Un periodista ingresó al despacho del alcalde de Pereira en diciembre
pasado para gestionar un problema de pagos relacionados con la publicidad que
le autorizaron. Y se encontró con un mandatario sólo, desesperado, acongojado e
iracundo, que ante la queja del comunicador, descargó toda su furia con
palabras de gruesísimo calibre contra sus colaboradores.
El periodista, que llegó al despacho del alcalde de Pereira,
Enrique Vásquez, en busca de la solución a un problema personal, no tuvo
empachó alguno en recoger la furia del funcionario, transcribirla con total precisión
y hacerla pública en su periódico digital.
La actitud del comunicador es abiertamente antiética, porque
no le advirtió al funcionario que lo que allí se dijera, en esa reunión de tipo
personal, sería publicado.
Por esa falta de rigor periodístico, es que se leen en el
libelo una serie de párrafos que bien podrían haber sido grabados en la central
de abastos o en una penitenciaria. Y que, sin duda, no los hubiera pronunciado
el Alcalde en una entrevista formal. Como debe ser.
La publicación realizada por el portal digital El Comunal, además
de ser de pésimo gusto, deja una pregunta, que bien merece ser el centro de un debate
ético entre los periodistas pereiranos: ¿Todo lo que se diga delante de un
periodista debe ser publicado?
Es evidente que muchos periodistas no saben diferenciar la
línea que marca su actividad profesional con las relaciones interpersonales o
sus propios intereses.
1 comentario:
Ese es uno de los riesgos que corre el periodismo de hoy en día. Los medios de comunicación han visto como personas de dudosa ética y preparación profesional, con el uso de tecnología, se convierten en "periodistas", siendo personas que acechan al sector publico con el fin de extorsionarlos hablando bien de ellos a cambio de pautas publicitarias.
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