martes, 2 de diciembre de 2008

Uribe: melancólico y confundido

Nadie, en sus cabales, hubiera imaginado que un vendedor de obleas y un camarógrafo, pusieran a tambalear el poder absoluto de Álvaro Uribe y casi que enterrar las obsesiones de una segunda reelección.

La ineficiencia estatal para controlar la ilegal captación de recursos del público; el desdén con que fueron tomadas las advertencias sobre las comercializadora DMG; y la lenta reacción del propio Presidente de la República, han originado la indignación de millones de personas, que ahora señalan a Uribe como responsable de la pérdida de sus ahorros.

Los damnificados por la hecatombe de las pirámides, están exculpando sus errores y cargándoselos al Presidente, dándole, así, de su propia medicina. Uribe se ha mostrado como un experto en distraer, en confundir y en echarle la culpa de sus deficiencias a otros, sin darles la oportunidad a sus contradictores de reaccionar, simplemente porque su inmenso poder político, aunado al servilismo de la casi totalidad de los medios de comunicación, lo han puesto en una posición dominante e infranqueable.

Sin embargo, en esta ocasión Uribe se vio desnudo ante toda la sociedad. No tenía a quién echarle la culpa. Tuvo que aceptar que fue lento y descuidado con el tema de las pirámides. Su mea culpa, cuidadosamente estudiada para que le asegurara réditos políticos, se convirtió en bumerán. Desesperado porque su jugada no logró el impacto deseado, empezó a tomar decisiones arbitrarias, algunas, necesarias, otras, pero todas fueron interpretadas por los ahorradores timados como una traición de quien hasta entonces era visto como su Mesías.

Uribe, vituperado por las mismas masas que ayer lo vitoreaban y lo ensalzaban, perdió rápidamente los estribos y siguió dando bandazos en sus decisiones sobre cómo controlar esta hecatombe que lo está sepultando bajo los escombros de las pirámides. Verlo desencajado y sin un libreto para interpretar, fue el momento que aprovechó la oposición para descargar contra él y su familia una batería de argumentos que el gobierno no ha sido capaz de explicar adecuadamente y que dejó sembradas dudas sobre el comportamiento de quienes ocupan el palacio presidencial.

A esto se le suma el hecho de que miembros de la coalición uribista en el Congreso, jefes políticos regionales adeptos al mandatario, policías y militares, así como jueces, estén inmiscuidos en oscuros pasajes con los promotores de pirámides y comercializadoras de dudosa procedencia. Incluso, los propios paniaguados del Presidente que promueven el referendo reeleccionista cayeron en las redes murcianas y sembraron de nuevas dudas éticas su comportamiento social.

Estamos asistiendo a un episodio en el que vemos a un Presidente melancólico, que ya no habla con la misma fuerza y que no actúa con la misma contundencia de antes. Su rostro denota un rictus de amargura. Su mirada está llena de ira con sus más allegados colaboradores, a quienes intenta culpar de no contarle lo que todos sabían: que las pirámides se estaban construyendo a una velocidad alarmante y que detrás de todas habían ilicitudes evidentes.

Este episodio de las pirámides y las comercializadoras ilegales dejaron en evidencia que Uribe es falible, que no se las sabe todas, que tiene debilidades, que no es capaz de conducirse con aplomo si no tiene un espejo retrovisor o un culpable a quien pueda poner de mampara.

lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Y dónde está el Alcalde?

¿Cuáles son las razones para que el alcalde de Bogotá Samuel Moreno, que obtuvo 920 mil votos en las elecciones de hace un año y que acumuló el 44% del respaldo popular, esté perdiendo aceleradamente el apoyo de los ciudadanos?

Transcurrida una quinta parte del periodo de gobierno, los habitantes de Bogotá pasaron de la euforia electoral a los comentarios cada vez más desapacibles sobre la gestión del alcalde Moreno. La frase más pronunciada y más indicativa de lo que está sucediendo es: “¿Y dónde está el Alcalde?”

La principal razón que empieza a prevalecer es que la Capital no cuenta con un proyecto de gobierno que les garantice a los habitantes unas mejores condiciones de vida y una orientación convincente sobre qué pueden esperar en el corto y mediano plazo de la administración pública.

Bogotá se debate en una crisis absoluta de movilidad y las acciones para enfrentarla se posponen. Las propuestas gubernamentales de modificar el pico y placa, instalar un “peajecito” en la salida de Chía o construir un Metro, no cuentan o con el suficiente respaldo social o evidencian una limitada capacidad de negociación del Alcalde frente a sus similares de la sabana y ante el gobierno nacional.

La imagen de la capital del país, que llegó a convertirse en el pasado reciente en sinónimo de progreso, calidez, solidaridad, civismo y limpieza, se ha deteriorado grandemente. La mayoría de las calles son caminos de herradura; los andenes son trampas humanas; en las avenidas las tapas de las alcantarillas han desaparecido; los parques son vertederos de basura a cielo abierto; la autoridad se esfumó; el espacio público es un negocio privado; y de la cultura ciudadana no existe ni el recuerdo.

La opinión pública percibe que la seguridad en Bogotá ha empeorado; que los Macroproyectos no despegan; que no existe capacidad institucional para ejecutar la inversión; que hay dudas en la transparencia del manejo de ciertos recursos; que la inversión social no es el centro de la dinámica gubernamental y que la participación ciudadana se desvaneció.

Sin confianza pública no es posible construir gobernabilidad. Lo que se requiere con urgencia es que el Alcalde recobre la confianza ciudadana, mostrando mayor decisión, más acción, más autoridad, más conocimiento de la problemática, incentivando la participación y procurando que la gente sienta que vive en una urbe que va progresando. Y para que esto suceda no es posible que la única estrategia se base en consultorías de imagen.

