que en el mejor de los casos, hacen faltan aproximadamente $80.000 millones y en la peor de las circunstancias se requerirán $200.000 millones.

Pero el desequilibrio financiero no es el único problema. Aun no están listos los diseños arquitectónicos, urbanísticos y paisajísticos, a pesar de que el Gerente dijo, a través de boletín de prensa de la Alcaldía, que estarían concluidos desde julio pasado. También hacen faltan los permisos ambientales, que no han surtido los trámites ante la entidad competente.

¿Sin todos estos elementos se puede licitar la construcción de este parque temático? En Colombia todo es posible. Y lo más seguro es que la ciudad termine con un peladero en el sector de Cerritos, donde aparecerá una valla que anuncie “Aquí se construye el Bioparque” y abajo el logotipo de “Región de Oportunidades”.

Este proyecto del Bioparque es un cuento simpatiquísimo. Durante seis años se habló de él como si fuera una realidad palpable, y lo cierto es que no había ni una página escrita sobre esta iniciativa, pero sí un lote de terreno, con el que el gobierno local y los promotores trataban de impresionar. Se anunciaban cifras multimillonarias procedentes de inversionistas de todas partes del mundo, y lo único que ingresaron fueron unos pesos que envío el gobierno nacional para hacer estudios de preinversión, que casi no son capaces de terminar.

Sin ningún documento serio en las manos, el Gerente de La Promotora trató de seguir en el juego de aparentar y durante un Consejo Comunitario realizado en Pereira quiso convencer al Presidente de las bondades del Parque de Fauna y Flora. Uribe, que es un funcionario pragmático, no se dejo meter los dedos en la boca y le hizo las preguntas que este Gerente no hubiera querido escuchar y las cuales no fue capaz de responder. Lo inquirió por el Plan Maestro, los diseños arquitectónicos y el modelo financiero. Las respuestas fueron puros balbuceos. Al final, el Presidente lo mandó a que buscara empresarios que concesionaran espacios dentro de este sitio turístico, a cambio de financiar la construcción respectiva. Al día de hoy no hay negocios cerrados.

Desde diciembre de 2008, el Gerente anunció la búsqueda de un socio estratégico para el Parque Temático de Flora y Fauna. Aun no lo ha encontrado.

Y cuando estaba terminando de escribir esta nota, me llegó una información de fuente de altísimo crédito, en la que me decía: “Lo que van a sacar a licitación no es la construcción del Bioparque, sino la concesión” Entonces hice una última llamada, y mi interlocutor, uno de los expertos nacionales más importantes en materia de parques recreacionales y temáticos, me aseguró que la propuesta de este Bioparque no era atractiva y que la tasa de retorno de la inversión era tan baja, que no se recuperaría el capital.

sábado, 31 de octubre de 2009

CON DISCULPAS NO SE SOLUCIONA EL DESEMPLEO

Hace seis meses escribí un artículo donde advertía que era muy probable que el desempleo de Pereira llegara al 24% al finalizar el año 2009, si subsistía el desinterés del gobierno local y de los empresarios por adoptar medidas de choque para garantizar la apertura de nuevos frente de trabajo para la gente. Y como nadie hizo nada a tiempo y la dirigencia pereirana se quedó esperando a que el presidente Uribe solucionara todos los problemas de la ciudad, entonces el paro laboral siguió su camino ascendente, hasta ubicarse al cierre del mes de septiembre en un catastrófico 23.1%, luego de venir del 21.3% de agosto.

Como siempre, hay una disculpa oficial. La que está aduciendo el alcalde de Pereira, Israel Londoño, es que el desempleo se debe a que este municipio es un epicentro de desarrollo comercial al cual llega mucha gente de las localidades vecinas. Una explicación simplista y poco convincente, porque las tres ciudades que hoy exhiben la menor desocupación en Colombia también son receptoras de población.

Por ejemplo, Bucaramanga tiene una desocupación del 9.1% y recibe no sólo desplazados por la violencia, sino que es un sitio muy atractivo para los habitantes de las pequeñas poblaciones de Santander que esperan recomponer sus vidas allí. A sus lares también llegan muchísimas familias venezolanas que huyen del régimen chavista. Además, le ha tocado sentir en carne propia la drástica caída de las exportaciones a Venezuela, que han afectado especialmente a la ganadería, la avicultura y la industria del cuero. Pero el gobierno local ha actuado categóricamente.

Y qué tal el caso de Villavicencio, que aparece con un desempleo del 9.9%. Esta ciudad es la puerta de ingreso y salida del Llano y el sitio preferido por los habitantes de la Orinoquia para vivir. El sector privado ha jugado un papel fundamental en los últimos cinco años para controlar el desempleo.

Y para acabar de refutar al alcalde Londoño, Barranquilla, que es más importante que Pereira en términos de movimiento comercial y desarrollo industrial, crece constantemente en población, dado que la mayoría de los habitantes del Caribe quieren asentarse en “La Puerta de Oro”, la misma que hoy tiene un desempleo del 11.1%, gracias a la inversión pública que realiza desde hace un año y medio la Alcaldía.

Un agregado. Qué horror la decisión de los concejales de Pereira de declarar al arbitro Oscar Julián Ruiz como persona no grata. Esta actuación le hizo un grave daño a la imagen de la ciudad. Si el Deportivo Pereira va a descender de categoría es por su propia incapacidad deportiva y no por el informe de un árbitro sobre los hechos ocurridos en Pasto. El Concejo, así se haya echado para atrás en su declaración, originó un ruido innecesario, que nos avergüenza a los pereiranos.

domingo, 25 de octubre de 2009

LOS PEREIRANOS ESTÁN FELICES POR NADA

¿Qué efecto sobre el desempleo actual de Pereira tendrá el giro de $10.000 millones para la construcción de la avenida San Mateo a mediados del próximo año? ¿Cómo impactará al empleo local una partida de $15.000 millones, que se desembolsará en 2010, para la construcción del intercambiador de Megabús en el municipio de Dosquebradas?

La respuesta a estos interrogantes es una e incontrovertible: estas inversiones no tendrán un efecto real para revertir la actual situación de desempleo. Como tampoco la tendrán las obras del anillo longitudinal y la remodelación del Estadio, que se ejecutarán en 2010.

Se ha querido vender la idea de que el Bioparque de Flora y Fauna y los proyectos habitacionales de El Remanso y Gonzalo Vallejo, son un respiro para el desempleo pereirano, pero estas iniciativas, si se cumple con el re-re-re-anuncio del giro de los recursos nacionales, apenas sí se estarán ejecutando a finales de 2010.

Tampoco es creíble que la creación de dos nuevas zonas francas para Pereira, si es que las aprueba el Ministerio de Comercio, sean parte de las acciones anticíclicas para enfrentar la crisis de desempleo que se vive hoy, dado que ellas requieren inversiones por US$42 millones y, yéndoles bien, se ejecutarán en los próximos cinco años.

La reciente visita del presidente Uribe a Pereira dejó a todos los asistentes bastante emocionados y sembró la sensación pública de que con la reiteración de sus compromisos, está resuelta la crisis de empleo.

Evidentemente se le agradece al gobierno central el interés por discutir los problemas locales de Pereira y ayudar a buscar soluciones. Se le abona al alcalde Israel Londoño promover todas estas reuniones y verlo tan eufórico con las expectativas que despiertan los anuncios oficiales.

Sin embargo, quedan en el ambiente dos hechos que merecen un análisis responsable por parte de los ciudadanos. El primero, que se llegó a esta crisis de empleo en Pereira por la irresponsabilidad del Alcalde y de los gremios para enfrentar con anticipación una situación que se veía venir. El segundo, como lo sugiere el editorial del periódico La Tarde, los pereiranos, siempre tan inhiestos y con un espíritu de lucha inquebrantable, han asumido una actitud mendicante ante el gobierno central producto de una administración pública local bastante laxa y con muy poco liderazgo.

Un agregado. Señor Alcalde de Pereira, dice un comunicado oficial de su despacho, que usted le pidió a su homólogo de Nueva York la creación de una agencia de cooperación para dinamizar la economía y el empleo local. Por si no lo sabe, el gobierno americano cuenta ya con esa Agencia y se llama USAID, que funciona en la Carrera 45 No. 24b – 27, en la misma sede de la Embajada de los Estados Unidos en Bogotá.

martes, 20 de octubre de 2009

EL CHISTE DEL AÑO: “COLOMBIA TENDRÁ CRECIMIENTO ECONÓMICO”

El gobierno quiere hacernos creer a los colombianos que la crisis financiera mundial apenas sí nos rozó. Y en una descarga de optimismo, a pesar todas las evidencias entregadas por el Dane, los gremios económicos y los centros de investigación, vende la idea de que tendremos un crecimiento positivo de la economía al finalizar el año.

Sin embargo, la gente en la calle no adhiere a las suposiciones ni a las predicciones de las voces gubernamentales, las mismas que insistieron que estábamos blindados económicamente, mientras todos los ventarrones de la crisis nos cegaban.

Los ciudadanos tienen la convicción de que la crisis está más vigente que nunca y por ello actúan discretamente frente al consumo. Las personas ya no compran en la dimensión ni con la misma intensidad de antes. Ahora cuidan cada peso y se está imponiendo la previsibilidad.

A lo mejor el Ministro de Hacienda, por andar metido entre tanto tecnócrata internacional y almorzando con tanto banquero nacional, a los único que les ha ido bien en medio de la crisis, no pueda palpar lo que está sucediendo en la microeconomía.

Algunos ejemplos de la cotidianidad nos permiten ver la realidad de la economía colombiana, sin tener que ser expertos para develar la dimensión de las desastrosas cifras de la industria en los primeros nueve meses de este año, la caída del sector agrícola (a pesar del programa IAS), el descenso de sectores vinculados con la construcción, los amargos momentos del comercio minorista, la desazón de los autopartistas, la preocupación del sector automotriz, el desespero de los exportadores y la desesperanza de los avicultores.

