Cuando la cuesta
electoral se empinó, Sergio Fajardo, que venía rezagado, apretó el paso,
fortaleció su discurso y alcanzó un lugar en el podio, que no le sirve para
disputar la Presidencia de Colombia, pero demuestra que es una alternativa
poderosa para el futuro del país y se encumbra como la cabeza de una propuesta
política certera, ubicada en el centro, que no se mete en la discusión menuda y
coyuntural, sino que le apunta al debate de cómo solucionar los temas
estructurales que aquejan al país.
Es posible que
Fajardo haya reaccionado tarde y que le hubiese faltando un poco más de tiempo
para pasar a segunda vuelta. Pero lo cierto es que fue él quien conquistó gran
parte de los nuevos electores, que hicieron bajar la tradicional abstención en
Colombia.
Sus 4,6 millones de
votos, superan por más del doble los que logró la coalición de partidos que lo
acompañó en las elecciones parlamentarias. Y esos nuevos votos provinieron en gran
medida de los jóvenes, que creyeron que era posible pasar a una segunda vuelta
y conformar en ese momento un gran acuerdo de centroizquierda para llegar a la
Presidencia.
La mayor porción de
nuevos electores, que se sintieron éticamente obligados a tomar una decisión
política para elegir Presidente, se inclinaron por Fajardo, que se mostró como
una opción conciliadora y dueño de un discurso no polarizante.
Uno de los resultados
más sorprendentes fue la forma como Fajardo se tomó el voto urbano, que se
tradujo en su victoria electoral en varias de las principales ciudades del
país. Por ejemplo, en Bogotá sumó 1,2 millones de votos y derrotó a Petro y
Duque que aparecían en las encuestas como los dueños del electorado bogotano.
Nadie veía venir este resultado.
En las capitales del
eje cafetero, donde siempre el uribismo había reinado ampliamente, los
electores dieron un golpe de autoridad y produjeron un grito de independencia,
haciendo que Fajardo ganara en las tres principales ciudades. En Manizales el
50% de los votos fueron para él; en Pereira el 40,7% y en Armenia el 42%.
Los caleños se
zafaron del yugo electoral del Centro Democrático y del Partido de la U, y
votaron mayoritariamente por Fajardo (32,5%). Los electores de Tunja volvieron
a mostrar su independencia y pusieron a ganar a este profesor (39,2%)
Se destacan también
los resultados en Bucaramanga (35,6%) frente a Duque (39,6%). En Medellín,
donde fue alcalde, tiene un gran potencial (31%).
¿Qué pueden llegar a significar
estos positivos resultados para esta alianza política? Ya Fajardo marcó el
camino. Dijo que la alianza de centro izquierda (Partido Verde, Polo
Democrático y Compromiso Ciudadano) irá unida a las elecciones regionales de
2019. Eso significa presentar candidatos para alcaldías y gobernaciones, así
como para concejos y asambleas.
Esta alianza puede
mostrar en este momento tres gobernadores en ejercicio: Putumayo,
Nariño y Boyacá y el alcalde de Neiva; así como alianzas para las gobernaciones
del Meta, Arauca y Guainia, y las
alcaldías de Mocoa, Popayán y Quibdó.
Si se logra mantener un discurso coherente y se
superan las rivalidades regionales y locales, el proyecto que
dirigen Fajardo, López y Robledo se podrá ensanchar con acuerdos políticos que
permitirían pelear con muy buenos candidatos las alcaldías de Pereira, Armenia
y Manizales, reconquistar la de Tunja y dar una sorpresa en Cali. Todo es
posible, porque los electores están cansados de los abusos y la
ingobernabilidad que se presenta en la mayoría de estas ciudades y aspiran a
tener nuevos pensamientos y distintas alternativas.
Además, existe la
opción real de que Claudia López o Antonio Navarro (el que escoja la alianza)
puedan lograr ganar la alcaldía de Bogotá. El juego está abierto y un discurso
político de centro está posicionándose en la política nacional.
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