jueves, 4 de septiembre de 2008

El Carbón sigue teniendo un puesto estelar en la sociedad moderna

La revolución industrial tuvo un aliado fundamental: el carbón. Sin este combustible no hubiera sido posible el acelerado desarrollo de la industria ni los altos índices de crecimiento económico. Las ilustraciones gráficas que conocemos de la sociedad de los siglos XVIII y XIX, nos muestran unos chorros oscuros que se elevaban al cielo en medio de las edificaciones como un símbolo de la pujanza de la economía. Desde esa época y hasta nuestros días, la representación iconográfica de la industria es una chimenea.
El mundo no sería igual sin el carbón. Para bien o para mal. Gracias a él fue posible un desarrollo sin precedentes del transporte fluvial y férreo, lo que acercó las distintas economías y culturas, y se produjo una ola de intercambios que sacudieron la milenaria monotonía del mundo. Su contribución al desarrollo eléctrico fue sustancial para que se diera un salto cualitativo que hoy nos tiene gozando de avances científicos en la electrónica y las comunicaciones. Su papel también ha sido decisivo para la quimicofarmacéutica y la medicina. A partir del carbón se puede llega al petróleo sintético y el gas de síntesis. La siderúrgica no hubiera podido alcanzar niveles de eficiencia, elasticidad y resistencia sin el coque.
El carbón, sin embargo, tiene su lado oscuro. Las gruesas columnas de humo siguen siendo parte de la realidad urbana en las sociedades modernas. Cada tonelada que se posa en la atmosfera es un golpe destructor para la vida en el planeta, que ha perdido paulatina y sistemáticamente su capacidad de autolimpiarse. Este combustible fósil, que se formó en la era carbonífera hace 345 millones de años, emite gases de efecto invernadero cuando es quemado, lo cual implica cambios sustanciales en el clima.
Se esperaría que el ser humano hubiese tomado la decisión radical de comercializar únicamente combustibles no contaminantes para continuar, de manera limpia, la tarea que inició el carbón en beneficio del crecimiento de la economía y el desarrollo de la sociedad. Pero la realidad nos muestra que no es así. Al comenzar el siglo XX, en el mundo se explotaban anualmente 500 millones de toneladas y eso representaba el 55% del consumo mundial de energía. En el siglo XXI, la producción carbonífera es de 5.000 millones de toneladas y su peso en el consumo energético es del 25%.
La multiplicación por diez veces de la cantidad de toneladas de carbón explotadas anualmente, se explica porque las grandes potencias lo requieren para la generación de su energía eléctrica: Estados Unidos (56%), Unión Europea (46%), Canadá (42%) y Australia (79%). El mundo depende hoy en una cuarta parte del carbón y otra cuarta parte del petróleo, y sólo en un 6% de la energía nuclear.
El carbón tiene un sitio en la historia del mundo y lo seguirá teniendo. Con el nivel de explotación actual, se calculan existencias para los próximos 150 años. Eso significa que las próximas cinco generaciones seguirán viendo grandes columnas de humo negro encumbrarse hacia el cielo, con las negativas consecuencias para la salud humana, la economía, el clima, la diversidad ambiental y los ecosistemas.
El hecho de que el carbón sea un recurso abundante en el mundo y que el petróleo esté agotando sus reservas, y que China, Estados Unidos e India sean los principales productores[2], cierran en gran medida las posibilidades de que las energías limpias se puedan imponer y contribuir a mejorar las condiciones ambientales. Los poderosos intereses de la industria carbonífera, tal como ha sucedido con la industria petrolera en la última centuria, serán un obstáculo en las intenciones de disminuir las emisiones de gases contaminantes y, por lo tanto, las consecuencias del cambio climático serán cada vez más impactantes.


[2] China produce 2.482 millones de toneladas anuales y Colombia es el décimo productor con 64 millones de toneladas

sábado, 2 de agosto de 2008

LA ECONOMÍA EN PEREIRA NO MARCHA POR BUEN CAMINO

Las cifras que revelan los líderes gremiales y los empresarios, muestran que la economía de Pereira no está marchando de manera ideal. Se está viviendo una contracción en la construcción y el comercio por las altas tasas de interés, la revaluación, la restricción del crédito, el aumento del desempleo y la pérdida de confianza en el futuro, lo que podría ampliarse a otros sectores en el corto plazo. Los agricultores, incluidos los cafeteros, están también viviendo un momento crítico.
En el sector específico de la construcción se presenta un fenómeno bastante grave: la valorización de los inmuebles nuevos ha disminuido un 2.3% del promedio histórico y se ubica como la más alta tasa del país, lo cual sugiere que empezó a desaparecer en Pereira el incentivo para quienes compran vivienda con el afán de venderla posteriormente a un precio mayor. A esto se agrega que el precio de la vivienda nueva en esta ciudad también está cayendo, mientras en Bogotá, Cali y Medellín continua subiendo.
El otro hecho, es que varios proyectos se han abstenido de jugar en el escenario de la fiducia y prefieren asumir riesgos con sus propios recursos o con dineros provenientes del crédito, y están a punto de repetir la triste historia de 1998, cuando la mayoría de constructores se quebró porque la demanda se contrajo dramáticamente. Se sabe que muchas urbanizaciones tienen dificultades en las ventas y que según resultados de la encuesta DANE, la construcción a nivel nacional ha disminuido un 5.8% su dinámica de crecimiento y ha prescindido de cerca del 9% de sus empleos, la mayoría de ellos relacionados con mano de obra no calificada. En Pereira, bajaron en 33,6% el número de metros licenciados entre enero y junio de 2008.
En la construcción se está reviviendo la historia del UPAC, ahora con el nombre de UVR, debido a las altas tasas de interés y a la disparada del índice de inflación. Muchos pereiranos se están empezando a atrasar en el pago de las cuotas, tal como está sucediendo en Estados Unidos y en algunos países de Europa. Podría ocurrir, si las autoridades monetarias y el gobierno nacional no adoptan medidas de choque radicales, que el valor de las viviendas en el mercado colombiano empiece a ser más bajo que las deudas, y que la valorización de la propiedad desaparezca.
El largo periodo de bonanza del sector inmobiliario en Pereira originó un crecimiento exagerado de los precios por metro cuadrado, debido al encarecimiento de la tierra urbana y la llegada a borbotones de divisas, una parte originada en el siempre lucrativo negocio del narcotráfico, y otra sustentada en las remesas de quienes viven en el exterior, que impulsaron procesos especulativos. El papel de la construcción en los últimos años fue nuevamente el de servir como marcador e impulsor de la expansión de la economía local y de motor para el desarrollo de otros sectores de la producción como acabados, alfombras, maderas, textiles, accesorios decorativos, muebles y electrodomésticos.
Si la construcción entra en crisis, como lo hacen prever todos los indicadores, el golpe será dramático para la sociedad, porque se aumentará el desempleo, disminuirán los ingresos públicos por la vía de impuestos, se contraerá la demanda, aumentará la cartera de los bancos y disminuirá la inversión pública.
El futuro de este panorama tan crítico será un aumento del nivel de pobreza, perdiéndose de esta manera algunos esfuerzos que se han hecho en los últimos años por tratar de vencer esta enfermedad social.
La pobreza en nuestra sociedad se ha vuelvo endémica por una razón sencilla: desigualdad en la redistribución de la riqueza, ya que los actores privados se han apoderado de ella y sólo han dejado algunas migajas para la generalidad de la sociedad. El crecimiento pasado de la economía superior al 7% no benefició a las familias pobres y se concentró especialmente en los dueños del capital.
En Pereira ya no se está respirando tanto optimismo. Los empresarios y la gente presienten que el futuro de la economía tendrá problemas y que sus implicaciones serán graves.

