jueves, 8 de julio de 2010

Santa Rosa y La Virginia dan lástima

El nivel de pobreza de Santa Rosa de Cabal es del 53,3%, de acuerdo con los datos de la Misión de Pobreza de Planeación Nacional, mientras que el de La Virginia llega al 64,3%. Dos cifras aterradoras si se comparan con municipios vecinos como Pereira (42,3%) y Dosquebradas (38,5%).

Santa Rosa fue vista siempre como una localidad líder en desarrollo económico, generadora de riqueza, con excelentes indicadores de calidad de vida, un comercio pujante y un sector primario poderoso en avicultura, caficultura y ganadería, con trilladoras de café reconocidas nacionalmente y un turismo con excelentes perspectivas debido a sus aguas termales.

Sin embargo, hoy este municipio está convertido en un despojo. Los sucesivos malos gobiernos, sumados a la crisis cafetera, la migración social, la deserción escolar y la inseguridad, fueron arrastrando a Santa Rosa de Cabal a un deshonroso escenario de subdesarrollo.

La que ayer fue una joya que se peleaban con rudeza Caldas y Risaralda, hoy tiende la mano en busca de una ayuda que le permita salir del atascadero en que se encuentra. Pero nadie se la ofrece. Pasó del esplendor a la miseria.

La Virginia, por su lado, ha sido mirada desde siempre como un gueto que no debería existir. Algunos sectores de la sociedad risaraldense ven con desdén hacia este enclave humano en las orillas del río Cauca. La prueba del menosprecio por ellos se refleja en la poca atención que les brinda el Estado.

A este municipio lo han saqueado una y otra vez sus más “prominentes” hijos y las consecuencias se traducen en una comunidad cada vez más empobrecida, que ve muy lejana la posibilidad de acceder a los beneficios del desarrollo, que lucha en cada invierno por no morir ahogada y que clama infructuosamente por un pedazo de pan.

Dura realidad para dos localidades que llegaron a ser consideradas por los planificadores risaraldenses como potenciales emporios del desarrollo económico.