domingo, 20 de enero de 2008

RISARALDA ESTÁ PERDIENDO COMPETITIVIDAD ECONÓMICA

Risaralda sigue siendo el séptimo departamento en competitividad en Colombia, pero cada vez se rezaga frente a Bogotá y Antioquia. En tanto, Valle, Atlántico, Cundinamarca y Santander, con quienes Risaralda mantenía una fuerte y sana emulación, muestran una consolidación competitiva más acelerada y le han sacado una notoria ventaja. Pero lo peor es que Meta y Bolívar están a punto de alcanzarlo debido a sus mejores dinámicas en las variables económicas, sociales, académicas, financieras, tecnológicas y ambientales.

Este panorama, que ojalá sea evaluado con responsabilidad por el gobierno risaraldense en la elaboración del Plan de Desarrollo, es el que pintan las cifras extraídas del estudio de la CEPAL sobre Competitividad en Colombia[2], donde se asegura que las dotaciones locales y los encadenamientos productivos diferencian a las regiones “lo que conlleva a brechas importantes en el desarrollo económico y social entre los departamentos”.

Allí se muestra que el factor de fortaleza de la economía en Risaralda en términos de competitividad pasó de una valoración de 42.1 en 2002 a 32.9 en 2004, una caída pronunciada que indica que los factores de producción, el comercio internacional de bienes, el flujo de capitales y los servicios financieros presentaron una muy baja dinámica frente a lo que estaba ocurriendo en otras regiones como Bogotá y Antioquia.

Es importante aclarar que todos los departamentos tuvieron una pérdida de competitividad comparada con Bogotá y Antioquia, pero el caso de Risaralda merece especial atención porque fue el que perdió mayor puntaje entre los primeros diez a nivel nacional, aunque sigue liderando la calificación a nivel del Eje Cafetero.

Risaralda es el cuarto departamento en Colombia en densidad empresarial agregada, o sea, que después de Bogotá, Meta y Quindío, es el que mayor número de empresas tiene por habitante, sin embargo, su nivel de especialización industrial es uno de los que más ha perdido dinamismo junto con Atlántico y Cesar. Ello se explica porque las empresas que se han asentado en el Departamento tienen que ver esencialmente con el comercio, en tanto muchas de sus principales industrias han cerrado o migrado hacia otras regiones, lo cual ha conducido a una baja capacidad productiva de sus habitantes en términos de valor agregado per cápita.

En cuanto al Coeficiente de Internacionalización de la Economía, o sea, la relación entre exportaciones e importaciones con el PIB departamental, Risaralda ocupa el séptimo lugar en el país, y supera ampliamente a Caldas y al Quindío. La Tasa de Orientación de las Exportaciones, muestra que este departamento tiene una gran tendencia a las negociaciones de productos no tradicionales, muy parecido a lo que ocurre con Antioquia y Valle.

Pero llama la atención que Risaralda no ha diversificado sus mercados de exportación, y sigue dependiendo de los mismos países compradores, contrario a lo que han hecho Bogotá y Valle, lo cual permite que una crisis comercial con un determinado país (caso Venezuela) no tenga tantos efectos perversos y ruinosos para la economía.

En cuanto a la infraestructura financiera, Risaralda tiene un cubrimiento adecuado de establecimientos bancarios y de cajeros electrónicos por habitante. Sin embargo, se ha observado una disminución en el número de locales para atención personalizada de los bancos, debido a procesos de racionalización operativa del sector financiero y fusiones empresariales.

Risaralda ocupa el puesto 17 en el indicador de captaciones bancarias por habitante, lo cual demuestra que no hay propensión al ahorro y que la población tiene unos ingresos muy bajos. Se sabe que el 78% de los trabajadores afiliados al régimen de seguridad social ganan menos de dos salarios mínimos. Un indicador como este compromete las posibilidades de desarrollo territorial.

Para enfrentar esta situación tan compleja debe existir un compromiso entre el gobierno y otros actores del desarrollo regional y local, especialmente los centros de investigación, las universidades y los empresarios, para construir la estrategia más eficiente que permita asegurar desarrollo y crecimiento, y que como consecuencia de ello sea posible mejorar la competitividad en el escenario nacional.

Los risaraldenses deben pensar en sus grandes potencialidades y volcar hacia varios de esos sectores todas sus energías conjuntas. Lo que no puede seguir ocurriendo es que las prioridades del gobierno tomen un camino diferente a las de los empresarios y los investigadores.

Risaralda no es capaz de soportar más experimentos relacionados con la construcción de una política pública basada únicamente en el asistencialismo, olvidándose de la existencia de otras variables que pueden contribuir a fortalecer la economía y a mejorar la redistribución del ingreso para enfrentar con éxito la pobreza.

Ser competitivo es integrar la tecnología con la economía y unir el conocimiento con la política pública, donde el fin esencial sea el bienestar de la gente.


[2] Escalafón de Competitividad de los Departamentos en Colombia. CEPAL, 2007. Juan Carlos Ramírez, Horacio Osorio y Rafael Parra-Peña