miércoles, 16 de julio de 2008

Pocas decisiones políticas para enfrentar el cambio climático

Ya no cabe duda razonable ni científica. El planeta se está calentando, y una de las causas es la acción depredadora del modelo productivo que utiliza la sociedad. Atrás quedaron los científicos pagados por las multinacionales del petróleo y la industria química, encargados de sembrar dudas y desacreditar las conclusiones de estudios relacionados con el origen del aumento de la temperatura mundial. Hoy los gobiernos aceptan que la tierra está empezando a sufrir las consecuencias de bruscas modificaciones del clima y de cambios en el régimen de lluvias. Millones de habitantes son conscientes que el nivel del mar está ascendiendo peligrosamente y que de seguir este comportamiento por lo menos 35 países se verán afectados en una primera fase y no menos de 250 millones de personas resultarán damnificadas y, de ellas, alrededor de 90 millones podrían convertirse en refugiadas ambientales.

A pesar de toda esta evidencia científica, ambiental y social, las acciones públicas para actuar en contra de un mayor calentamiento global, son exacerbantemente lentas y no figuran en el primer plano de las urgencias gubernamentales. Y ello se corrobora en un hecho que causa desazón: Las naciones más ricas crearon tres fondos para la adaptación climática y prometieron financiarlos en 2007 con US$279 millones, de los que realmente giraron US$160 millones, pero únicamente se desembolsaron US$26 millones, una cifra ridícula, frente a la magnitud del problema, que requiere anualmente inversiones por US$4.400 millones, de acuerdo con los cálculos de Naciones Unidas.

Los ciudadanos del mundo saben, en general, los peligros que se ciernen sobre ellos por un aumento acelerado de la temperatura, pero no presionan lo suficiente a sus gobiernos para que adopten políticas públicas radicales. El origen de esta pasividad cívica se encuentra, sin duda, en el supuesto de que las acciones gubernamental se iniciarían con recortes drásticos en el uso de energías y millones de personas no están dispuestas a dejar fácilmente su comodidad o a abandonar las tendencias del consumo para lograr que el calentamiento futuro se reduzca.

Las decisiones que se tomen hoy sobre control a los gases de efecto invernadero, no tendrán efectos inmediatos. Sólo se podrán ver en por lo menos 50 años. Eso quiere decir que cuando se prende el aire acondicionado en una casa de Aruba, o se enciende el motor a gasolina de un carro en Miami, o se pone en funcionamiento una caldera en Singapur, o se quema madera en Kenia; una mujer somalí, un niño colombiano, un agricultor boliviano y un empresario irlandés, serán afectados por el calentamiento global, cuyas consecuencias durarán por lo menos medio siglo.

La expulsión a la atmosfera de dióxido de carbono impacta negativamente el ambiente y contribuye al calentamiento de la tierra, sin importar dónde se prendió el motor a gasolina, o dónde se quemó el carbón. Los afectados son los países ricos y pobres, pero no por igual. El impacto realmente crítico, es para quienes viven en los países marginados, donde no es posible construir las infraestructuras necesarias para prevenir los desastres.

Un ejemplo espeluznante, de las dispares condiciones de adaptabilidad al cambio climático entre los dos mundos, lo encontré leyendo el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, en el que se asegura que el Reino Unido invierte US$1.200 millones anuales en protección de inundaciones, mientras los habitantes de los Países Bajos compran viviendas con tecnología que les permita flotar, y los inversionistas de los Alpes están elaborando nieve artificial para garantizar la industria del esquí. Entre tanto, en el Cuerno de África, la adaptación significa recorrer varios kilómetros para conseguir un balde de agua, o que la gente que vive a orillas del Ganges esté construyendo bohíos de bambú sobre pilotes para que no sean alcanzados por el agua, o que en el delta del Mekong se promuevan clases de natación para que la gente pueda salvar su vida. Esto parece una historia de fantasía, pero es la realidad de un mundo altamente iniquitativo.

Por eso no extraña para nada, que el gran acontecimiento de la reunión de los gobernantes pertenecientes al G8 en Toyako (Japón), fue la publicación de una foto de Angela Merkel, George W. Bush, Yasuo Fukuda, Nicolas Sarkozy y Dimitri Medvédev, plantando árboles. Porque sobre el tema central, que fue el cambio climático, sólo hubo discursos, pero ningún acuerdo sobre los porcentajes de reducción en las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Sólo en 2009 será posible saber el nivel de compromiso que tendrán las naciones desarrolladas en el mediano plazo en lo que se denomina el nuevo pacto Pos-Kyoto, el cual será negociado por Naciones Unidas.

sábado, 5 de julio de 2008

LAS FARC. EL NUEVO REY DE BURLAS

Las FARC quedaron en ridículo ante el mundo. Ya no sólo son señaladas como una agrupación terrorista. No se dirá de ellas únicamente que están liquidadas políticamente. La gente no se referirá exclusivamente a su debilidad militar. Ahora todos se ríen de las FARC. La gente se divierte pensando en la cara que pusieron “César” y “Gafas” apenas les bajaron los calzones en pleno vuelo y les aplicaron un calmante, como se hace con los perros rabiosos. En todos los lugares del mundo, el ejercicio más recurrente es tratar de imaginarse lo que debieron sentir “Cano” y el “Mono Jojoy” cuando el gobierno presentó la noticia de que fueron engañados como unos niñitos y les quitaron a los cuatro más importantes secuestrados, que eran sus joyas más preciadas para intentar poner de rodillas a la nación colombiana.

