sábado, 11 de septiembre de 2010

Risaralda, un mal ejemplo de cómo se gastan las vigencias futuras

Hace varios meses el Contralor de Risaralda llamó la atención sobre las vigencias futuras que ha venido aprobando la Asamblea y advirtió que este instrumento del Estatuto Orgánico Presupuestal es muy riesgoso para las finanzas departamentales.

Las cifras oficiales indican que el actual gobierno de Risaralda ha comprometido cerca de $100.000 millones de vigencias futuras. La magnitud de esta cifra comparada con el presupuesto anual y la generación de rentas propias, pone en riesgo el futuro del departamento.

El secretario de Hacienda le ha restado importancia al tema. En sus primeras declaraciones desestima el pronunciamiento conjunto del Contralor, Auditor y Procurador General, en el sentido de que los recursos de vigencias futuras que no se hayan contratado se deben devolver y que no se puede seguir usando de manera tan irresponsable esta figura.

El espíritu de las vigencias futuras es impulsar el desarrollo de mediano y largo plazo, a través de obras de gran impacto, como un Metro, un puerto marítimo, un aeropuerto, un sistema de acueducto regional o una vía secundaria de primera importancia.

Pero no es posible utilizar estos recursos en mercaditos de 7.300 pesos, la pavimentación de una calle, el mejoramiento de unas viviendas, la construcción de un acueducto barrial, la adecuación de un talud, la compra de motos para seguridad, pagar prestaciones sociales o la contratación de personal, que es precisamente lo que está ocurriendo en Risaralda.

La acelerada iniciativa del gasto del Gobernador, sumada a la imprudencia del Secretario de Hacienda y la irresponsabilidad de la Asamblea, conducirá a Risaralda nuevamente a una situación de inviabilidad financiera.

Muy seguramente con esa alegría desbordada de gastar a dos manos, las funciones del próximo Gobernador se reducirán a la de recaudador – pagador, y si nombra secretarios y gerentes en su gabinete, será para que puedan cobrar el sueldo por hacer nada, porque no tendrán nada que hacer.

Al paso que va Risaralda, la única buena noticia la recibirá el Gobernador, quien aumentará su popularidad y sumará poder político por gastar al menudeo los recursos públicos de vigencias futuras. Las noticias malas, que serán muchas, las recibirá el Departamento, que albergará un número mayor de pobres y hambrientos y tendrá unos municipios que seguirán derruyéndose. Risaralda está caminando inexorablemente hacia la desesperanza.