Los ejemplos cotidianos tienen que ver con que cada vez más empleados de nivel medio y medio alto llevan fiambrera al trabajo; más personas están dejando el carro en casa y buscan opciones en el transporte público; la compra de ropa nueva es cada vez más espaciada y se prefieren las marcas de diseñadores populares; las salidas a los almuerzos familiares de fin de semana se han cambiado por el ajiaco, los frijoles o el asado casero; la ida a cine le está ganando de mano a la rumba aguardientera; el uso de celulares callejeros a $150 el minuto reemplaza la recarga del prepago; los periódicos y las revistas ya no se compran sino que se leen en Internet; los créditos hipotecarios son sinónimo de un “tumbis” bancario; el uso de tarjeta de crédito es una práctica que ha ido a menos; la poca actividad turística está dejando vacías las playas y los parques temáticos; se está apelando más al uso del transporte terrestre que al aéreo; el servicio doméstico de limpieza ya sólo se utiliza dos veces a la semana. En fin, la gente está tratando de ahorrar hasta el último peso, bien porque quiere guardar para cuando se agrave mucho más la situación económica (las encuestas dicen que ha empeorado la percepción de confianza sobre el futuro) o porque los ingresos ya no alcanzan.

Estamos en tiempo de cinturón apretado y dejando los gusticos para después. Si este comportamiento de los consumidores persiste, será muy difícil que la economía se pueda recuperar por la vía de la demanda.

lunes, 12 de octubre de 2009

La renovación urbana de Pereira es una decisión inaplazable

Bogotá está anunciando una inversión de $1.1 billón en los próximos cinco años para renovar su zona central, que consta de 1.200 manzanas y donde se concentra gran parte de la actividad financiera, la institucionalidad pública, los hoteles, los edificios de grandes empresas, el comercio tradicional, las iglesias y los espacios de educación universitarios. Por allí desfilan diariamente un millón y medio de personas.

Hoy este centro es caótico. No es agradable. No es funcional. Es bastante inseguro. Existen amplias zonas deprimidas, con calles destruidas y con edificaciones que amenazan ruina. El gobierno distrital cree que es posible una modificación radical de estas condiciones y para ello lo intervendrá de manera paulatina.

Pensar en una acción similar para Pereira no es descabellado. Ya se han dado los primeros pasos. Hace cerca de una década se semipeatonalizó el centro de la ciudad, pero no se pudo concretar el propósito de convertir un tramo de las carreras séptima y octava en zonas comerciales abiertas al mejor estilo de las ciudades europeas, debido a las presiones de líderes gremiales, que con una actitud miope y provinciana consideraron que sería perjudicial evitar el transito automotor por los alrededores de los parques de Bolívar, El Lago y La Libertad.

Esta visión torpe y cortoplacista del desarrollo urbano, promovida especialmente por voceros de Fenalco, es la responsable de que el actual centro de Pereira sea un bazar de mala muerte, que los comerciantes tradicionales estén arruinados, que la inseguridad sea una constante diaria y que la gente ya no quiera visitar este sector, que de acuerdo con los reportes de los medios de comunicación, quedó en poder de la mendicidad, la delincuencia y la prostitución.

El centro de Pereira consta de 164 manzanas y allí habitan cerca de 20.000 personas. Es una de las pocas áreas céntricas del país donde aun vive la gente, lo que se convierte en un potencial para enfrentar un proceso de renovación urbana que debe servir para dotar a la ciudad de bulevares, aprovechando manzanas enteras que no se pueden construir por los riesgos que se generan durante la ocurrencia de terremotos, y que hoy son botaderos de basura y refugio de delincuentes. Intervenir los espacios urbanos más deprimidos para construir allí complejos habitacionales, nuevos edificios gubernamentales y más centros comerciales que complementen los esfuerzos realizados en torno a Ciudad Victoria, es una posibilidad totalmente cierta siempre y cuando exista voluntad política.

Los pereiranos no se pueden dar el lujo de clausurar la posibilidad de tener un centro moderno que privilegie al peatón, lleno de áreas verdes, fuentes de agua, ciclovias, juegos infantiles, zonas recreacionales, servicios gubernamentales, unidades habitacionales mejoradas y calles y andenes amplios.

Los dirigentes locales deben entender que es necesario seguir mejorando las condiciones de la ciudad para mantener la preeminencia en la competitividad regional, especialmente ahora, cuando en Armenia y Manizales las grandes marcas comerciales están construyendo sus superficies; los inversionistas están en la tarea de levantar hoteles, centros de exposiciones y nuevas atracciones turísticas; y el gobierno nacional empieza a girar los dineros necesarios para construir y actualizar aeropuertos y ampliar la infraestructura vial, además de impulsar la actividad logística.

Pereira no puede entrar en una fase de adormilamiento generalizado ni contagiarse del mal gobierno local, pues ello conduciría a un inminente retroceso en su desarrollo, situación que sería aprovechada por las ciudades vecinas, que han acelerado su crecimiento, han atraído inversiones privadas y son consentidas por el gasto público del gobierno nacional.

miércoles, 7 de octubre de 2009

PIEDAD ES LA MUJER MÁS IMPORTANTE DE COLOMBIA

Negra, vendepatrias, traicionera, anticolombiana, comunista, guerrillera, estúpida… Estos son apenas algunos calificativos publicables que le dicen diariamente a Piedad Córdoba, aquellas señoras y señores cuya importancia relativa para el país es ninguna, pero que afilan su lengua apenas aparece públicamente la Senadora.

Piedad Córdoba es una indeseable para la mayoría de los colombianos. A ella, en un país terriblemente segregacionista, no le perdonan su color de piel. Ser negra o negro en Colombia es una condena anticipada a la discriminación. Casi ninguna esfera importante de la vida social y económica acepta a los negros. El general More y la ministra de cultura Paula Marcela Moreno, son las excepciones, no por el querer de las poderosas mafias políticas, sino por un mandato expreso de la influyente Black Caucus, a la cual pertenecen los congresistas negros de los Estados Unidos y de la que hizo parte el presidente Obama.

A la senadora Córdoba nunca la van a querer en un país donde a la gente le gusta hablar en términos figurativos, donde reina el chisme y la conseja, donde las verdades son a medias y donde el anónimo tiene un papel central en los acontecimientos rutinarios. Este es un escenario poco propicio para una mujer que habla claro y dice lo que piensa.Cómo va a ser posible que a Piedad, la que habla duro y de frente, la pueda acoger una nación tremendamente machista, donde la mujer no tiene espacios para manifestarse; es objeto permanente de agresión física, moral y sexual; y está excluida de las grandes decisiones políticas y económicas.

A ella la llaman traicionera y vendepatria porque no hace parte de las mayorías, ni se pone las rodilleras institucionales, ni se deja convencer de los discursos mesiánicos, ni hace parte de las multitudes esquizofrénicas.Los calificativos de guerrillera y comunista se los endilgan porque su posición política de la más pura entraña liberal, se contrapone a las expresiones gubernamentales.

La gente al perder el norte de la esencia filosófica de los partidos políticos, es incapaz de entender un discurso que defienda las libertades, que propenda por el libre examen y que procure salidas negociadas antes que una guerra fratricida.Sin ninguna duda, Piedad Córdoba es la mujer más importante de la política en Colombia, para no decir que es la colombiana más vistosa y destacada en el escenario internacional.

Ella, por su gran arrojo, ha podido más en el tema del secuestro, que la retórica gubernamental. Ella ha concentrado mucha más atención de los grandes poderes mundiales que la deplorable política diplomática del gobierno. Por sus propios méritos, en contra de la voluntad de los jefes de su Partido, sin medir riesgos, llegando incluso a los excesos, le ha permitido a decenas de familiares de secuestrados mantener prendida la llama de la esperanza de poder volver a ver a sus seres queridos con vida y en libertad.

Mientras Piedad cumple con la loable misión de buscar la libertad de los secuestrados por las FARC, en los cafés, en las oficinas, en los taxis, en las universidades, en los salones de belleza, en los campos de golf de Colombia… hay señores y señoras, sin ninguna importancia relativa para el país, hablando de esa negra, guerrillera, vendepatrias, traicionera y estúpida. Entretanto, el Instituto de Investigaciones de Paz de Oslo confirma que la senadora Piedad Córdoba está en la lista de elegibles para el Premio Nobel de la Paz en 2009.

jueves, 1 de octubre de 2009

PEREIRA, EN EL PEOR DE LOS MUNDOS

Para el alcalde de Pereira, Israel Londoño, no es cierto que Pereira sea el líder nacional en desempleo y descalifica los datos del DANE. Esta es una posición profundamente desesperada de alguien que inició su gobierno en enero de 2008 con una tasa de desempleo en la ciudad del 13,4%, que en ese momento era la cuarta más alta del país.

Inconcebiblemente este Alcalde y su equipo de gobierno no le hicieron seguimiento a este tema, ni siquiera cuando dos meses después de asumir el cargo la desocupación se había trepado al 15,2%, la segunda más alta del país después de Ibagué.

La despreocupación en la Alcaldía de Pereira creció luego de conocerse que en noviembre de 2008 la tasa de desempleo había caído al 12,7%. Nadie volvió a hablar del tema. Todos se fueron tranquilos a comer natilla y buñuelos durante la temporada decembrina.

Cuando llegó marzo de 2009, Pereira se ubicó en el tercer lugar de desocupación con el 17,3% y tanto el alcalde Londoño Londoño como los voceros gremiales, se hicieron los de la vista gorda. Sólo vinieron a preocuparse cuando la ciudad asumió el liderato del desempleo nacional en el mes de mayo con el 19,7%.

Y fue Troya, cuando el índice alcanzó el 20,7% en junio de 2009. Y la desesperación cundió en julio y agosto una vez el dato llegó al 21,5% y 21.3%, respectivamente.

La tendencia del desempleo venía en alza durante casi dos años y el alcalde Pereira no se dio por enterado. Estaba más preocupado por las nimiedades de la politiquería, por posar en las fotografías con las reinas en las festividades de La Cosecha o por salvar del descenso al Deportivo Pereira.

Y ahora, cuando el mundo se le vino encima. Cuando los ciudadanos lo consideran un gobernante ineficiente. Cuando los resultados de su gestión son bastante pobres. Sólo ahora, viene a entregar unas declaraciones desaliñadas a los medios de comunicación nacionales, donde le pide al DANE que le entregue a él la base de datos de la encuesta, porque con ella sería capaz de identificar el problema, saber las causas y encontrar las soluciones ideales. En otras palabras, el mensaje que mandó es que no tiene la menor idea de lo que está pasando con el desempleo, y obviamente no sabe cómo atacarlo.

Así las cosas, los pereiranos están en el peor de los mundos.

martes, 22 de septiembre de 2009

Una ciudad que no reacciona

En un secreto de Estado se convirtió el proyecto City Marketing para Pereira. Dicen las voces oficiales y algunos privilegiados del sector privado, que es un documento fenomenal. Que difícilmente alguien podía imaginarse algo similar. Que sus creadores están en el borde de ser unos genios de la promoción y la publicidad institucional. Sin embargo, todavía esa maravilla no se ha puesto en marcha y la sociedad en su conjunto la desconoce.

