martes, 22 de septiembre de 2009

Una ciudad que no reacciona

En un secreto de Estado se convirtió el proyecto City Marketing para Pereira. Dicen las voces oficiales y algunos privilegiados del sector privado, que es un documento fenomenal. Que difícilmente alguien podía imaginarse algo similar. Que sus creadores están en el borde de ser unos genios de la promoción y la publicidad institucional. Sin embargo, todavía esa maravilla no se ha puesto en marcha y la sociedad en su conjunto la desconoce.

Más allá de que exista un documento genial, Pereira requiere con urgencia acciones reales para enfrentar la crisis interna que está viviendo. No es concebible que las fuerzas vivas de la ciudad sigan esperando que el gobierno nacional las provea de los recursos necesarios para disminuir el galopante desempleo que desde mayo último la tiene asolada.

Mientras en Pereira insisten en un Conpes y aguardan a que les lleguen los dineros anunciados por el presidente Uribe, muchos de los cuales no existen en las arcas del Ministerio de Hacienda, ni serán aprobados por Planeación Nacional, ciudades como Bucaramanga, Medellín, Pasto e Ibagué, para sólo mencionar cuatro ejemplos, tienen a sus Alcaldes liderando procesos que han brindado resultados envidiables.

Los alcaldes Vargas, Salazar, Alvarado y Botero han logrado revertir la tendencia creciente del desempleo gracias a liderar una inversión pública de choque, incentivar la demanda local, brindar microcréditos productivos para las familias, auspiciar nuevos mercados para sus industriales y propiciar novedosas relaciones entre los ciudadanos pobres y el gobierno para la obtención de subsidios. Todo esto en una acción conjunta con los empresarios y las organizaciones de la sociedad. Estos cuatro alcaldes son queridos y respetados por sus ciudadanos.

El desempleo es apenas uno de los graves problemas que tiene Pereira, que se presenta hoy como una de las ciudades con mayor ocurrencia de delitos y más baja percepción de seguridad urbana. Son conocidos los acontecimientos frecuentes de asaltos a casas campestres, secuestros expresos, aumento de bandas de delincuentes juveniles, robo de vehículos y comercialización de narcóticos al detal en todos los barrios y a todas las horas, sin que se produzca una reacción institucional creíble y efectiva.

El panorama se sigue enrareciendo cuando se sabe por las noticias que se emiten desde Pereira, que el aeropuerto Matecaña se consolida como un centro de embarque de drogas y un puerto de salida para el comercio internacional de prostitutas.

Las calles y andenes de amplias zonas comerciales están en poder de vendedores estacionarios, talleres de mecánica y mafias del espacio público. Se ha descubierto que hay organizaciones que arriendan diariamente un pedazo de andén para que la gente pueda vender sus mercancías u ofrecer sus servicios, ante la indolencia de las autoridades locales.

Quienes seguimos con interés los acontecimientos de Pereira, pensamos que ya se deberían estar ejecutando inversiones públicas por parte del gobierno municipal. Que es el momento de pasar de los anuncios publicitarios a la acción. Hay proyectos de infraestructura física que se deben desatar rápidamente, claro, en la medida en que sea cierta la afirmación oficial de que están totalmente financiados.

Es sustancial que se continúe con el proceso de renovación urbana de la zona centro de Pereira. Llevamos seis años sin que las administraciones municipales emprendan la ejecución de proyectos complementarios a Ciudad Victoria y que erradiquen de una vez por todas las zonas tuguriales, donde abundan la prostitución infantil y los locales para el consumo de drogas, amen de tener un aspecto francamente desagradable, al cual se han ido acostumbrando los pereiranos.

La recuperación de la zona centro pasa por una decisión trascendental que a todos los alcaldes les ha dado temor adoptar: desalojar las ventas callejeras y ordenar el espacio público. Bogotá, Bucaramanga y Medellín, están dando ejemplo de cómo recuperar dicho espacio. La situación en este sentido en Pereira es de una gravedad inusitada, que se complica porque el Alcalde y su secretario de Gobierno no actúan.

La dirigencia pereirana tiene la obligación de entender que si todas estas enfermedades siguen vigentes y no se aplican los remedios adecuados de manera oportuna, la ciudad perderá completamente su competitividad y entonces los vecinos sustituirán muchas de nuestras ventajas actuales. Sería muy provechoso que empezaran a mirar lo que está ocurriendo con la inversión privada en Armenia, por ejemplo.

Las circunstancias obligan a que las decisiones se deban tomar hoy y para ello se requieren líderes. ¿Los tenemos?