Esas denominadas fuerzas armadas revolucionarias son el centro de la mofa del mundo entero, que presenció cómo un jefe de cuadrilla se ruborizaba ante una cámara de televisión y con una sonrisita boba saludaba la presencia de quienes serían sus verdugos. Los televidentes vieron por unos segundos las piernas desnudas de un jefe guerrillero, que horas antes atropellaba, vociferaba, amarraba e insultaba a unos militares y civiles indefensos.

Cómo se veían de insignificantes los dos guerrilleros llevados casi a andas por los fornidos y altos miembros de la Policía Militar. Todos los vimos atolondrados y humillados. Incapaces de levantar la voz para defenderse, como sí intento hacerlo el teniente Malagón, con sus manos atadas, desafiando al supuesto periodista de la misión humanitaria, para hacer oír su indignación.

Los decadentes jefes de la guerrilla tienen que estar pensando seriamente en su futuro. Los hechos recientes les han demostrado que ninguna acción criminal es capaz de doblegar al Estado. La muerte de “Reyes”, “Acacio” y “Martín Caballero”, por la acción de las fuerzas militares; el asesinato de “Ríos” a manos de “Rojas”; la deserción de “Karina”; y la muerte de “Tirofijo”, tirado en una cama, repudiado y enterrado como un animal en mitad de la selva; le están señalando a los integrantes del Secretariado cómo va a ser su final si no se someten al gobierno o firman un pacto de paz.

Pero como “Cano” no sólo comanda a un grupo de hombres y mujeres que se autodenominan subversivos, sino también a una banda dedicada al narcotráfico, debe estar visualizando el momento en que lo monten en un avión de la DEA camino al “hueco” en una de las cárceles de alta seguridad de los Estados Unidos. Este jefe de las FARC ha visto cómo los principales narcotraficantes del país han sido extraditados o están en camino de serlo en la cárcel de Combita, y sabe que su suerte no será diferente.

La actitud de los delincuentes de las FARC, es también la culpable de que el país esté concentrado únicamente en mirar cómo los derrota y volcado casi unánimemente alrededor de una re - reelección de Álvaro Uribe, con todos los efectos negativos que ello tiene para el equilibrio democrático, pero con el acierto de que hay alguien comandando una acción victoriosa que pondrá tras las rejas o en una fosa a quienes no han entendido que sus proyectos no tienen cabida en Colombia y en el mundo, y que a quienes dicen defender, o sea, a los pobres y marginados, no les interesa que una guerrilla desacreditada y tonta pelee por ellos.

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Cuánta felicidad ver a los quince secuestrados retornando a la libertad. Cuánta desesperación imaginar los oprobios a los cuales son sometidos quienes aun quedan en lo profundo de la manigua.

viernes, 13 de junio de 2008

Insostenibilidad alimentaria en Colombia

Una señora se acerca a Wal-Mart en Estados Unidos y se encuentra en la sección de granos con un aviso grande, pintado de azul, donde se le advierte que no podrá adquirir más de cinco kilos de arroz como una medida contra el acaparamiento. Un médico llega a un gran supermercado en Madrid e intenta comprar pan y leche y encuentra los estantes vacíos porque una huelga de camioneros impide la llegada de alimentos a la capital. En Bogotá, una ama de casa del sur compra una libra de papa que duplicó su precio en menos de dos meses por la disminución en la producción debido al excesivo invierno. En Buenos Aires hay muy poca soya en el mercado, porque la mayoría de ella se está dedicando a la producción de etanol. En México D.F. el maíz casi no se consigue y cuando se accede a él es a precios altísimos ya que las importaciones desde Estados Unidos han bajado sustancialmente, El gobierno de Rusia congeló por decreto el precio de la leche y ella desapareció como por encanto de los mercados formales y se vende clandestinamente. En una treintena de países africanos la comida ni se ve, y se sabe que muchas comunidades se alimentan únicamente de las hojas de los árboles.
Estas son las condiciones en que está viviendo la humanidad, mientras un puñado de inversionistas y de corredores de bolsa especula con los precios futuros de los alimentos y presionan una carestía universal, que se fortalece con la decisión de algunos gobiernos de ordenar combinaciones obligatorias de agrocombustibles con gasolina. Aunque los agrocombustibles apenas están tomando vuelo y no son todavía la variable sustancial del desabastecimiento y el alza en los precios de los alimentos, se erigen como uno de los hechos más sobresalientes de la estupidez humana: convertir en combustible de carros los alimentos que deberían ser energía para el desarrollo humano.
En este tema de los agrocombustibles, para el caso colombiano, el gobierno se está lanzando con los ojos cerrados por una trocha oscura, sin tener clara la verdadera capacidad que posee la biomasa nacional para cubrir la demanda interna. Hoy se sabe que para poder garantizar una mezcla obligatoria del 10% de etanol con gasolina, se ha tenido que importar desde Centroamérica. La carrera de “gallina ciega” que emprenden los ministros de Agricultura y Minas, está arrastrando a gran parte del país, que sigue creyendo que los agrocombustibles son una solución a la crisis de la agricultura y que los campesinos nuestros serán una especie de “Rockefeller criollos” que llenarán sus alforjas con millones de dólares.
Los precios mundiales de los alimentos también aumentan porque entraron en escena 700 nuevos millones de compradores procedentes de China, Asia y Brasil que están adquiriendo masivamente la producción de granos y cereales. A esto se suma que se han perdido las cosechas en varios lugares del mundo, debido a cambios climáticos drásticos.
En medio de este panorama, el Ministro de Agricultura de Colombia sostiene que el país está blindado contra la hambruna. Si es cierta la afirmación del gobierno, cuál es la razón para que el 80 por ciento de la población chocoana sufra enfermedades relacionadas con la desnutrición. Si estamos blindados contra una crisis alimentaria, por qué los indígenas Emberá llegan hasta Bogotá a denunciar que no tienen qué comer y las autoridades del Distrito deben atender de emergencia a sus niños por extrema desnutrición. Si es que estamos tan bien, ¿por qué la mayor pobreza y desnutrición se concentran en las zonas rurales?
Las palabras del Ministro quedan sin sustento al comprobarse que en Bagadó, murieron 80 niños de hambre en los años 2006 y 2007; que la mitad de la comida que se consume internamente debe ser importada, especialmente maíz, arroz, lenteja, alverja y trigo; que debemos traer plátano, aguacate y pescado de Venezuela y Ecuador; que miles de hectáreas que antes estaban dedicadas a la producción de arroz en varios municipios del Meta, ahora están sembradas con palma africana.
La posición del orientador de la política agropecuaria del país se vuelve deleznable, al conocerse cifras oficiales del DANE, que indican que su sector crece a una velocidad cinco veces menor que el promedio de la economía nacional. Esto se explica por varios factores: la migración, el desplazamiento forzado, la falta de política nacional en favor del campo, la poca competitividad agrícola frente al comercio internacional, ausencia de créditos para los pequeños y medianos productores, poca planeación en las siembras, mínima asistencia técnica y fenómenos climáticos.
A este panorama se le suman un aumento incontrolado de los precios de los alimentos, que están presionando hacia arriba la inflación del país y la denuncia de que cerca de medio millón de niños ejercen como peones en el campo, lo cual podría restarle a Colombia posibilidades de competitividad en el mercado internacional, donde esta clase de iniquidades sociales son fuertemente sancionadas, especialmente en Europa.
Y, finalmente, qué tendrá para decir el Ministro de Agricultura ante el aumento del 23% en las áreas de cultivos ilícitos en el país en 2007, lo que deja a Colombia con 98.000 hectáreas sembradas de coca y amapola (las mismas cifras del año 2000) y 100.000 familias dedicadas a su cultivo. Estas cifras demuestran que la política agropecuaria ha sido un fracaso y que no hay opciones para que la gente se salga de la ilegalidad.

