lunes, 15 de junio de 2009

La hecatombe económica

El gobierno colombiano estuvo gastando a manos llenas durante los últimos seis años. Ello lo pudo hacer porque privatizó la casi totalidad de las empresas públicas; vendió acciones de algunas entidades emblemáticas; impulsó reformas tributarias; obligó a los más ricos a pagar un impuesto para la guerra; contó con petróleo y carbón a precios altísimos en el mercado internacional; y tuvo una economía moviéndose en terrenos muy positivos, lo cual dejó varios billones más en las cuentas del Tesoro Nacional.

Pero la época de las vacas gordas se acabó para Colombia, en medio de una de las crisis económicas mundiales más pavorosas, que ha movido los cimientos del capitalismo, al derrumbarse el consumo, lo que ha sepultado a destacadas empresas de los sectores financiero, asegurador, inmobiliario y automotriz, que siempre fueron sinónimo de prosperidad, seguridad, lujo y distinción.

Lo que hoy enfrenta Colombia es una recesión económica, acompañada por el crecimiento del desempleo y un déficit fiscal que echará por tierra una parte importante de lo que se había logrado en seguridad, fortalecimiento militar y disminución de la pobreza.

Lo que vendrá será una nueva reforma tributaria, que gravará los salarios y aumentará el IVA. No se girarán más recursos para proyectos regionales de infraestructura. Aumentará el desempleo por la caída vertiginosamente de la producción, el comercio interno y las exportaciones. No aumentará el número de familias que reciben un cheque mensual del Estado y las que hoy hacen parte de los programas asistencialistas quedarán en vilo. No se podrá recurrir con facilidad por parte de las empresas privadas al crédito internacional, en tanto las inversiones externas serán marginales.

Aspectos como la baja de las tasas de interés de referencia del Banco de la República, la caída de la inflación y la inversión pública, que se asomaron en principio como opciones para disminuir los impactos de la crisis económica, han ido perdido importancia, dado que el sistema financiero ha mantenido incólume el costo del dinero y ha restringido el crédito. La inflación ciertamente está por debajo de las previsiones de las autoridades monetarias, más por los efectos de la recesión que por una interrelación positiva de las variables macroeconómicas. La inversión pública, que podría mover la economía, no tiene cómo arrancar debido a la carencia de recursos públicos suficientes, a un déficit proyectado de 10 billones de pesos y a la inexistencia de un ahorro real en el Tesoro Nacional.

Pero lo que sí es evidente, es que en medio de la hecatombe económica, la presencia activa de las FARC y los escándalos por corrupción, muertes extrajudiciales y parapolítica, está en furor la posibilidad de reelección del presidente Uribe.

viernes, 5 de junio de 2009

El desempleo es una desgracia para Pereira

Hace poco el presidente Uribe dijo que Pereira era la campeona de la competitividad en Colombia. Les recomendó a los empresarios nacionales que no tenían que irse para el exterior a conocer ejemplos de gran eficiencia empresarial, sino que debían ir a Pereira para que vieran cómo se lograba el progreso y el desarrollo. Sin embargo, dos semanas después, el DANE reveló que esta ciudad también era la campeona del desempleo en el país, y se conoció que las inversiones públicas más importantes respaldadas por el gobierno central para la zona cafetera se harán, contrariando los principios de la coherencia, en Caldas, entre ellas el Aeropuerto de Palestina y el Centro Regional de Logística en Manizales.

Pereira concentra gran parte de la inversión privada, especialmente de capitales extranjeros en los sectores de comercio y servicios, que ofertan algunos empleos mal remunerados, y donde las utilidades empresariales no se reinvierten localmente, sino que se envían de inmediato a las sedes matrices de las firmas.

Existe un espejismo sobre el gran crecimiento en Pereira. Se ven grandes superficies comerciales y se hace alharaca por la llegada de centros de atención de llamadas. Sin embargo, se oculta la realidad de un comercio tradicional que entró en crisis y que ha venido cerrando paulatinamente sus puertas. Poco se habla de la parálisis de la construcción, de la inexistencia de nuevos proyectos industriales, del estancamiento de las manufacturas y del bajo nivel de inversión pública.

El desempleo de Pereira que llegó al 19,7% puede seguir subiendo, porque la producción cafetera cayó en cerca del 40% y no habrá una irrigación importante de dinero en la economía y el nivel de consumo se va a desbarrancar. A esto se agrega, que el valor nominal de las mesadas provenientes del exterior ha disminuido en un 18% y que por efectos de la revaluación interna frente al dolar ha caído en un porcentaje similar en lo corrido de este año. Estas situaciones hacen que la industria y el comercio se depriman y tengan que disminuir sus cargas laborales.

Otros factores que pueden complicar el tema de empleo se relacionan con que la construcción, el sector más intensivo en mano de obra, tiene parados muchos proyectos y otros nunca arrancaron a la espera de un mejor momento económico, y a que el regreso de los migrantes de España y Estados Unidos, países donde se vive una recesión atroz, hará que muchas más personas salgan a buscar trabajo.

Y el panorama se torna más gris, debido a que muchas familias, especialmente de los municipios circunvecinos, podrían quedarse sin las ayudas que le entrega el gobierno nacional por la vía de los subsidios, como consecuencia de la disminución de los ingresos fiscales y tratarán de vincularse al mercado laboral pereirano; y porque hasta la plata del narcotráfico, que durante muchos años alimentó la economía subterránea de la ciudad, se ha ido desplazando hacia zonas de frontera, dejando a sus beneficiarios de más bajo nivel, especialmente trabajadores de fincas, choferes, empleadas domésticas y vendedores, sin su trabajo.

¿Y las soluciones? El gobierno local podría ayudar a través de la inversión pública, pero las obras que paliarían un poco la crisis, se encuentran en la agenda de buenas intenciones del Alcalde, pero no se ejecutarán tan rápidamente como la situación lo exige. El sector privado local es de una debilidad pasmosa y no tiene capacidad de reaccionar. Los empresarios externos creen que ya hicieron lo suyo y ahora están en la tarea de recuperar su inversión, y de acuerdo con la encuesta de la ANDI, la mayoría de ellos a nivel nacional no van a generar nuevos puestos de trabajo y una porción muy importante dijeron que disminuirán sus plantas de personal.

El panorama del empleo en Pereira es bastante tormentoso y la única forma de enfrentarlo es a través de un gran acuerdo multisectorial, que impida su agravamiento y se pueda tener un piso menos deleznable para iniciar la recuperación, una vez se supere la crisis mundial de la economía.