Horacio Serpa Uribe es el dirigente liberal que más aportes le ha hecho a la modernización ideológica de su Partido en los últimos treinta años y lo ha puesto a discutir sobre los temas centrales del desarrollo. Logró que el liberalismo se afiliara a la Internacional Socialista. Puso en la agenda la discusión sobre la paz como un derecho fundamental de los ciudadanos y una obligación del Estado. Encabezó las discusiones de una nueva Constitución Política, que cumple 21 años de haber sido promulgada. Ha sido un defensor a ultranza de la descentralización en el país y de la autonomía de municipios y departamentos en el manejo presupuestal. Ha encabezado múltiples misiones para construir escenarios que permitan el fin del conflicto y se allane el camino para la una paz duradera y sostenible. Ha liderado el derecho de las regiones productoras de hidrocarburos y minerales a tener regalías directas para subsanar los graves daños que les produce la explotación. Ha representado con dignidad las aspiraciones presidenciales del Partido Liberal. Ha sido el Gobernador más reconocido y premiado en Colombia y el exterior desde que esta dignidad se define por voto popular.
Serpa es el jefe natural del liberalismo por su evidente
cercanía con las causas del pueblo. Los militantes del Partido lo ven como su
verdadero líder. A pesar de la vigencia social y política de los expresidentes,
ninguno de ellos logra hacerle sombra al liderazgo que tiene Serpa sobre las
bases.
Todas estas son razones suficientes para que Serpa sea quien
encabece la lista Liberal de Senado en las elecciones de marzo de 2014. Nadie
tiene iguales méritos para asumir esta posición. Incluso, así lo acaban de
reconocer 15 senadores liberales, quienes le pidieron al presidente del Partido,
Simón Gaviria, que Serpa sea el número Uno.
Con Serpa encabezando la lista Liberal será posible aumentar
la cauda electoral, mejorará el debate político y habrá quien se enfrente con argumentos
y con entereza a la propuesta derechista que lidera el expresidente Uribe.
El país no se puede dar el lujo de que Serpa no participe en
el próximo proceso electoral, dado que lo que se apruebe por parte del nuevo
Congreso marcará muy seguramente el futuro de la Nación: avanzar en el posconflicto y asegurar la paz. Se necesita una voz
fuerte y con autoridad en el Senado para quitarle peso a los argumentos
guerreristas de quienes prefieren el olor a pólvora.
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