Más allá de que exista un documento genial, Pereira requiere con urgencia acciones reales para enfrentar la crisis interna que está viviendo. No es concebible que las fuerzas vivas de la ciudad sigan esperando que el gobierno nacional las provea de los recursos necesarios para disminuir el galopante desempleo que desde mayo último la tiene asolada.

Mientras en Pereira insisten en un Conpes y aguardan a que les lleguen los dineros anunciados por el presidente Uribe, muchos de los cuales no existen en las arcas del Ministerio de Hacienda, ni serán aprobados por Planeación Nacional, ciudades como Bucaramanga, Medellín, Pasto e Ibagué, para sólo mencionar cuatro ejemplos, tienen a sus Alcaldes liderando procesos que han brindado resultados envidiables.

Los alcaldes Vargas, Salazar, Alvarado y Botero han logrado revertir la tendencia creciente del desempleo gracias a liderar una inversión pública de choque, incentivar la demanda local, brindar microcréditos productivos para las familias, auspiciar nuevos mercados para sus industriales y propiciar novedosas relaciones entre los ciudadanos pobres y el gobierno para la obtención de subsidios. Todo esto en una acción conjunta con los empresarios y las organizaciones de la sociedad. Estos cuatro alcaldes son queridos y respetados por sus ciudadanos.

El desempleo es apenas uno de los graves problemas que tiene Pereira, que se presenta hoy como una de las ciudades con mayor ocurrencia de delitos y más baja percepción de seguridad urbana. Son conocidos los acontecimientos frecuentes de asaltos a casas campestres, secuestros expresos, aumento de bandas de delincuentes juveniles, robo de vehículos y comercialización de narcóticos al detal en todos los barrios y a todas las horas, sin que se produzca una reacción institucional creíble y efectiva.

El panorama se sigue enrareciendo cuando se sabe por las noticias que se emiten desde Pereira, que el aeropuerto Matecaña se consolida como un centro de embarque de drogas y un puerto de salida para el comercio internacional de prostitutas.

Las calles y andenes de amplias zonas comerciales están en poder de vendedores estacionarios, talleres de mecánica y mafias del espacio público. Se ha descubierto que hay organizaciones que arriendan diariamente un pedazo de andén para que la gente pueda vender sus mercancías u ofrecer sus servicios, ante la indolencia de las autoridades locales.

Quienes seguimos con interés los acontecimientos de Pereira, pensamos que ya se deberían estar ejecutando inversiones públicas por parte del gobierno municipal. Que es el momento de pasar de los anuncios publicitarios a la acción. Hay proyectos de infraestructura física que se deben desatar rápidamente, claro, en la medida en que sea cierta la afirmación oficial de que están totalmente financiados.

Es sustancial que se continúe con el proceso de renovación urbana de la zona centro de Pereira. Llevamos seis años sin que las administraciones municipales emprendan la ejecución de proyectos complementarios a Ciudad Victoria y que erradiquen de una vez por todas las zonas tuguriales, donde abundan la prostitución infantil y los locales para el consumo de drogas, amen de tener un aspecto francamente desagradable, al cual se han ido acostumbrando los pereiranos.

La recuperación de la zona centro pasa por una decisión trascendental que a todos los alcaldes les ha dado temor adoptar: desalojar las ventas callejeras y ordenar el espacio público. Bogotá, Bucaramanga y Medellín, están dando ejemplo de cómo recuperar dicho espacio. La situación en este sentido en Pereira es de una gravedad inusitada, que se complica porque el Alcalde y su secretario de Gobierno no actúan.

La dirigencia pereirana tiene la obligación de entender que si todas estas enfermedades siguen vigentes y no se aplican los remedios adecuados de manera oportuna, la ciudad perderá completamente su competitividad y entonces los vecinos sustituirán muchas de nuestras ventajas actuales. Sería muy provechoso que empezaran a mirar lo que está ocurriendo con la inversión privada en Armenia, por ejemplo.

Las circunstancias obligan a que las decisiones se deban tomar hoy y para ello se requieren líderes. ¿Los tenemos?

jueves, 27 de agosto de 2009

Una recuperación económica poco probable

Las visiones sobre la economía colombiana son contradictorias. Un grupo muy importante, vinculado a los gremios y a la institucionalidad pública, expresan que ya la crisis tocó fondo y aunque la recuperación será lenta, alcanzará para tener un balance positivo del PIB al final del año. Otros, los aguafiestas, pensamos que aun la crisis va a continuar y que sus efectos serán bastante dañinos, porque así lo están evidenciando las cifras y porque el entorno económico está muy enrarecido.

Miremos algunos ejemplos. El mismo día en que el presidente del BID, Luis Alberto Moreno, aseguraba que la economía colombiana podría tener buenos resultados al finalizar el año, Fenalco reveló una encuesta en la que la gente dijo que reduciría o aplazaría la compra de electrodomésticos, vehículos y vivienda, y que restringiría su ida a restaurantes y disminuiría el turismo.

El Nobel de Economía, Paul Krugman, dio declaraciones en el sentido de que la crisis había golpeado a Colombia con menor rigor que a la gran mayoría de países latinoamericanos. Y, paralelamente, la Superintendencia Bancaria mostró los excelentes resultados del sistema financiero colombiano y lo puso como un ejemplo sectorial que fue capaz de enfrentar, sin inmutarse, la crisis económica mundial.

Las buenas noticias, sin embargo, se ensombrecieron con el anuncio de Venezuela de mantener su posición de seguir importando menos productos de Colombia, como una reprimenda comercial a los líos que se originaron por el acuerdo militar colombiano con Estados Unidos, afectando de esta manera a las industrias de alimentos, automotriz, textil, cosmética, química, cárnica, avícola y farmacéutica. A esto se sumó la revelación de que los indicadores de demanda en Estados Unidos siguen agudizándose y que la recesión se mantiene en niveles críticos, y que Ecuador ha dejado de tener la misma dinámica comercial que en años pasados con nosotros, dos hechos que también afectan la producción nacional y la generación de empleo.

Los bancos y los fondos pensionales siguieron engordando sus balances. La Bolsa de Valores obtiene ganancias superiores al 40% en lo corrido del año 2009. Centros de consulta dicen que los Índices de Situación Actual y de Expectativas fueron favorables al finalizar julio en Colombia. Los organismos de crédito internacional aseguran que han aprobado recursos para la economía colombiana, para que haga uso de ellos cuando el país lo considere conveniente. Un panorama que pareciera espléndido, si no fuera porque mucha gente sigue perdiendo el empleo; las ventas minoristas se contrajeron 4,5% en el primer semestre; y la industria manufacturera continua presentando datos negativos, como el de junio que fue de -6,6%.

Se escuchan voces de alegría porque la inflación es la más baja en muchas décadas, pero no explican que este fenómeno se debe a que no hay quién compre la producción, entre otras razones, porque los índices de pobreza apenas sí se redujeron durante la bonanza del último lustro, mientras la miseria mantuvo una tendencia al alza. Paralelamente hay presiones muy fuertes para que el aumento del salario mínimo en 2010 sea inferior al 4% y se reforme nuevamente el sistema pensional colombiano.

Frente a esta realidad tan confusa, hay optimistas que quieren hacer creer que la economía se recuperará, a tal punto que podría crecer en 2009. Otros, una minoría, hemos expresado públicamente nuestra desconfianza en las voces que intentan distorsionar la realidad, como cuando se dijo desde las altas esferas oficiales, que no habría problema alguno, porque la economía nacional estaba blindada.

jueves, 16 de julio de 2009

Apocalipsis climático

El cambio climático exige un tipo de acciones inmediatas que, sin embargo, nadie va a adoptar. Lo urgente hoy para las naciones desarrolladas es encontrar soluciones a la pavorosa crisis financiera mundial y poco las trasnocha el tema ambiental.

Nadie es ajeno a que la vida en la Tierra está en serio riesgo si se siguen lanzando millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmosfera cada año. Pero las acciones concretas para frenar esta acelerada carrera contaminante son lentas, tal como se hizo evidente con los compromisos aprobados a través del Protocolo de Kioto y como está ocurriendo con las negociaciones previas a la cumbre mundial del clima en Copenhague.

En la reciente reunión de L´Aquila, Italia, los gobernantes de China, India, México y Brasil manifestaron no estar interesados en un acuerdo para disminuir a la mitad sus emisiones de dióxido de carbono y otros gases que afectan el clima, antes de 2050. La razón que expusieron es que sus economías emergentes requieren de un número mayor de años para llegar al nivel de desarrollo que se han trazado y, por lo tanto, cortar de tajo el uso de combustibles fósiles sería un gran obstáculo para sus pretensiones económicas.

Argumentan estos países que no es justo que las naciones desarrolladas hayan logrado altos niveles de crecimiento basados en el uso intensivo del carbono, y ahora quieran impedir que otros hagan lo mismo, so pretexto de la necesidad de cuidar el planeta.
Dichos países emergentes han aumentado significativamente sus descargas de gases de efecto invernadero a la atmosfera en los últimos doce años. China, por ejemplo, ha mantenido un crecimiento anual del PIB cercano al 10%, basado en la quema de carbón para sus procesos industriales, triplicando las descargas de gases dañinos. Para tratar de alcanzar su prosperidad, China ha dejado moribundo el río Amarillo, el cual ya perdió el 80% de su caudal y recibe 5.000 millones de toneladas de aguas residuales cada año. El gigante asiático tiene a 700 millones de sus 1.300 millones de habitantes consumiendo agua contaminada, especialmente en las zonas rurales. Los chinos, que no quieren saber de controles al dióxido de carbono, encabezan el vergonzoso récord de contar con 16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo.

La intransigencia de estas cuatro naciones y de muchas más, es lo que hace prever que Copenhague será una nueva decepción y que se requerirán más que razones políticas para hacerles entender que la vida sobre el Planeta es mucho más importante que un crecimiento económico concentrado, el cual, a propósito, no se traduce en disminuciones trascendentales del hambre, la pobreza y la miseria.

Debido a que el cambio climático sigue su marcha imperturbable y desastrosa, anualmente mueren alrededor de 300.000 personas por efectos de las sequias, las inundaciones, el hambre y el excesivo calor. Va este dato para quienes se preocupan prioritariamente por la crisis económica: los problemas asociados con el clima causan pérdidas anuales por 130.000 millones de dólares, de acuerdo con revelaciones hechas por el exsecretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan.