domingo, 4 de mayo de 2008

LOS EFECTOS POLÍTICOS QUE SE DEBEN ESPERAR POR LA CRISIS ALIMENTARIA

La gente no se va a dejar morir de hambre por asegurarle combustible a los vehículos y presionarán a los gobiernos a reversar todas aquellas decisiones que pongan en riesgo su alimentación. La comunidad, ya se ha demostrado en varios países, se movilizará para exigir el abastecimiento de comida de manera permanente y llegarán a los levantamientos populares de ser necesario.

Países como México y Argentina, donde la esencia de su alimentación es el maíz y la soya, respectivamente, empiezan a notar cómo el abastecimiento de estos productos escasea y lo que se está ofertando ha aumentado significativamente de precio, lo que deja sin opciones de acceder a ellos a variados sectores de la sociedad, lo cual repercute en términos de eficiencia nutricional y calidad de vida.

En Brasil, donde ha sido bastante dinámico el sector agrícola, es latente la protesta de los campesinos que sienten que han sido marginados de las políticas de industrialización del campo para producir biomasa para etanol. Tal exclusión conduce a que se amplíe la pobrería rural, cuya única alternativa es buscar terrenos para la producción de alimentos y ellos los encuentran luego de deforestar. El resultado, es un daño drástico al medio ambiente y bajos niveles de productividad en una tierra inadecuada para la agricultura.

Lo que sí es claro es que las personas aceptarán incluso que se afecte sustancialmente el medio ambiente con la siembra homogénea de materia natural para el etanol, siempre que en su hogar exista el alimento básico para consumir. Frente a esto, los gobiernos tendrán que redoblar sus esfuerzos para garantizar no sólo que la comida sea suficiente sino que ella tenga un precio adecuado para que pueda ser adquirida por las familias, además de evitar que los recursos naturales se conviertan en un factor de reproducción de la pobreza.

Entre los países más susceptibles a la ocurrencia de una crisis alimentaria están los de África. Allí la calidad de la tierra no permite una buena producción de alimentos y su mercado no es atractivo para los inversionistas, lo cual conduce a que en esa región se presenten la mayoría de muertes por inanición del mundo, las cuales seguirán ocurriendo porque no existe ninguna variable que indique que la realidad va a cambiar. Pero las muertes no serán únicamente por hambre, sino también por efectos del conflicto que se pueda presentar entre y al interior de regiones, tal como está sucediendo en la república del Congo, donde “por primera vez en la historia, los hombres y las mujeres han empezado a luchar por alimento, energía y agua”, según dijo Okouebe[2]. La Comisión Económica de Naciones Unidas en África, reveló que en el desierto del Sahara se han presentado graves enfrentamientos entre tribus por el uso del agua y la comida.


[2] Basile Ikouebe, embajador permanente de la República del Congo en Naciones Unidas.

miércoles, 16 de abril de 2008

Los biocombustibles, una infamia contra la humanidad


¿Será posible que la humanidad cometa la estupidez de producir alimentos para tanquear los carros? Sí es posible. Los líderes del mundo iniciaron una de las campañas más infames, pero más eficientes, de que se tenga noticia en la modernidad: incentivar a la sociedad a darles un voto de confianza para impulsar una política en favor de los biocombustibles. Los argumentos esgrimidos por los voceros de las grandes potencias fueron bastante efectistas, dado que aseguraban que con los combustibles naturales se combatiría la contaminación, se disminuiría el calentamiento global y las economías agrarias saldrían muy favorecidas.


Sin embargo, los líderes mundiales guardan un silencio absoluto sobre los resultados de investigaciones científicas que demuestran que en los procesos de producción, recolección y transformación de la biomasa para la producción de etanol y diesel se genera una contaminación excepcional, pues para mover la maquinaria y aplicar los fungicidas y los fertilizantes es necesario apelar a los combustibles fósiles, con daños irremediables para el suelo, el aire y las fuentes de agua. A esto se agrega que la eficiencia energética que se alcanza con los biocombustibles es muy baja comparada con el petróleo y el carbón.


Tampoco les han contado a los ciudadanos que existe una alianza nefasta entre las industrias automotriz, petroquímica y alimenticia, con el fin de acelerar las investigaciones que proporcionen mayor eficiencia productiva para aquellos alimentos que se transforman en combustibles. Estos acuerdos también tienen que ver con el refinamiento de la lignina y la celulosa, lo cual pondrá en la línea de destrucción millones de hectáreas de bosques.
Y mientras tanto, los precios de alimentos básicos van en alza, lo que ha originado protestas airadas alrededor del mundo. Dichas alzas se explican porque ha disminuido la producción de alimentos esenciales como granos y cereales, debido a que muchas tierras se destinaron a la producción de materia prima para los combustibles; o porque alimentos para la dieta nutricional de la mayoría de países, tales como maíz, trigo y soya, son apetecidos como biomasa para la producción de etanol; o por variaciones sustanciales en el clima que han afectado las cosechas en gran parte del mundo; o por los terribles daños que la erosión y la mecanización le están ocasionando al suelo.


