martes, 11 de septiembre de 2018

PEREIRA DEBE MODERNIZAR SU ORDENAMIENTO TERRITORIAL A PARTIR DEL AEROPUERTO MATECAÑA

Resultado de imagen para aeropuerto matecañaHe venido estudiando con mucha dedicación los asuntos urbanos y con especial énfasis los relacionados con las ciudades sostenibles.  Y en ese devenir me encontré con un concepto que se ha posicionado desde el punto de vista de la planeación: La Aerotrópolis, que explica la trascendental importancia que tienen los aeropuertos en la vida social y económica de las ciudades.
Hoy no es posible concebir una gran ciudad, sin que ella esté ligada indefectiblemente a un aeropuerto, que es el epicentro de la actividad económica, porque sirve para canalizar el comercio, fortalecer los servicios, exportar los frutos del conocimiento, intercambiar tecnologías e incentivar los encadenamientos productivos. Algunos planificadores urbanos han adoptado el término "Ciudad con alas", para destacar lo sustancial de la actividad aérea en la economía moderna.

Infortunadamente, en Colombia y especialmente en las ciudades intermedias, los aeropuertos son vistos simplemente como terminales de pasajeros y de carga, pero desconectados de la dinámica económica y alejados de los intereses sociales. El aeropuerto local va por un lado y la economía va por otro. La plataforma aeroportuaria no es tenida como un conector de desarrollo y mucho menos como el epicentro del ordenamiento territorial.

Las Aerotrópolis parecen estar destinadas a las grandes ciudades. Atlanta en Estados Unidos acoge en su aeropuerto Hartsfield-Jackson a cerca de 110 millones de pasajeros/año. O qué tal lo que ocurre en Dubai, Madrid, Tokio, Chicago, Los Ángeles y Londres, cada uno con cerca de 80 millones de pasajeros. En estos grandes espacios hay bancos, oficinas, hoteles, museos, salas de conferencias y de cine, poderosas marcas comerciales, restaurantes de lujo, casinos, bares, canchas deportivas, gimnasios, vestuarios, parques con amplias zonas verdes, vías espaciosas y edificios de parqueo.

La ciudad, si quiere desarrollarse adecuadamente e ir construyendo un futuro promisorio, debe instalar su infraestructura cerca del aeropuerto, donde se encuentren inversionistas y trabajadores, importadores y exportadores, compradores y vendedores, fábricas, áreas comerciales, centros de investigación, lugares para la recreación, hoteles  y  universidades.

Como simple referencia, en Qatar se está construyendo el denominado Aeropuerto-Ciudad para atender los requerimientos del Mundial de Fútbol en 2022 y allí se podrán albergar a 200 mil personas. Y para no ir muy lejos, en México DF se construye una Aerotrópolis en una extensión de 400 hectáreas, donde interactuarán 180.000 personas diariamente, y allí estarán ubicadas las pistas de aterrizaje, terminal aérea, autopistas, centros comerciales, parques industriales, espacios para el disfrute público y hoteles.

Por todas estas características, la zona donde esté instalado el aeropuerto no puede ser un espacio deprimido urbanísticamente, pues es el sitio de ingreso a la urbe y marca de una vez la percepción de los viajeros sobre cuál es la dinámica socioeconómica con que se encontrarán.

Revisando el caso de Pereira, es loable el esfuerzo desarrollado por los gobiernos de Israel Londoño y Juan Pablo Gallo de promover Planes Maestros Aeroportuarios, que permiten, entre otras cosas, el mejoramiento de la seguridad aérea y la construcción de una terminal moderna.

Sin embargo, el Aeropuerto local no tiene ganado un espacio preeminente en el ordenamiento territorial, lo que es una lástima, pues se desestima su trascendencia como detonador del desarrollo e impulsor del crecimiento.

Sobre el Aeropuerto Matecaña deberían girar los grandes esfuerzos de delinear un modelo urbanístico que cobijara espacios tan importantes como los interconectados por las avenidas 30 de Agosto y de Las Américas; los lotes del Batallón San Mateo, antiguo zoológico y parque de la Vida; Universidades, áreas deportivas y recreacionales; la vía de Nacederos; parques industriales y zonas francas; y espacios comerciales y habitacionales en la jurisdicción del corregimiento de Cerritos.

La interconexión vial, el modelo productivo de las áreas de influencia, la protección ambiental y el aporte al PIB local, por ejemplo, son aspectos que deberían ser tratados con especial atención por los distintos estamentos de la ciudad.

Los pereiranos nos sentimos orgullosos de nuestro Aeropuerto. Y tenemos por qué estarlo. Pereira cambio drásticamente su rumbo y empezó a evidenciar un desarrollo inusitado, desde el momento en que fue puesto en operación el Matecaña (1947).

En 2020, muy seguramente, Pereira tendrá la oportunidad de tener un aeropuerto renovado en la infraestructura física de su terminal y con una importante modernización de sus equipos de aeronavegabilidad. Pero su trascendencia no puede quedar ahí.  Debemos tener presente que el aeropuerto es un catalizador de la modernidad urbana, influenciando los más diversos sectores de la producción y potenciándolos para crear una economía sólida.

La plataforma aeroportuaria nos debe acercar a los mercados, facilitar los negocios e impulsar los intercambios de todo tipo en menos tiempo y con altos niveles de seguridad y eficiencia. Estamos a tiempo de actuar para lograr que el aeropuerto sea el eje del ordenamiento urbano de Pereira.


*Economista, comunicador social y experto en finanzas y planeación ambiental. Actualmente, Gerente de consultoría y asesoría técnica de LOAR Consultoríaa Estratégica SAS.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una interesante reflexión sobre lo que debería ser el aeropuerto para los pereiranos.