Las proyecciones, si no se disminuyen de manera inmediata la emisiones de Gases de Efecto Invernadero, son que en las próximas dos décadas el mundo verá cómo unas 50 millones de personas serán refugiadas ambientales, especialmente en las zonas costeras, fruto del aumento del nivel del mar. También se asistirá a la muerte de medio millón de personas por desastres asociados con el clima. El número de indigentes llegará a los 1.500 millones de personas. Los muertos por hambre sobrepasarán las 10 millones de personas al año. Las pérdidas que sacudirán las economías serán iguales a las actuales ayudas entregadas por Estados Unidos al sistema financiero.

El mundo será un caos. Todos sentirán los efectos del cambio climático. Claro que los países pobres sufrirán más que los ricos, pero estos últimos tampoco escaparan a las nefastas consecuencias, porque el fenómeno del calentamiento es global. Ya Francia, Inglaterra y Estados Unidos han vivido en carne propia los embates de la naturaleza.

Nuestros nietos sentirán las calamidades ambientales, pero sus hijos asistirán a un verdadero Apocalipsis si quienes habitamos hoy el planeta no hacemos lo necesario para evitar el desastre anunciado.

domingo, 5 de julio de 2009

La reelección lo ensombrece todo

En el reciente encuentro entre los presidentes de Estados Unidos y Colombia quedó en evidencia que el tema de la reelección presidencial, auspiciada y defendida desde el gobierno colombiano, oscurece cualquier avance que se produzca en temas económicos, ambientales y de política internacional.

Los periodistas estuvieron más pendientes de cuál era la reacción de Obama sobre el interés de elegir a Uribe por tercera vez y dejaron de lado sus posturas frente al tema del Tratado de Libre Comercio, las energías limpias y los acontecimientos sobre violaciones a los derechos humanos y los asesinatos extrajudiciales por parte de agentes del Estado.

La prensa mundial, que se ha manifestado en contra de la segunda reelección de Uribe por inconveniente, tiene en las palabras de Obama tres aspectos esenciales para seguir insistiendo en este tema. El primero, es que debe haber un límite en la permanencia de un gobernante en el poder y que es muy malo para la democracia tratar de eternizarse en él. El segundo, que se deben respetar los mandamientos de la Constitución y ella no se debe modificar por coyunturas políticas. El tercero, que la grandeza de un estadista depende de si es capaz o no de vencer su vanidad y retirarse del cargo a pesar de su popularidad.

En las democracias más sólidas del mundo a nadie se le pasa por la mente proponer una modificación a los periodos políticos constitucionales. Sin embargo, ello sí ocurre en democracias frágiles como las latinoamericanas, donde se ha desatado una fiebre por las reelecciones, acudiendo a la democracia plebiscitaria en unas ocasiones y en otras a reformas de la Constitución aprovechando las mayorías en el Congreso y al inmenso poder presidencial.

En el caso colombiano, Uribe logró que se modificara un “articulito” de la Constitución en el Congreso, a través de maniobras que se van dilucidando por parte de la justicia y que han resultado abiertamente contrarias a Derecho, y donde se evidencia que hubo manifestaciones corruptas que ya tienen a tres excongresistas en la cárcel y que podría aumentar su número si se comprueban denuncias sobre intercambio de puestos por votos parlamentarios en el trámite de la reforma que permitió la reelección inmediata.

Hoy Colombia está en la disyuntiva de si el pueblo será consultado a través de un Referendo para que se pronuncie sobre una segunda reelección, bajo el señuelo de que únicamente Uribe es capaz de dirigir al país hacia la derrota definitiva de los terroristas, porque los siete años que han transcurrido no han sido suficientes y que se requieren cuatro más, lo que podría originar que cuando se esté por lo once años de mandato uribista se vuelvan a proponer otros cuatro, porque aun faltará un poquito para acabar con las FARC y algunos otros movimientos delincuenciales. Y así sucesivamente.

El Presidente colombiano tiene una altísima popularidad. Sabe que con base en ese respaldo se puede quedar toda la vida en el poder. Pero la historia lo recordará como un dictador plebiscitario y lo comparará con la figura del general Rojas Pinilla, pero nadie se atreverá a hacer un símil de él con Alberto Lleras Camargo, por ejemplo.

Cuando se revise la historia latinoamericana, Uribe, si decide insistir en su reelección, no tendrá la estatura política de Lulla ni de Bachelet, sino que será puesto en el mismo lugar de Chávez, Castro, Correa, Morales y Ortega. Por lo menos eso le quiso decir Obama cuando le relató la historia de George Washington, uno de los padres fundadores de la Unión Americana y quien se retiró una vez terminó su periodo constitucional, a pesar de los pedidos ciudadanos de que se quedara. Allí radicó su grandeza personal y política y en gran medida se aseguró la solidez institucional de Estados Unidos.

lunes, 15 de junio de 2009

La hecatombe económica

El gobierno colombiano estuvo gastando a manos llenas durante los últimos seis años. Ello lo pudo hacer porque privatizó la casi totalidad de las empresas públicas; vendió acciones de algunas entidades emblemáticas; impulsó reformas tributarias; obligó a los más ricos a pagar un impuesto para la guerra; contó con petróleo y carbón a precios altísimos en el mercado internacional; y tuvo una economía moviéndose en terrenos muy positivos, lo cual dejó varios billones más en las cuentas del Tesoro Nacional.

Pero la época de las vacas gordas se acabó para Colombia, en medio de una de las crisis económicas mundiales más pavorosas, que ha movido los cimientos del capitalismo, al derrumbarse el consumo, lo que ha sepultado a destacadas empresas de los sectores financiero, asegurador, inmobiliario y automotriz, que siempre fueron sinónimo de prosperidad, seguridad, lujo y distinción.

Lo que hoy enfrenta Colombia es una recesión económica, acompañada por el crecimiento del desempleo y un déficit fiscal que echará por tierra una parte importante de lo que se había logrado en seguridad, fortalecimiento militar y disminución de la pobreza.

Lo que vendrá será una nueva reforma tributaria, que gravará los salarios y aumentará el IVA. No se girarán más recursos para proyectos regionales de infraestructura. Aumentará el desempleo por la caída vertiginosamente de la producción, el comercio interno y las exportaciones. No aumentará el número de familias que reciben un cheque mensual del Estado y las que hoy hacen parte de los programas asistencialistas quedarán en vilo. No se podrá recurrir con facilidad por parte de las empresas privadas al crédito internacional, en tanto las inversiones externas serán marginales.

Aspectos como la baja de las tasas de interés de referencia del Banco de la República, la caída de la inflación y la inversión pública, que se asomaron en principio como opciones para disminuir los impactos de la crisis económica, han ido perdido importancia, dado que el sistema financiero ha mantenido incólume el costo del dinero y ha restringido el crédito. La inflación ciertamente está por debajo de las previsiones de las autoridades monetarias, más por los efectos de la recesión que por una interrelación positiva de las variables macroeconómicas. La inversión pública, que podría mover la economía, no tiene cómo arrancar debido a la carencia de recursos públicos suficientes, a un déficit proyectado de 10 billones de pesos y a la inexistencia de un ahorro real en el Tesoro Nacional.

Pero lo que sí es evidente, es que en medio de la hecatombe económica, la presencia activa de las FARC y los escándalos por corrupción, muertes extrajudiciales y parapolítica, está en furor la posibilidad de reelección del presidente Uribe.

viernes, 5 de junio de 2009

El desempleo es una desgracia para Pereira

Hace poco el presidente Uribe dijo que Pereira era la campeona de la competitividad en Colombia. Les recomendó a los empresarios nacionales que no tenían que irse para el exterior a conocer ejemplos de gran eficiencia empresarial, sino que debían ir a Pereira para que vieran cómo se lograba el progreso y el desarrollo. Sin embargo, dos semanas después, el DANE reveló que esta ciudad también era la campeona del desempleo en el país, y se conoció que las inversiones públicas más importantes respaldadas por el gobierno central para la zona cafetera se harán, contrariando los principios de la coherencia, en Caldas, entre ellas el Aeropuerto de Palestina y el Centro Regional de Logística en Manizales.

Pereira concentra gran parte de la inversión privada, especialmente de capitales extranjeros en los sectores de comercio y servicios, que ofertan algunos empleos mal remunerados, y donde las utilidades empresariales no se reinvierten localmente, sino que se envían de inmediato a las sedes matrices de las firmas.

Existe un espejismo sobre el gran crecimiento en Pereira. Se ven grandes superficies comerciales y se hace alharaca por la llegada de centros de atención de llamadas. Sin embargo, se oculta la realidad de un comercio tradicional que entró en crisis y que ha venido cerrando paulatinamente sus puertas. Poco se habla de la parálisis de la construcción, de la inexistencia de nuevos proyectos industriales, del estancamiento de las manufacturas y del bajo nivel de inversión pública.

El desempleo de Pereira que llegó al 19,7% puede seguir subiendo, porque la producción cafetera cayó en cerca del 40% y no habrá una irrigación importante de dinero en la economía y el nivel de consumo se va a desbarrancar. A esto se agrega, que el valor nominal de las mesadas provenientes del exterior ha disminuido en un 18% y que por efectos de la revaluación interna frente al dolar ha caído en un porcentaje similar en lo corrido de este año. Estas situaciones hacen que la industria y el comercio se depriman y tengan que disminuir sus cargas laborales.

Otros factores que pueden complicar el tema de empleo se relacionan con que la construcción, el sector más intensivo en mano de obra, tiene parados muchos proyectos y otros nunca arrancaron a la espera de un mejor momento económico, y a que el regreso de los migrantes de España y Estados Unidos, países donde se vive una recesión atroz, hará que muchas más personas salgan a buscar trabajo.

Y el panorama se torna más gris, debido a que muchas familias, especialmente de los municipios circunvecinos, podrían quedarse sin las ayudas que le entrega el gobierno nacional por la vía de los subsidios, como consecuencia de la disminución de los ingresos fiscales y tratarán de vincularse al mercado laboral pereirano; y porque hasta la plata del narcotráfico, que durante muchos años alimentó la economía subterránea de la ciudad, se ha ido desplazando hacia zonas de frontera, dejando a sus beneficiarios de más bajo nivel, especialmente trabajadores de fincas, choferes, empleadas domésticas y vendedores, sin su trabajo.