La situación ha llegado a un punto tan crítico, que el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas anunció recortes en la ayuda alimentaria a los más pobres, porque el monto de las donaciones que entregan los países no alcanza para mantener el cubrimiento que se venía ofreciendo.


Los rostros hambrientos de millones de personas no sensibilizan a los negociantes de los combustibles vegetales, quienes sólo entienden que hay una dinámica económica que muestra un barril de petróleo con cotizaciones superiores a los 100 dólares y un mercado ávido de tener combustibles presuntamente limpios para asegurar la movilización de la industria, especialmente automotriz, a los cuales los gobiernos les brindan multimillonarios incentivos vía impuestos, créditos baratos y precios sustentables y subsidiados.

jueves, 27 de marzo de 2008

LAS QUIMERAS COLOMBIANAS SOBRE LOS BIOCOMBUSTIBLES[1]

La mayoría de las iniciativas agroindustriales en Colombia han fracasado por falta de planeación y porque los promotores hacen cuentas alegres sobre los productos que están impulsando, dejándose arrastrar por intuiciones antes que por los resultados que ofrecen las investigaciones científicas y por el comportamiento de los mercados.

Son paradigmáticos los fracasos de las industrias de la seda, del caucho, de las plantas de cítricos, de las procesadoras de lácteos, para sólo mencionar algunos sectores, donde los productores fueron incapaces de sostenerse, debido a que se había fallado en los análisis del mercado. En el recorrido por las zonas rurales se encuentran infraestructuras abandonadas y voces que cuestionan drásticamente las políticas agrícolas y pecuarias del gobierno, fundamentalmente porque ellas son improvisadas e irresponsables.

Con el caso de los biocombustibles la historia que se está vendiendo es que Colombia pondrá a disposición de la producción de biomasa para etanol un millón de hectáreas, mientras que para el biodiésel se contará con dos millones de hectáreas.

El Ministro de Minas de Colombia[3] aseguró que el país está en capacidad de producir biodiésel (metil ester) a partir de palma, cocotero, higuerilla, aguacate, jatropha, colza, maní, soya y girasol. Además, dijo que el etanol anhidro se podrá extraer de la caña, yuca, remolacha, maíz, sorgo y maderas. Según sus cálculos será posible ofertar diariamente 25 millones de litros de etanol con base en caña de azúcar[4] y 40 millones de litros de biodiésel extraída de la palma. Esto quiere decir que Colombia podría aportarle a Estados Unidos, según los cálculos del gobierno, el 33% de su demanda de etanol. Los datos colombianos podrían reducir en el corto plazo en una tercera parte los esfuerzos anunciados por el presidente Bush al sancionar la Ley de Eficiencia Energética[5] que tiende a aumentar el nivel de mezcla de etanol con gasolina.

Los sueños del Ministro, sin embargo, se desvanecen al ver la realidad. La infraestructura de plantas para el procesamiento del etanol en Colombia todavía no alcanza a los 9.000 millones de litros anuales que proyectan las cifras oficiales, pues se quedan únicamente en 350 millones de litros, o sea, el 4% del total soñado. Hay en proyecto tres plantas con base en yuca y caña que aportarían 66 millones de litros adicionales. La realidad también dice que los 25 millones de litros diarios de etanol que Colombia cree que podrá ofertar, especialmente a Estados Unidos, hoy (y en el mediano futuro) sólo es capaz de negociar a lo sumo un millón de litros.

Esta cruda fotografía de los biocombustibles colombianos no le dará la suficiente tranquilidad al presidente Bush, quien en definitiva tendrá que construir 77 nuevas plantas de etanol para solventar sus necesidades de corto plazo. Y no podrá contar con Colombia, que tiene una ley que habla de una mezcla obligatoria del 10% de etanol en la gasolina, la cual empezó incluyendo a las ciudades de más de 500.000 habitantes y que paulatinamente se extiende a través de todo el país, momento en cual se requerirán 479 millones de litros anuales de etanol[6], de los cuales el país está en capacidad de producir con sus destilerías actuales y futuras 416 millones, lo que arrojaría un déficit de aproximadamente 63 millones de litros de biocombustible. Esto demuestra que con grandes esfuerzos podrá haber autoabastecimiento y que en el mediano plazo será bastante difícil que se pueda garantizar un cupo de exportaciones.

Del millón de hectáreas que se anuncian desde Colombia como territorio disponible para producir biomasa para etanol, hoy sólo se tienen ocupadas 50.000 hectáreas y podrían incluirse 13.000 hectáreas más si se viabilizan nuevas inversiones.

Además de estas cifras, lo que más mueve al gobierno a creer firmemente en las bondades de los biocombustibles es que podrá brindarle empleo formal a dos millones de colombianos, y otros seis millones dependerán indirectamente de él. Dicho de una manera más clara, con la producción de alcohol carburante y bioaceites será posible vencer en gran medida el desempleo y el subempleo y poner al país en la senda del verdadero desarrollo y crecimiento. Por el momento, el número de empleos que brindan los proyectos de etanol son 5.470 y de biodiésel 47.600.

De otro lado, al gobierno colombiano sus estudios sobre eficiencia energética lo ponen en una condición de líder internacional, dado que sus indicadores son muy superiores a los que se ha comprobado se alcanzan en Estados Unidos y Brasil. La relación entre energía producida y energía requerida que muestran las investigaciones en Colombia, de ser ciertas, silencian las evaluaciones realizadas por reputadas universidades y echan por tierra las conclusiones de destacados científicos y consolidan la proposición que defienden varios sectores de opinión en el sentido de que los biocombustibles evidentemente son la solución para los graves problemas de abastecimiento de energía y contaminación atmosférica del mundo. Sin embargo, las investigaciones adolecen de un problema esencial: excluyen de las energías requeridas para la producción de biocombustibles, aquellas relacionadas con los fungicidas y plaguicidas, el movimiento de maquinaria y transporte, y sólo se estiman los usos de combustibles relativos a la destilación.

