Humberto de La Calle ha demostrado con creces a lo largo de
su vida, y en especial en esta coyuntura electoral, que es un hombre con
sobrados méritos para ejercer la presidencia de Colombia.
Existe coincidencia en el país de que él es el mejor
candidato para Presidente. Tiene las ideas más claras sobre lo que debe ser el
papel del Estado para enfrentar problemas tan críticos como la pobreza, la
miseria y la exclusión que viven 13 millones de colombianos.
Tiene fundamentos muy precisos sobre cómo debe ser el
comportamiento de la economía y la manera cómo esta debe propiciar el
crecimiento, el desarrollo y la equidad en la distribución de la riqueza.
No ha caído en la trampa de hacer promesas que de antemano
se sabe que no se pueden cumplir, como esas de bajar los impuestos, aumentar desmesuradamente
los salarios, no tocar el sistema pensional y erradicar la explotación de
hidrocarburos. Estos son temas muy taquilleros para conseguir votos y enamorar
incautos, pero son los que ayudan a ahondar el menosprecio de las gentes por la
política y los políticos en el momento en que se sienten engañadas.
De La Calle, como ninguno otro, tiene el tacto y la
habilidad política para construir consensos. No en vano ha guiado, en representación
del gobierno, los dos procesos más importantes de los últimos treinta años: La
formulación y aprobación de la Constitución Política de 1991 y el Acuerdo de La
Habana que permitió la desmovilización de miles de guerrilleros y la inclusión
de las FARC al escenario político nacional.
El candidato liberal se merece una mejor suerte en el actual
proceso electoral, porque es quien más le conviene al país. Infortunadamente, los
ciudadanos hemos caído en una polarización extrema, que ha cegado la capacidad
de raciocinio político de millones de personas, que con una pasión insana andan
metiéndole leña al fuego y tratando, cada quien por su lado, de incendiar a
Colombia y no dejarla vivir en paz y tranquilidad.
Estamos en la recta final de las elecciones presidenciales.
Es tiempo de que cada quien haga una reflexión íntima de lo que es bueno para
el bienestar general y sopese a cada candidato, dejando de lado las pasiones
insanas y haciéndole el quite a la manipulación de la información y a las
noticias falsas que abundan en las redes sociales.
Yo hice mi ejercicio. Me despoje de prejuicios y concluí que
Humberto De La Calle representa los ideales de un mejor país. Es una figura
tranquila, responsable, cauta, reposada e inteligente para intentar recuperar a
Colombia de la profunda crisis por la que atraviesa, especialmente aquella
relacionada con la pérdida de los valores esenciales que contribuyen a
construir una mejor sociedad: la tolerancia y el respeto.
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