¿Y las soluciones? El gobierno local podría ayudar a través de la inversión pública, pero las obras que paliarían un poco la crisis, se encuentran en la agenda de buenas intenciones del Alcalde, pero no se ejecutarán tan rápidamente como la situación lo exige. El sector privado local es de una debilidad pasmosa y no tiene capacidad de reaccionar. Los empresarios externos creen que ya hicieron lo suyo y ahora están en la tarea de recuperar su inversión, y de acuerdo con la encuesta de la ANDI, la mayoría de ellos a nivel nacional no van a generar nuevos puestos de trabajo y una porción muy importante dijeron que disminuirán sus plantas de personal.

El panorama del empleo en Pereira es bastante tormentoso y la única forma de enfrentarlo es a través de un gran acuerdo multisectorial, que impida su agravamiento y se pueda tener un piso menos deleznable para iniciar la recuperación, una vez se supere la crisis mundial de la economía.

domingo, 17 de mayo de 2009

Están chantajeando a Pereira

El Ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego, ha dicho con claridad y en tono pausado que si el aeropuerto Matecaña no se entrega en concesión a un particular, dentro de un paquete regional que está estructurando el gobierno nacional, entonces no recibirá apoyo del presupuesto para mejorar sus condiciones de operación y de seguridad.

Esto es un chantaje para una ciudad que tiene un aeropuerto propio, que lo construyó con sus propias manos, que lo ha sostenido, que ha mejorado en seguridad, que ha hecho inversiones en infraestructura y que concentra tres cuartas partes del movimiento de pasajeros en la zona cafetera.

El Ministro considera que no debe hacer inversiones en una propiedad donde el gobierno nacional no tiene acciones. Y por eso dice que Pereira no tendrá recursos hasta que no se meta en una concesión regional, que no es viable bajo ninguna circunstancia si no está el Matecaña, que seguirá siendo el Aeropuerto preferido regionalmente por su cercanía geográfica con los usuarios.

El aeropuerto de Palestina se construirá. Para ello el gobierno nacional invierte 45 millones de dólares. Sin duda será una terminal aérea de lujo. Pero ni los pasajeros del norte del Valle (desde Cartago hasta Tuluá), ni los de Risaralda, ni los del occidente de Caldas, irán hasta Palestina a tomar sus vuelos y seguirán yendo a Pereira. Excepto que ocurra una cosa: que la Aerocivil cierre el aeropuerto Matecaña por no cumplir con todas las normas de seguridad aeronáutica, y esta posibilidad está abierta, lo que obliga al gobierno municipal a definir inversiones urgentes para evitar que ello ocurra en el mediano futuro, cuando los caldenses empiecen a presionar, afirmando que el terminal pereirano es inseguro para operar. Y frente a este argumento, donde está de por medio la vida de la gente, no habrá mucho qué hacer.

Pereira está en una situación de indefensión total en esta coyuntura, porque no tiene 20 millones de dólares para modernizar su aeropuerto con todo lo que le exige la Aerocivil, y desechó, por la oposición cerrera de algunos círculos sociales, tener el manejo del aeropuerto de Cartago, con lo cual las condiciones de negociación con el gobierno nacional serían hoy bien distintas.

Lo que sí es evidente, es que si Pereira de su propio presupuesto no mejora el Aeropuerto, esté tendrá un futuro bastante incierto, y no quedarían sino dos caminos: el primero, es acceder a las pretensiones del gobierno nacional y concesionarlo al particular que ellos definan; o concesionarlo de manera directa a un gran operador internacional, que gustoso se quedaría manejando un terminal aéreo que tiene mercado y clientes fieles.

Pero a decir verdad, ni las autoridades locales, ni los gremios económicos, ni la clase política, ni la opinión pública serán capaces de ganarle el pulso al presidente Uribe Vélez, que hará valer todo su poder para reducir a su mínima expresión las voces opositoras que se puedan levantar para defender el patrimonio local. En Pereira a Uribe lo acatan, lo veneran, lo idolatran, lo respetan y le obedecen. Imagínense, entonces, cuál será la decisión.

domingo, 3 de mayo de 2009

¿CUÁL ES LA CIUDAD QUE QUEREMOS?

Uno quisiera vivir en una ciudad socialmente equitativa, que haga buen uso de los impuestos, que combine variables arquitectónicas, urbanísticas y ambientales y que se ajuste a procesos de planeación modernos e inclusivos.

Esto se debe traducir en que la gente tenga espacios para la movilización peatonal, escenarios para el esparcimiento, zonas verdes para la gestión ambiental, servicios públicos de buena calidad, vías amplias para el tránsito automotor, sistemas de transporte público confiables y legalización y formalización de las zonas marginales.

Esa ciudad debe estar abierta a debatir sobre si su gestión urbana debe propiciar la Dispersión o la Concentración. Tiene que tener un balance real de su amueblamiento urbano. Ser capaz de mapear la disponibilidad de tierra. Actualizar el catastro sin afectar la salud económica de las familias. Intervenir decididamente sobre los procesos de gentrificación urbana para evitar conflictos de convivencia local.

Lo ideal es vivir en una ciudad donde no prevalezca un Alcalde Marca sino una Administración de Consensos y Objetivos. Donde se privilegien acciones culturales y se respete la relación entre Diferencia y Diversidad. Y donde se piense el desarrollo en función de concertaciones regionales para la complementariedad, el emprendimiento y la competitividad.

Esa ciudad debe lograr que el gobierno local procure construir un modelo de intervención social y económica que contribuya a mejorar los indicadores de desarrollo humano, buscando que sus habitantes puedan gozar de una vida más larga y digna, acceder fácilmente a los servicios de educación y contar con los recursos mínimos para prodigarse una vivienda confortable y una alimentación permanente.

Los ciudadanos deberían tener la posibilidad de exigir (y que se les cumpliera) que el proceso de rendición de cuentas sobre la actividad de los asuntos públicos no se convirtiera en un espectáculo circense y fuera el escenario propicio para debatir sobre cómo avanza el gobierno, teniendo como punto de partida indicadores técnicos y no discursos efectistas.

La ciudad ideal, y que se puede conseguir, debe ser muy fuerte en procesos de control social, donde la participación ciudadana sea efectiva y donde se pongan en marcha observatorios temáticos sobre políticas públicas, espacio público, seguridad y desarrollo económico, entre muchos otros temas, con lo cual se pueda alcanzar un verdadero Crecimiento de Base Ancha, que es como llaman los especialistas a una democracia incluyente, donde los gobiernos tratan a sus gobernados como personas adultas e inteligentes.

La decisión de vivir en una ciudad que cumpla con estos requisitos está en cada uno de nosotros. Lo importante es saber elegir al más competente para orientar estos sueños. En muchas regiones del mundo han logrado que las ciudades sean verdaderos espacios de convivencia y de buen vivir. ¿Por qué no lo intentamos nosotros?

domingo, 26 de abril de 2009

LAS MISERIAS DE LOS DEMÁS

A los colombianos se nos estruja el alma cuando vemos esas imágenes desgarradoras de niños famélicos envueltos en un mar de moscas en las áridas tierras del cuerno africano. Nos dolemos al observar a sus madres también moribundas, resignadas a la espera de que la muerte sea el único bálsamo para el sufrimiento de sus hijos. Quedamos estupefactos al conocer las dramáticas cifras de pobreza en Somalia, Eritrea y Etiopia. Sentimos pena por las desesperadas caminatas que emprenden en procesión esas lánguidas figuras negras en medio de un sol abrasador, con la esperanza de encontrar algo de agua en aquellas inhóspitas tierras. Se nos revuelve el estómago al ver la crudeza de las gráficas que dan cuenta del entorno nauseabundo donde se refugian esas comunidades empobrecidas.
Tenemos la convicción de que la miseria es terrible. Que la gente que vive en esas condiciones es sumamente desgraciada. Que el mundo no está haciendo lo suficiente por ayudarles. Que los gobiernos de esos países son terriblemente injustos, pérfidos y corruptos. Nos afligimos por esos pobres lejanos del África oriental o del Asia. Incluso, sentimos dolor solidario por la pobrería haitiana, boliviana y paraguaya.
Pero los colombianos nos resistimos a mirar hacia los lados. No queremos esculcar nuestras propias miserias. Nos da miedo encontrarnos de frente una imagen similar en el Chocó a la que nos muestran de Yibuti al este del África. Nos enconchamos en nuestras glorias fingidas y en nuestras estadísticas inventadas, para alejar la tentación de revisar nuestra realidad.
Pero como los hechos son los hechos, ahí están: el nivel de pobreza de los colombianos es del 45%. Sin embargo, este promedio dramático esconde iniquidades regionales gravísimas, que no dejan ver cómo en Chocó de cada 10 personas 8 son pobres y de estas 5 son indigentes. En situación parecida están los habitantes de Sucre, Guajira, Córdoba y Nariño. Esto quiere decir que no es necesario mirar hacia el exterior para encontrar a la pobreza extrema.
La desnutrición global, que se refleja en la baja talla, afecta el 7% de los niños del país. Pero la situación específica de Guajira y Boyacá es crítica, dado que doblan este índice. En cuanto a mortalidad infantil, aparece Cauca, Chocó y Guajira exhibiendo cifras vergonzosas para un país exultante que, según las estadísticas de World Database of Happiness -un registro de la felicidad que hace en 112 países la Universidad Erasmus de Rotterdam-, es el más feliz del mundo.
Pero esta felicidad desbordante muy seguramente no tendrá cabida en los hogares de 9 millones de colombianos que no cuentan con acceso a agua potable, tal como en reiteradas ocasiones lo han dicho la Procuraduría General, la Superintendencia de Servicios Públicos y las organizaciones no gubernamentales y que ahora lo corrobora la Defensoría del Pueblo.
Los colombianos no tenemos necesidad de buscar en Nigeria las historias crueles de familias que padecen la falta de agua. Simplemente hay que hurgar en los datos que muestran departamentos como Sucre, Cesar, Santander, Chocó y Boyacá, para darnos cuenta que a pesar de que el país tiene agua suficiente, no ha sido capaz de distribuirla eficientemente, entre otras razones, como lo han denunciado Planeación Nacional y la Contraloría General, porque en muchos territorios se han robado los dineros dispuestos para programas de saneamiento básico.
La repulsión por el entorno infeccioso en que viven millones de indigentes africanos y asiáticos, también es posible experimentarla en Colombia, donde cerca de 14 millones de personas no tienen sistema de alcantarillado ni unidades sanitarias y en las localidades en que habitan, las excretas corren libres por el medio de las calles.
Lo que ocurre es que con tanta felicidad que nos embarga y metidos de cabeza en la globalización, vemos muy difusas las imágenes de nuestras propias necesidades, pero contemplamos con asombro y claridad lo que le acontece a los demás. Si persistimos en esta actitud, es muy poco probable que los colombianos seamos capaces de construir una sociedad viable.

martes, 14 de abril de 2009

LO PEOR DE LA CRISIS ECONÓMICA ESTÁ POR VENIR

La crisis de la economía mundial apenas está comenzando. Lo peor está por venir. Es cierto que la crisis hipotecaria en Estados Unidos y varios países europeos ha golpeado sin misericordia a las familias. También es cierto que los bancos no fueron capaces de resistir la toxicidad de sus activos. No menos grave es la caída de las bolsas.