Las quimeras sobre las que navega la política energética del país, especialmente la relacionada con los biocombustibles, impide entender, como lo demuestra un estudio de la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía de México, que estos sólo representan el 0,2% de las energías renovables en el mundo[7]. La ausencia de estudios serios impide saber cuánta es la producción anual de las biomasas indicadas para etanol y biodiésel y qué cantidad de tierra es realmente apta para ser habilitadas para las siembras respectivas. Tampoco se ha presentado una evaluación económica que indique si los costos de los insumos, teniendo en cuenta en ellos la energía requerida en el proceso de producción, transformación y transporte, aseguran la rentabilidad adecuada cuando se pague entre 0,46 y 0,55 centavos de dólar el litro de etanol. Una evaluación realizada en México concluyó que en 0,65 centavos eran viables los negocios con base en caña de azúcar y maíz.

El futuro de los biocombustibles en Colombia muestra que ellos serán impuestos, porque el gobierno ya comprometió su palabra de que los impulsaría. Sin embargo, no será fácil llegar a las metas propuestas en cuanto a utilización de tierras, ni a los niveles de productividad que se cree, ni volverá ricos a los pequeños productores, pero sí afectará gravemente el medio ambiente, creará un desabastecimiento de alimentos y generará un aumento sustancial de los precios de la comida.

En el tema específicamente ambiental, es evidente que los grandes inversionistas no sólo sacaran la celulosa de la madera y los jugos de los vegetales, sino que también agotarán las existencias de agua y los nutrientes del suelo. El resultado final, será un negocio lucrativo para los dueños de las plantas destiladoras, algunas utilidades para los medianos productores, la ruina para los pequeños campesinos, un panorama agrario desolador y una pobreza cada vez más amplia. Porque los biocombustibles son un agronegocio que produce hambre.


[1] Aparte del libro “Biocombustibles: un agronegocio que produce hambre”
[2] Este libro fue escrito en compañía de Alberto Arias Dávila, director de la CARDER - Risaralda
[3] Hernán Martínez Torres, Ministro de Minas de Colombia, en una exposición en Bucaramanga, mayo 18 de 2007.
[4] Brasil, el más grande productor de etanol del mundo, produce diariamente 16 millones de litros.
[5] Ley sancionada el 19 de diciembre de 2007
[6] Colombia está quemando 4.795 millones de litro s de gasolina cada año
[7] Datos tomados por esta Comisión del Renewables 2005: GlobalStatus Report, REN21

lunes, 25 de febrero de 2008

A PESAR DEL ODIO QUE LE TIENEN, PIEDAD CORDOBA ES LA COLOMBIANA MÁS IMPORTANTE

Negra, vendepatrias, traicionera, anticolombiana, comunista, guerrillera, estúpida… Estos son apenas algunos calificativos publicables que le dicen diariamente a Piedad Córdoba, aquellas señoras y señores cuya importancia relativa para el país es ninguna, pero que afilan su lengua apenas aparece públicamente la Senadora.

Piedad Córdoba es una indeseable para la mayoría de los colombianos. A ella, en un país terriblemente segregacionista, no le perdonan su color de piel. Ser negra o negro en Colombia es una condena anticipada a la discriminación. Casi ninguna esfera importante de la vida social y económica acepta a los negros. El general More y la ministra de cultura Paula Marcela Moreno, son las excepciones, no por el querer de las poderosas mafias políticas, sino por un mandato expreso de la influyente Black Caucus, a la cual pertenecen los congresistas negros de los Estados Unidos.

A la senadora Córdoba nunca la van a querer en un país donde a la gente le gusta hablar en términos figurativos, donde reina el chisme y la conseja, donde las verdades son a medias y donde el anónimo tiene un papel central en los acontecimientos rutinarios. Este es un escenario poco propicio para una mujer que habla claro y dice lo que piensa.

Cómo va a ser posible que a Piedad, la que habla duro y de frente, la pueda acoger una nación tremendamente machista, donde la mujer no tiene espacios para manifestarse; es objeto permanente de agresión física, moral y sexual; y está excluida de las grandes decisiones políticas y económicas.

A ella la llaman traicionera y vendepatria porque no hace parte de las mayorías, ni se pone las rodilleras institucionales, ni se deja convencer de los discursos mesiánicos, ni hace parte de las multitudes esquizofrénicas.

Los calificativos de guerrillera y comunista se los endilgan porque su posición política de la más pura entraña liberal, se contrapone a las expresiones gubernamentales. La gente al perder el norte de la esencia filosófica de los partidos políticos, es incapaz de entender un discurso que defienda las libertades, que propenda por el libre examen y que procure salidas negociadas antes que una guerra fratricida.

Sin ninguna duda, Piedad Córdoba es la mujer más importante de la política en Colombia, para no decir que es la colombiana más vistosa y destacada en el escenario internacional. Ella, por su gran arrojo, ha podido más ante el tema del secuestro, que la retórica gubernamental. Ella ha concentrado mucha más atención de los grandes poderes mundiales que la deplorable política diplomática del gobierno. Por sus propios méritos, en contra de la voluntad de los jefes de su Partido, sin medir riesgos, llegando incluso a los excesos, le ha permitido a decenas de familiares de secuestrados mantener prendida la llama de la esperanza de poder volver a ver a sus seres queridos con vida y en libertad.

Mientras Piedad cumple con la loable misión de buscar la libertad de los secuestrados por las FARC, en los cafés, en las oficinas, en los taxis, en las universidades, en los salones de belleza, en los campos de golf… hay señores y señoras, sin ninguna importancia relativa para el país, hablando de esa negra, guerrillera, vendepatrias, traicionera y estúpida.

sábado, 2 de febrero de 2008

INDIFERENCIA NACIONAL FRENTE A LA MUERTE DE NIÑOS POR CONSUMIR AGUA CONTAMINADA

Veinte mil niños mueren cada año en Colombia por afecciones relacionadas con la ingesta de agua de mala calidad. La afirmación fue hecha por el Procurador General de la Nación. Este dramático anuncio apenas sí fue objeto de reporte en los noticieros de televisión y sirvieron para una noticia marginal en la radio. Los periódicos más importantes del país la refundieron en sus páginas interiores.

Es tal la indiferencia ciudadana sobre lo que ocurre a su alrededor, que el anuncio del Procurador se convirtió simplemente en una cifra fría. Muy pocos se detuvieron a examinar las implicaciones sociales y ambientales de la muerte de 55 niños diariamente por tomar agua no apta para el consumo humano.

