Los asaltos a las propiedades en Pereira van en crecimiento. Pero muy pocos de esos hechos son presentados públicamente. La Policía no los reporta e incluso algunas familias no denuncian.
Los delincuentes entran a la fuerza a condominios, edificios
residenciales, oficinas, restaurantes y buses. La mayoría de las veces los
atracadores sólo amedrantan con sus armas y atan a sus víctimas a camas o
asientos. Hay casos en los que a las personas las golpean brutalmente. Y en
algunas ocasiones, pocas, por cierto, las asesinan.
En las calles pereiranas la situación es terrorífica. Los
vidrios de los carros son rotos y los conductores robados. El hurto de
celulares en pan de cada día. Las esquinas de las calles están llenas de
indigentes. Los peatones son abordados sorpresivamente por jóvenes para
exigirles dinero. El espacio público está invadido. Hay zonas vedadas para la movilidad.
Y en los noticieros se escucha a líderes sociales asegurar que las bandas
criminales han trazado líneas invisibles para controlar el microtráfico en los
barrios.
Frente a un panorama tan aterrador, paradójicamente las
autoridades de policía y el alcalde Juan Pablo Gallo, sólo atinan a presentar
unas cifras que pintan un panorama positivo en términos de seguridad; pero la
realidad que se viven en las calles y la percepción que tienen las familias y
los empresarios, es bien distinta: es de miedo y desazón.
En la Encuesta de Percepción Ciudadana (2018)[1],
el 12% de las personas se sentían inseguras en su barrio, lo cual contrastaba
con el 8% al momento de comenzar el gobierno de Gallo.
En la misma encuesta (EPC) el 18% de los pereiranos decían
estar inseguros en la ciudad (2018), frente al 16% de 2015.
El 32% de las personas dijeron sentirse inseguras en los
sitios de diversión. El 29% en los paraderos de transporte y en cercanía de los
puentes. El 26% en buses y busetas. Y el
15% en las zonas comerciales.
El 14% de los pereiranos fueron víctimas de delitos (2018).
Sólo el 49% denunció los hechos. Los ciudadanos de los estratos 3 y 4 fueron
los más afectados. Cuando Gallo empezó su gobierno este índice era del 11%.
Como se nota, los indicadores revelan que la percepción
ciudadana es de una inseguridad creciente. Pero lo más grave, es que no se
evidencian acciones gubernamentales y policiales para frenar los hechos delincuenciales
que crean inseguridad en Pereira.
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