El primer capitulo de esta crisis universal de la economía ha dejado a millones de familia sin techo y sin empleo. Ha provocado que muchos millonarios ya no lo sean. Ha incitado a la desconfianza ciudadana en los mercados. Ha empezado a golpear la estructura fiscal de los Estados. Pero hace falta un segundo capitulo, que ya se está escribiendo, para desventura de millones de personas.

Este nuevo capitulo estará basado en la caída del consumo de las familias y en la cesación del pago de las obligaciones al sistema financiero por tarjetas de crédito. Estamos aproximándonos a una verdadera catástrofe.

Las familias, bien por una baja en sus ingresos o por previsión, ya no están comprando lo que tradicionalmente adquirían y esta es la causa para que los centros comerciales, las grandes superficies de alimentos, los restaurantes, los distribuidores de gasolina, los hoteles y las aerolíneas estén facturando menos y, por lo tanto, los fiscos locales y nacionales, para el caso colombiano, estén recibiendo menores ingresos por impuestos como IVA, Retención en la Fuente, Industria y Comercio y Predial, lo que pondrá en cuidados intensivos el gasto público.

Cuando las personas disminuyen su nivel de consumo, entonces se produce un fenómeno económico recesivo, que se origina porque la industria baja la producción, dado que el comercio vende menos, y entonces ambos sectores no tienen más remedio que disminuir costos, y uno de los más importantes es el laboral. Con más gente desempleada, la posibilidad de reactivar la economía por la vía de la demanda se hace casi que imposible y entonces empieza a ocurrir un hecho gravísimo: la deflación, o sea, una disminución generalizada de los precios, presionada por productores y comerciantes que requieren cubrir parte de sus costos de producción y ubicarse en un punto donde sus pérdidas sean menores, con los peligros que esto representa, especialmente por la propensión de los consumidores a no comprar a la espera de que los precios sigan bajando.

Estas familias con menores o inexistentes ingresos, tomarán la decisión de no pagar sus obligaciones financieras, especialmente las de las tarjetas de crédito, que les han servido en los últimos meses para intentar mantener el ritmo de consumo tradicional. Y eso conllevará, ya se está viendo en algunos países, a que se cierre o restrinjan todo tipo de préstamos, se pidan más garantías, y a que las economías nacionales tarden más tiempo del necesario en salir de la crisis, porque no sólo basta con poner a funcionar el sistema productivo, sino que se debe crear la confianza necesaria entre los actores de la economía.

Para el caso colombiano, se asegura que el sistema financiero está blindado y en capacidad de soportar cualquier tipo de turbulencia. Eso es lo que nos dicen todos los días las autoridades y gran parte de los expertos. Ojalá así sea. ¿Pero, se puede confiar en las afirmaciones oficiales, después de lo que ha ocurrido en la economía nacional en los últimos seis meses?

domingo, 5 de abril de 2009

PEREIRA ES UNA CIUDAD PUJANTE, PERO CON MUCHAS AMENAZAS

Pereira es una ciudad que está creciendo urbanísticamente, que tiene un desarrollo comercial envidiable, que ha mejorado su calificación de oferta académica, que posee una institucionalidad respetable y que es percibida como el núcleo de una región estratégica para el país.

Desde hace muchos años Pereira es vista en el panorama nacional como líder en la zona cafetera en casi todos los indicadores socioeconómicos y, por lo tanto, mucho más importante que sus similares de Caldas y Quindío.

Gran parte de la actividad productiva y financiera de Risaralda se concentra en Pereira, al igual que las realizaciones administrativas, académicas y políticas. Una visión global del Departamento, exceptuando a la ciudad capital, muestra un territorio bastante subdesarrollado, con indicadores sociales muy pobres, con un altísimo nivel de dependencia fiscal y con demasiadas ineficiencias e incapacidades. Pereira hace la diferencia y equilibra las cargas.

Pero dentro de ese poderío indiscutible del que hace gala Pereira, se mueve una realidad inocultable que socava los cimientos de la sociedad y podría, eventualmente, poner en riesgo su liderazgo regional. Lo primero que se percibe es el aumento de los cinturones de miseria, que se hacen visibles en invasiones o en proyectos de vivienda que no llenan los mínimos de dignidad humana, al carecer de servicios públicos básicos; no tener conectividad rápida con los servicios de transporte masivo; y, no acceder con facilidad a los centros de salud, educación y recreación. La mayoría de esas viviendas fueron construidas con materiales que ayudan a reproducir el doloroso círculo de la miseria.

La magnificencia urbanística y el derroche económico en ciertos sectores de la ciudad, develan una relación desproporcionada entre los ingresos y las oportunidades de los más ricos y los más pobres, lo que sin duda deja al desnudo una sociedad inequitativa, que intenta ocultar, sin mucho éxito, sus más desagradables realidades.

Los visitantes que vienen a la ciudad atraídos por las grandes superficies comerciales, se enfrentan a los problemas de movilidad en Pereira, originados muchos de ellos en una planeación inexperta y en decisiones políticas amañadas y tremendamente equivocadas. Uno de esos hitos de irresponsabilidad fue el trazado del Megabus, que ahogó de un solo tajo la posibilidad de una circulación fluida dentro de la ciudad, al adueñarse de una malla vial insuficiente y no permitir que sectores deprimidos pudieran ser beneficiados con la renovación urbana.

La llegada de más universidades, la modernización de las existentes y la excelente oferta de formación superior, contrasta con los indicadores de desempleo abierto, crecimiento del subempleo, alta demanda laboral de mano de obra no calificada y ascendente desocupación profesional. Esto explica en gran medida la fuga de profesionales hacia otras regiones del país y del exterior, lo cual afecta la calificación de competitividad local en el escenario nacional, restringiendo las posibilidades futuras de crecimiento.

Cuando se habla de Pereira en distintos escenarios, es claro que la conclusión más recurrente es que tiene potencialidades para convertirse en un centro de servicios de alto nivel. Pero para lograrlo es fundamental superar los índices de inseguridad, originados, de acuerdo con las noticias que diariamente se difunden, a la acción de las bandas delincuenciales, cuyos integrantes dicen no tener ninguna oportunidad de ascenso social.

Pereira, enmarcada en uno de los más bellos parajes de la geografía nacional, tiene que fortalecer su política de inversión ambiental, que garantice, por lo menos, el agua que surte el acueducto. Además, debe promover un mejoramiento de la calidad en la prestación integral de los servicios públicos.

Uno esperaría que una acción conjunta entre el gobierno municipal, los empresarios, las comunidades organizadas y las universidades, desencadenara en un modelo de desarrollo de la ciudad para los próximos treinta años, que impidiera más improvisaciones, y que atacara aquellos problemas que se están volviendo estructurales, y que podrían convertirse en un gran obstáculo futuro para la convivencia de la sociedad, para mejorar la equidad social, para brindar nuevas oportunidades a los ciudadanos, para abrir espacios de deliberación y para lograr que el crecimiento de la economía redunde en una mayor calidad de vida y de desarrollo humano.

viernes, 27 de marzo de 2009

CON EL AGUA AL CUELLO

Mientras usted lee esta columna en los próximos tres minutos, exactamente tres personas estarán siendo afectadas por el invierno en Colombia. Las cifras de la Cruz Roja aseguran que en el primer trimestre de este año, 120.000 personas han visto cómo sus bienes fueron dañados por las inundaciones, deslizamientos, avalanchas, granizadas y vendavales, mientras que 45 personas perdieron su vida. En otras palabras, cada minuto en promedio, una persona resulta perjudicada por la ola invernal.
Desde el gobierno nacional se les ordena a los alcaldes y gobernadores que activen los Comités de Emergencia. Y ellos, de manera diligente lo hacen. Programan reuniones, en las cuales la conclusión casi siempre es la misma: “no tenemos con qué atender a los damnificados”. Lo único es su traslado a las escuelas o a las casetas comunales. Y allí, centenares de familias esperan a que el invierno amaine, para poder regresar a los sitios que tradicionalmente ocupan y tratar de levantar nuevamente su rancho e intentar rehacer sus vidas en medio de la pobreza y el peligro, tal vez con una cobija y una olla nueva, entregada por los organismos de socorro, luego de las campañas de solidaridad nacional.
En 2008, supimos que cerca de un millón de personas, algo así como el 2% de la población colombiana fue dañada por el inverno y que los muertos superaron las dos centenas. Los medios de comunicación coincidieron en afirmar que las consecuencias de dicho invierno fueron una de las noticias más destacadas del año. Pero llegó diciembre con su alegría y la sociedad colombiana se olvidó del pavor que producen en muchas regiones del país las lluvias torrenciales.
Al comenzar el 2009, volvimos a observar las inundaciones en calles y avenidas. Asistimos a granizadas terroríficas que tumban techos. A deslizamientos que causan muerte. A avalanchas que acaban con la producción agrícola y destruyen carreteras. En la televisión nos muestran a familias pobres y ricas, las unas armadas con baldes y las otras con motobombas, sacando el agua que se les metió hasta la sala, acabando con el sillón viejo o con la alfombra persa.
Ahora que estamos sumidos en una nueva temporada invernal, donde las lluvias se están haciendo cada vez más fuertes y continuas. Cuando cerca de 20 departamentos están viendo caer más agua que de costumbre. Cuando hay miles de personas, especialmente niños, sufriendo de enfermedades respiratorias y otras están asistiendo al médico por erupciones en la piel. Cuando el invierno está atrapando en la pobreza extrema a centenares de miles de compatriotas. Cuando está sucediendo todo esto, nos volvemos a percatar que no existe en Colombia una política de prevención de riesgos y sólo funciona un plan bastante mediocre de atención a los afectados por los desastres naturales.

