No cabe duda
que el gobierno de Juan Manuel Santos fue bueno, aunque pudo ser mejor. Cuatro
temas se destacaron en su gestión de ocho años. El primero, obviamente, fue
haber logrado desmovilizar la guerrilla más antigua del Continente y frenar, en
gran medida, una orgia de sangre que completaba más de medio siglo. Esta tarea
ha sido reconocida por el mundo entero, menos por una fracción de colombianos,
que siguen añorando una solución a sangre y fuego.
El segundo,
son los avances en la lucha contra la pobreza y la miseria. Los indicadores son
bastante positivos, aunque se requieren muchos más esfuerzos para lograr una
mayor equidad social.
El tercero,
hace relación con la política exterior. En este campo, Colombia ha ganado
espacios muy importantes en el mundo, que se han traducido en la posibilidad de
que podamos transitar libremente por más de 130 países, seamos parte de la OCDE
y tengamos una invitación permanente a la OTAN.
Y el cuarto,
pero no menos importante, lo significa la modernización de la infraestructura
vial y portuaria. Además de los aportes a la disminución del déficit de
vivienda. Ningún gobierno ha hecho tanto en estas materias, lo que representa
un avance en este ítem de la competitividad.
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