A los colombianos en general les importa muy poco que cada hora mueran 2,2 niños. Este no es un problema que sea considerado importante, como tampoco lo es que 714 municipios no suministren agua potable a sus habitantes.

Si Colombia representara una nación coherente y preocupada, exigiría que le contaran con toda claridad qué hicieron en los últimos seis años los gobiernos regionales y locales con $11.7 billones, que estuvieron dirigidos a asegurar la oferta de agua potable.

Como a nadie le importa nada, es fácil para funcionarios venales apropiarse los dineros públicos y seguir ejerciendo irregularmente sus labores, sin que ninguna autoridad los sancione. Ni siquiera el Procurador, tan preocupado por dar a conocer la cifra de niños muertos, es capaz de reportar el número de servidores públicos destituidos y judicializados por hacer desaparecer la plata y por constituirse en sospechosos de homicidio culposo.

Las metas propuestas por el gobierno para lograr altos niveles de cobertura en acueducto y alcantarillado se tendrán que aplazar si continúa este desgreño en el manejo de los recursos financieros, especialmente relacionados con las transferencias del Sistema General de Participaciones y las Regalías. Entre tanto, los niños de Tabor en el Chocó o los de Crespo en Cartagena, se seguirán pareciendo cada vez más a sus similares de Biafra en el África.

domingo, 20 de enero de 2008

RISARALDA ESTÁ PERDIENDO COMPETITIVIDAD ECONÓMICA

Risaralda sigue siendo el séptimo departamento en competitividad en Colombia, pero cada vez se rezaga frente a Bogotá y Antioquia. En tanto, Valle, Atlántico, Cundinamarca y Santander, con quienes Risaralda mantenía una fuerte y sana emulación, muestran una consolidación competitiva más acelerada y le han sacado una notoria ventaja. Pero lo peor es que Meta y Bolívar están a punto de alcanzarlo debido a sus mejores dinámicas en las variables económicas, sociales, académicas, financieras, tecnológicas y ambientales.

Este panorama, que ojalá sea evaluado con responsabilidad por el gobierno risaraldense en la elaboración del Plan de Desarrollo, es el que pintan las cifras extraídas del estudio de la CEPAL sobre Competitividad en Colombia[2], donde se asegura que las dotaciones locales y los encadenamientos productivos diferencian a las regiones “lo que conlleva a brechas importantes en el desarrollo económico y social entre los departamentos”.

Allí se muestra que el factor de fortaleza de la economía en Risaralda en términos de competitividad pasó de una valoración de 42.1 en 2002 a 32.9 en 2004, una caída pronunciada que indica que los factores de producción, el comercio internacional de bienes, el flujo de capitales y los servicios financieros presentaron una muy baja dinámica frente a lo que estaba ocurriendo en otras regiones como Bogotá y Antioquia.

Es importante aclarar que todos los departamentos tuvieron una pérdida de competitividad comparada con Bogotá y Antioquia, pero el caso de Risaralda merece especial atención porque fue el que perdió mayor puntaje entre los primeros diez a nivel nacional, aunque sigue liderando la calificación a nivel del Eje Cafetero.

Risaralda es el cuarto departamento en Colombia en densidad empresarial agregada, o sea, que después de Bogotá, Meta y Quindío, es el que mayor número de empresas tiene por habitante, sin embargo, su nivel de especialización industrial es uno de los que más ha perdido dinamismo junto con Atlántico y Cesar. Ello se explica porque las empresas que se han asentado en el Departamento tienen que ver esencialmente con el comercio, en tanto muchas de sus principales industrias han cerrado o migrado hacia otras regiones, lo cual ha conducido a una baja capacidad productiva de sus habitantes en términos de valor agregado per cápita.

En cuanto al Coeficiente de Internacionalización de la Economía, o sea, la relación entre exportaciones e importaciones con el PIB departamental, Risaralda ocupa el séptimo lugar en el país, y supera ampliamente a Caldas y al Quindío. La Tasa de Orientación de las Exportaciones, muestra que este departamento tiene una gran tendencia a las negociaciones de productos no tradicionales, muy parecido a lo que ocurre con Antioquia y Valle.

Pero llama la atención que Risaralda no ha diversificado sus mercados de exportación, y sigue dependiendo de los mismos países compradores, contrario a lo que han hecho Bogotá y Valle, lo cual permite que una crisis comercial con un determinado país (caso Venezuela) no tenga tantos efectos perversos y ruinosos para la economía.

En cuanto a la infraestructura financiera, Risaralda tiene un cubrimiento adecuado de establecimientos bancarios y de cajeros electrónicos por habitante. Sin embargo, se ha observado una disminución en el número de locales para atención personalizada de los bancos, debido a procesos de racionalización operativa del sector financiero y fusiones empresariales.

Risaralda ocupa el puesto 17 en el indicador de captaciones bancarias por habitante, lo cual demuestra que no hay propensión al ahorro y que la población tiene unos ingresos muy bajos. Se sabe que el 78% de los trabajadores afiliados al régimen de seguridad social ganan menos de dos salarios mínimos. Un indicador como este compromete las posibilidades de desarrollo territorial.

Para enfrentar esta situación tan compleja debe existir un compromiso entre el gobierno y otros actores del desarrollo regional y local, especialmente los centros de investigación, las universidades y los empresarios, para construir la estrategia más eficiente que permita asegurar desarrollo y crecimiento, y que como consecuencia de ello sea posible mejorar la competitividad en el escenario nacional.

Los risaraldenses deben pensar en sus grandes potencialidades y volcar hacia varios de esos sectores todas sus energías conjuntas. Lo que no puede seguir ocurriendo es que las prioridades del gobierno tomen un camino diferente a las de los empresarios y los investigadores.

Risaralda no es capaz de soportar más experimentos relacionados con la construcción de una política pública basada únicamente en el asistencialismo, olvidándose de la existencia de otras variables que pueden contribuir a fortalecer la economía y a mejorar la redistribución del ingreso para enfrentar con éxito la pobreza.

Ser competitivo es integrar la tecnología con la economía y unir el conocimiento con la política pública, donde el fin esencial sea el bienestar de la gente.


[2] Escalafón de Competitividad de los Departamentos en Colombia. CEPAL, 2007. Juan Carlos Ramírez, Horacio Osorio y Rafael Parra-Peña