domingo, 8 de marzo de 2009

NUNCA ESTUVIMOS BLINDADOS

El discurso oficial nos habló durante meses que la economía colombiana estaba blindada. El tono del discurso era convincente. La gesticulación de los funcionarios generaba confianza. Nos dijeron que la economía seguiría creciendo, que los bancos estaban boyantes, que el agro era muy productivo, que el desempleo estaba controlado, que el comercio exterior presentaba buenas expectativas, que la industria se mantenía altiva, que los inversionistas extranjeros estaban haciendo cola para poner su dinero aquí y que el comercio interno era dinámico. Nada de qué preocuparse.
Los medios de comunicación fueron especialmente receptivos al mensaje oficial y reiteraron, como para que nadie dudara, que nuestra economía estaba blindada. Incluso, se trató de vender la idea de que el blindaje era Reactivo, o sea, con la capacidad de destruir cualquier amenaza externa apenas intentara tocar nuestra realidad. Eso quería decir que la crisis de consumo de los norteamericanos no le generaría ningún rasguño a la industria cafetera, carbonífera y floricultora, y que a pesar del bajonazo del precio del petróleo seguiríamos vendiendo como si nada nuestros productos a los venezolanos.
Algunos hablaron del blindaje como un filme de seguridad, a través del cual podíamos mirar los sucesos externos sin preocuparnos de que ellos nos afectarían, por lo que la quiebra de la industria automotriz gringa y la agonía de los bancos y del sector asegurador, nos pareció un espectáculo lejano.
Pero el blindaje al cual apelaron desde la oficialidad fue el de Nivel RB V. Con él, los efectos de la quiebra financiera, de la crisis bursátil, del desempleo a nivel global y de las políticas proteccionistas que se extendían por todo el mundo, no traspasarían nuestras fronteras y aquí podríamos gozar de un oasis único y disfrutaríamos de los buenos resultados de la política fiscal y monetaria, que se erigirían como ejemplos mundiales y mostrarían cómo un país marginal sí era capaz de mantenerse incólume ante un desastre económico universal. Veríamos en vivo y en directo el desplome de las grandes naciones, mientras disfrutaríamos de nuestra prosperidad.
Sin embargo, un día cualquiera, el blindaje se rompió. Nuestro casco saltó en pedazos y la proa hizo agua. La embarcación en que nos habían montado ya no estaba protegida. La voz de alerta sobre la crisis la dio el vocero de los industriales, que de esta manera confirmó lo que ya muchos habían empezado a observar a través de las hendijas que se abrían sobre la estructura, pero que el gobierno resanaba de vez en vez.
Los medios, voceros oficiosos del discurso del blindaje, cambiaron el tono, y empezaron a contar que la industria había caído en un 10%; que el comercio estaba lejos de las ventas de años anterior; que el desempleo había sobrepasado las peores expectativas y podría llegar al 19%; que los floricultores no habían tenido un buen Día de San Valentín; que las automotrices colombianas se habían contagiado de los mismos males que General Motor y Chrysler; que la cartera morosa se había duplicado; que la inflación estaba cediendo porque no había suficientes compradores, o porque los compradores estaban comprando cada vez menos; que la construcción se había frenado y que muchas viviendas, locales y bodegas no se habían podido negociar; que inversionistas internacionales se estaban retirando del mercado nacional; que el IGBV se mantenía a la baja y que las transacciones en Bolsa alcanzaban unas cifras ridículas; que los $55 billones anunciados como Plan de Choque por Planeación se volvieron un “rey burlas”; que la cosecha cafetera bajaría; que los departamentos afectados por las Pirámides se seguirán sumiendo en la pobreza.
En fin, ahora estamos ante un discurso apocalíptico. Que nos muestra que nunca estuvimos blindados. Que somos blanco fácil de los acontecimientos mundiales. Que estaremos afectados por un menor crecimiento económico, con un aumento sustancial del número de pobres y con un paro laboral bastante pronunciado, que hará que perdamos en los próximos dos años gran parte de lo que se había ganado en el pasado reciente. Y que nos demuestra que hubo irresponsabilidad en la orientación de la política económica del país.

lunes, 23 de febrero de 2009

EFECTOS DE LA DEFORESTACION EN EL CUMPLIMIENTO DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO[1]

La tierra tiene cubierto el 30% de su extensión con bosques, lo que suma 4.000 millones de hectáreas. Sin embargo, esta cifra sufre paulatinamente una disminución del 0,2% anual, dado que la relación neta de forestación es negativa en 8 millones de hectáreas cada año.
Los estudios relacionados con el sector forestal[3] indican que en los últimos tres lustros se perdieron 120 millones de hectáreas de bosques y que la situación más complicada se presenta en África y América Latina y del Caribe. En el continente negro, el daño anual es de 0,6% de la superficie forestal, en tanto en Latinoamérica asciende a 0,51% y con tendencia al alza.
En el caso particular de Colombia, el nivel de deforestación oscila entre el 0,18% (Ideam) y el 0,24% (Centros de investigación privados). La meta trazada por Colombia en el ODM7, relacionado con Sostenibilidad Ambiental, es de reforestar anualmente 30.000 hectáreas. Y en efecto, este propósito se está superando. El país está reforestando alrededor de 32.000 hectáreas, de acuerdo con los datos del Ministerio del Ambiente y la Vivienda. Sin embargo, el resultado neto es negativo, dado que se están deforestando entre 90.000 y 120.000 hectáreas, dependiendo de la fuente que se tome como referencia.

Este panorama tan poco halagüeño originado en una actividad forestal desproporcionada, a veces ilegal, y en ocasión producto del conflicto, tiene efectos en la calidad de vida de las personas, en la disminución de la biodiversidad, en la oferta hídrica y en los daños del suelo.
Dicho de una manera más categórica, una gestión inadecuada del bosque afecta no sólo variables ambientales, sino también indicadores relacionados con la salud, la vivienda, la educación y la nutrición, que son elementos sustanciales de los Objetivos del Milenio y, por lo tanto, pone en serio riesgo el cumplimiento de las metas.

¿POR QUÉ SE TALA?

Una parte muy importante de la madera que se tala tiene como destino los procesos industriales. Esencialmente las presiones de la demanda se relacionan con la construcción de muelles, puentes y barcos, así como la decoración de casas, terminados de edificios y elaboración de muebles. Los negocios anuales de madera en rollo superan los 400.000 millones de dólares.

Las tendencias de la moda a favor de la madera en Europa, la naciente demanda de los países asiáticos y el volumen tan alto de negocios, son incentivos para la explotación irracional de los bosques naturales, que en muchas ocasiones se hace de manera ilegal e inadecuada, lo que obliga a que los países importadores extremen las medidas para evitar este tipo de comercio sin el lleno de todos los requisitos, y para que las autoridades locales hagan cumplir las normas para que los bosques no sigan siendo saqueados.

Otro factor que acelera la tala de los bosques, es el crecimiento de las áreas sembradas en coca y amapola, especialmente en Colombia. De acuerdo con los mapas satelitales publicados, es evidente que en medio de las áreas boscosas se están desarrollando cultivos ilegales que van en progreso, a pesar de los esfuerzos del gobierno por erradicarlos.

Con el auge de los agrocombustibles, ya no basta utilizar biomasas como maíz, palma aceitera, caña de azúcar, soya y cebada, sino que los ojos se han puesto en la lignina, para convertirla en precursora química para la obtención de etanol. Esta biomasa lignocelulósica es un componente esencial de la madera cuya experimentación para obtener precursores químicos va muy adelantada, y aunque las investigaciones se han concentrado en residuos forestales y agroindustriales, una vez se logre hacer eficiente industrialmente la ruptura de la molécula polimérica, la ambición humana por obtener la mayor rentabilidad posible, no dejará árbol pie. Y aquí se concentra uno de los grandes peligros que enfrentan los bosques del mundo.

La pobreza extrema es un enemigo natural de los bosques. La mayoría de los pobres del áfrica subsahariana, de la India y de Centro y Suramérica no tienen acceso a la electricidad ni al gas, y lo único que tienen a mano para la cocción de sus alimentos y para asegurarse calor en las temporadas de frio e invierno, son los árboles que están a su alrededor. Es una deforestación para la sobrevivencia, y ella no cederá hasta tanto el mundo desarrollado y rico acelere la decisión de ayudar a sacar de la miseria a cerca de mil millones de personas.

Otra de las causas para que la tala de bosques mantenga niveles tan altos, son las malas prácticas agronómicas. Los campesinos han agotado la tierra agrícola debido a la ineficiencia con que producen. La falta de asistencia técnica y la prevalencia de prácticas que dañan los suelos, obliga a los habitantes del campo a quitarle paulatinamente espacio a los bosques naturales en busca de nuevos terrenos para producir alimento. Sin embargo, lo que queda es la prevalencia de un círculo vicioso de improductividad y de daños ambientales, ya que la tierra de los bosques no necesariamente es apta para la producción agrícola y pecuaria, y esto explica en parte que la tasa anual de productividad en el campo disminuya un 1%.

Debido a una urbanización cada vez más rápida las zonas boscosas que circundan los asentamientos son arrasadas sin contemplación alguna. El caso de América Latina es paradigmático, pues mientras en el mundo, de acuerdo con las estadísticas del Fondo de Población de Naciones Unidas, el 50% de las personas viven en las áreas urbanas, en esta parte del continente la urbanización representa el 72%, en tanto en Colombia es del 74.3%, de acuerdo con las cifras del Censo poblacional de 2005. El primer gran efecto de este fenómeno, es que la gente busca espacios para vivir y los encuentran en los cerros y montañas de las ciudades, los que van conquistando hacha y machete en mano. Codito en Bogotá, Ciudadela Sucre en Soacha o Villa Santana en Pereira, son ejemplos que corroboran esta afirmación.

Las consecuencias de la deforestación para darle cabida a la ola de urbanización, se refieren a procesos erosivos del suelo, aumento de las amenazas naturales por deslizamientos de tierra, crecimiento de la marginalidad social ante la imposibilidad de llevar a estos lugares los servicios públicos y sociales y afectación sustancial de los mínimos básicos de habitabilidad. El resultado es la descomposición del tejido social y la perpetuación de la pobreza.

A todo esto se suma la inversión pública y privada que se hace en carreteras, puertos y servicios turísticos y que en muchas oportunidades acuden a la deforestación para poder ejecutar las obras.

Y, finalmente, aparecen los incendios forestales como una de las razones más importantes de los daños a los bosques. Cada año se pierden aproximadamente 40 millones de hectáreas por este fenómeno que es inducido por el hombre en por lo menos el 90% de los casos, debido a quemas incontroladas y actos vandálicos. La mitad de estos incendios se concentran en África. Los efectos ambientales son dramáticos, porque tiene impactos directos sobre el calentamiento global, las fuentes de agua y la fauna y la flora. Los daños en la economía se evidencian en la pérdida de cultivos y ganado, daño de los suelos y afectación de la propiedad privada. Además, normalmente hay muertos en estos acontecimientos.

A pesar de todos estos datos tan dramáticos, se debe reconocer el avance logrado en la consolidación de bosques plantados con fines industriales, que contribuyen a capturar dióxido de carbono, a recuperar algunos suelos y a evitar una marcha más acelerada de deforestación de los bosques naturales. Así mismo, se notan esfuerzos en varias regiones del mundo por consolidar un modelo de bosques forestales urbanos, con lo cual se intenta aminorar los impactos de la deforestación en el campo.

IMPACTOS AMBIENTALES

Cada que se intervienen de manera irresponsable o ilegal los bosques, se producen impactos ambientales críticos que tienen que ver con la oferta de agua, la regulación de las escorrentías, el cambio climático, la disminución de la captura de CO2, la pérdida de biodiversidad, el daño en los suelos y la afectación de los elementos constitutivos de la biodiversidad.

Daños en el suelo. Cerca de 2.000 millones de hectáreas en el mundo tienen problemas de degradación de los suelos, bien por deforestación, salinización o erosión. Esta situación afecta a una sexta parte de la población mundial y los costos directos por sus efectos ascienden anualmente a 40.000 millones de dólares. Una de las implicaciones más críticas se observa en la disminución de la productividad de la tierra, a lo que se suma que 20 millones de hectáreas de tierra labrantía se degradan anualmente.

Aumento de los riesgos. El manejo inadecuado de los suelos, generados fundamentalmente por la deforestación, tienden a causar grandes avenidas, que erosionan la tierra, provocan deslizamientos y aceleran las inundaciones en las zonas bajas. El impacto de una gestión ineficiente del riesgo por causas antrópicas, ha afectado en la última década a cerca de dos millones de colombianos y ha ocasionado pérdidas que representan el 0,7% del PIB anual.
Por efectos del invierno, en el mundo se habla de miles de muertos. Los hay en Tabasco México; en La Mojana, Montes de María, Barranquilla y Medellín en Colombia; en Nuevo México y Texas en Estados Unidos, en fin, las lluvias han golpeado a las naciones desarrolladas y a los países más pobres. En su andanada, ha acabado con infraestructuras físicas y con miles de hectáreas sembradas con sorgo, maíz, arroz, cebada y soya, lo cual ha contribuido a que los precios de los alimentos aumenten sustancialmente. Es con las inundaciones y con los crudos inviernos, donde se nota el dañino efecto de una relación asimétrica entre bosques y lluvias.

Disminución de la oferta hídrica. Cuando los bosques naturales son afectados por el modelo de desarrollo y de producción imperante, uno de los recursos que más sufre es el agua. En efecto, una vez las áreas amortiguadoras de las cuencas hidrográficas son deforestadas, la oferta hídrica baja, y ello tiene repercusiones en la producción agrícola, la actividad industrial, la generación eléctrica y la provisión de los acueductos. Se debe recordar que cerca de una sexta parte de la población mundial tiene problemas de fácil acceso al líquido, y que por lo menos 850 millones de personas carecen por completo de él. El caso de Colombia también es crítico. Alrededor de 10 millones de personas, en las zonas urbanas y rurales carecen del servicio de acueducto y cerca de 20.000 niños mueren anualmente por consumir agua no tratada, de acuerdo con denuncias hechas por la Procuraduría General de la Nación.

Cambio climático. Es la primera vez en la historia del planeta que el cambio climático se produce por efectos distintos a los ciclos naturales. El hombre y su actividad productiva están jugando como actores de primera línea en la modificación del clima de la tierra. La sociedad humana está depositando anualmente en la atmosfera alrededor de 6.000 millones de toneladas de carbono, originado en el consumo, principalmente, de 2.940 millones de toneladas de petróleo y 2.122 millones de toneladas de carbono. Frente a este consumo tan exageradamente alto de combustibles fósiles y frente a la disminución paulatina de las áreas boscosas, el planeta se está quedando sin uno de los elementos capaces de absorber el dióxido de carbono, lo que está originando un fenómeno de efecto invernadero que está amenazando seriamente la seguridad de la especie humana. Colombia aporta el 0,28% del total de los gases de efecto invernadero que hay en el mundo y su participación en la deforestación es de 0,01%.

RELACION BOSQUES Y POBREZA

Si todos estos problemas que mantienen una relación intrincada con la gestión que se realice de los bosques, no se controlan adecuadamente, es evidente que se producirá un freno a la disminución de la pobreza, por lo que los esfuerzos hechos hasta el momento para cumplir con el indicador transversal de los Objetivos de Desarrollo del Milenio se perderán.

El acrecentamiento de actuaciones ilegales y una explotación irracional de los bosques conducirá a que se afecte el clima, se disminuya el control de las escorrentías, se desproteja el suelo, se presenten más desastres naturales, aumente en espiral la improductividad de la tierra, escaseen los alimentos, se eleve la desnutrición, haya menos agua disponible, se acelere la aparición de enfermedades y, en esencia, la mitad del mundo siga atrapada en la pobreza y por lo menos 930 millones de seres humanos no puedan salir de la miseria.

EXISTEN ACCIONES QUE SE PUEDEN EMPRENDER

El mundo es consciente de lo que está ocurriendo con sus bosques y por eso está actuando de manera concertada. Las autoridades públicas, los organismos de control ambiental, los industriales, los propietarios y trabajadores de la tierra y las organizaciones sociales, están avanzando en un diálogo abierto y franco para procurar que exista una ordenación forestal eficiente. Que se puedan introducir instrumentos económicos relacionados con los pagos por servicios forestales y ambientales. Que las áreas protegidas sean sostenibles. Que se revisen objetivamente las políticas forestales dictadas por los gobiernos. Que se combata la ilegalidad en la explotación de los activos del bosque, no sólo a través de legislaciones modernas y acciones policivas, sino también apelando a la sensibilización social, la educación y la comunicación. Que se plantee un modelo exitoso de lucha contra los incendios forestales. Que se fortalezcan las instituciones relacionadas con este tema, y se incentive la participación de las organizaciones de la comunidad.

[1] Se puede obtener mejor información sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio en http://odm.pnud.org.co
[2] Comunicador Social y Economista. Con estudios de especialización en economía ambiental, ciencias políticas y finanzas. Viste el blog www.humbertotobon.blogspot.com
[3] Situación de los bosques del mundo, 2007. FAO

martes, 13 de enero de 2009

POR CULPA DE BUSH COLOMBIA NO TIENE TLC

Mr. Bush dijo estar defraudado por no haber firmado los TLC con Colombia, Panamá y Corea del Sur y asegura que la culpa la tiene la bancada demócrata en el Congreso de Estados Unidos. Pero esto no es cierto. El gran responsable del fracaso del TLC es el presidente Bush, quien permitió que su negociadora Regina Vargo le atravesase de manera reiterada todos los obstáculos posibles a las negociaciones entre los años 2004 y 2006. De manera persistente ella expresó que “sólo con un milagro se podrá cerrar la negociación” La actitud de la funcionaria americana, se dio precisamente en el momento en que los republicanos tenían la mayoría suficiente en el Congreso para que el Tratado se volviera una realidad. Esta es la verdad, así muchos no quieran recordarla.

La estrategia de negociación diseñada por la señora Vargo buscó siempre desquiciar a los negociadores de Colombia, Perú y Ecuador. Para ello, por ejemplo, en varias ocasiones el equipo norteamericano fue cambiado, lo cual le quitaba ritmo a las conversaciones y era necesario retomar el hilo desde el principio, tal como aconteció con David Spooner, que encabezaba las negociaciones sobre textiles y con Al Jonson de la mesa agrícola.

Los norteamericanos combinaron una actitud de desinterés con presiones económicas y políticas muy fuertes, lo que provocó ansiedad entre los negociadores colombianos, quienes se veían suplicantes. A esta misma situación llegaron empresarios y funcionarios del gobierno, quienes veían cómo se agotaba el tiempo de negociar el TLC ante la inminencia de que concluyera el ATPDEA, tema que Regina Vargo utilizó con maestría para arrinconar a la clase dirigente colombiana, que se especializó en cometer errores técnicos y políticos durante las negociaciones. Al final, lo que quedaba en la retina de la opinión era que Estados Unidos efectivamente mandaba y manipulaba y que el Tratado de Libre Comercio era un favor que ellos le estaban haciendo a tres economías empobrecidas.

Una de las pruebas fehacientes de que Vargo aplicó un plan de demolición lenta de la dignidad nacional colombiana, es que las negociaciones del TLC se habían pactado inicialmente a ocho rondas y al momento de ella renunciar a su cargo como jefe negociadora de EEUU se habían completado trece, en tanto de los 24 temas que se acordaron en la agenda de discusión, únicamente se cerraron 12.

Las negociaciones fueron difíciles. En cada reunión se presentaban problemas con la desgravación agrícola, los mecanismos de protección a través de subsidios, las medidas sanitarias y fitosanitarias, la propiedad intelectual en medicamentos y los conflictos económicos entre empresas norteamericanas y los gobiernos de la región. Mientras tanto, el presidente Bush se mostraba evasivo. Les decía a sus colegas andinos que no se preocuparan, que él buscaría un acuerdo comercial justo. Sin embargo, nunca descalificó a Regina Vargo y la dejó seguir adelante con su maniqueísmo.

Cuando se firmó el TLC entre los gobierno de Colombia y Estados Unidos, hubo algo así como una fiesta nacional. Sin embargo, los tiempos no daban para lograr la ratificación en el Congreso de Estados Unidos denominado por unas asustadas mayorías republicanas. Se veía venir el triunfo Demócrata, que le recordó a Bush que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, y que el tratamiento indigno y dilatorio que le dio la señora Vargo a las negociaciones con Colombia hizo fracasar una de las apuestas políticas que Bush no podía fallar y que puso a pensar a los países aliados sobre si es o no provechoso tener un socio tan manipulador.

Mientras el tema del TLC para Colombia sigue embolatado, Regina Vargo ingreso a la firma Greenberg Traurig, que representa los intereses de Panamá relacionados con el cabildeo a favor de su TLC. La exfuncionaria de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos fue la negociadora del tratado comercial con Panamá y demoró de manera injustificada su conclusión. Al retirarse del servicio público dejó en la novena ronda las negociaciones con Panamá y luego las recogió desde el otro lado de la barda como consultora privada, impulsando el Tratado para que fuera suscrito por el gobierno, pero que no ha sido aprobado por el Congreso.

Qué bueno es recordar la historia. Pero la de verdad.