domingo, 15 de julio de 2007

EL RUIDO: ¿PROBLEMA DE SALUD O INCOVENIENTE ECONÓMICO?

Por Humberto Tobón y Tobón

Si le dijeran que la Unión Europea perdió US$50.000 millones[1] en 2005 por efectos de un problema ambiental, con seguridad usted pensaría que se trata de una catástrofe natural como un terremoto, o un prolongado invierno, o la explosión de un volcán, o el arrasamiento de los bosques. Casi nadie se atrevería a afirmar que esas pérdidas fueron el resultado del efecto del ruido. Y así fue y así es. Esas pérdidas están representadas en la reducción del precio de las viviendas en áreas altamente ruidosas, los costos de sanidad pública y atención médica, la disminución de la inversión en desarrollo de nuevos terrenos urbanos, la ausencia laboral por enfermedades, la baja en los ingresos por turismo y los daños en la infraestructura física del amueblamiento por sonidos de baja frecuencia.

El ruido, debido a estos negativos impactos económicos que calculan los estudios especializados de las más importantes agencias ambientales del mundo, es un tema que empieza a tomar importancia en la discusión pública y a formar parte de la agenda gubernamental.

Con anterioridad a estos estudios económicos, médicos y sicólogos aseguraban que la bulla de las multitudes, el pito y el motor de automóviles, buses y trenes, la estridencia de los equipos de sonido, el grito de los vendedores, el ruido de los aviones, el número concentrado de decibles en las fábricas y muchas otras señales auditivas que hacen parte del desarrollo y el crecimiento urbano, le estaban restando calidad de vida a la gente.

En efecto, el exceso de ruido por intensidad y durabilidad desmejora el sistema auditivo, hace perder concentración, genera estrés, disminuye el rendimiento productivo, acelera enfermedades sicológicas, auspicia comportamientos sociales anormales, dificulta la comunicación, motiva la apatía, acelera la pérdida de atención, trastorna el sueño, destruye el sistema nervioso, afecta la sexualidad y, esencialmente, es la causa del malestar permanente de las personas.

El ruido como fenómeno crítico y problema de salud pública nunca tuvo ni tiene un tratamiento adecuado por parte de las autoridades y que, para ser precisos, a casi nadie le importa. Sin embargo, sus efectos negativos desde el punto de vista económico hicieron que sobre él se posaran las miradas especializadas de los economistas ambientales, para quienes es imperdonable que se pierdan tantos millones de dólares debido a la estridencia. Esto deja en evidencia que el ruido preocupa a gobiernos e inversionistas por las pérdidas en sus balances económicos y por la reducción de sus expectativas de utilidades y no necesariamente por el daño físico y sicológico de los habitantes.

Los gobiernos, presionados por los inversionistas, más que por el número de sordos, están adoptando medidas de emergencia, que van desde impedir el sonido de las bocinas de los carros hasta la obligatoriedad de que las industrias adopten sistemas de aislamiento de ruido y que sus trabajadores utilicen los elementos necesarios para que sus oídos no sean afectados. Esto ayudaría a evitar las licencias e incapacidades laborales y, por lo mismo, bajaría el número de horas/hombre improductivas. Se podrían recuperar para la inversión inmobiliaria terrenos ubicados en áreas industriales. Las entidades prestadoras de salud mejorarían sus balances al bajar el número de pacientes atendidos. Las administradoras de riesgo profesionales no tendrían que desembolsar tanto dinero por indemnizaciones.

De otro lado, el ruido se ha convertido en una gran oportunidad de negocio. Durante los últimos años se ha impuesto la teoría de los precios hedónicos, que habla del interés por parte de las familias de habitar en áreas silenciosas y con altos indicadores de calidad ambiental, por lo cual están dispuestas a pagar un sobreprecio por cada unidad habitacional. Esta opción está dirigida a un estrato muy alto con capacidad económica suficiente de escoger vivir en áreas alejadas del “mundanal ruido” El resto tiene que acostumbrarse a convivir con los sonidos de las ciudades y saber que su oído diariamente se está perdiendo, que su estrés va en aumento y muchos de sus comportamientos sicológicos se deben a esos ruidos que superan normalmente los 75 decibeles.


[1] Informe de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión de la UE

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Humberto:
Excelente tu artículo, Chapeau !!! como dicen (en realidad lo gritan con admiración) los franceses. Te resalto el impacto sobre la sexualidad, baja el conteo de espermatozoides o sea que cada vez que tocas bocina estás matando colombianitos por nacer y te suicidás como nación. El argentino como es muy pretencioso no admite una leve detención del tráfico por un discapacitado o una madre con niños y yá se ponen a expresar el desaire con los malditos claxones, cuando lo que en realidad hacen es dispararse a sus propias cabezas.
Repito brillante tu texto y yá me pongo a difundirlo. Un abrazo desde Buenos Aires.
Alex.

Anónimo dijo...

SEÑOR HUMBERTO QUE SE PUEDE HACER PARA DETENER ESTO?

Anónimo dijo...

Los sonidos estridentes son productos de la modernidad y es casi un imposible lograr quitar del medio el ruido en las ciudades grandes. esta es una situación muy critica que causa verdaderos problemas. pero lo más triste es que en nuestras ciudades no se hace nada para combatir el problema. le agradezco su comentario.

Anónimo dijo...

Excelente su apreciación sobre el problema del ruido y con este tipo de llamados será posible que alguien se conmueva desde el gobienro y trabaje con responsabiidad por aminorar el impacto de este fenómeno. saludos

Anónimo dijo...

Le escribo desde Armenia para decirle que me gustó mucho este articulo y que al visitar su blog me encontre con muy buenos temas ambientales, espero que me siga enviando sus correos.

Anónimo dijo...

Yo vivo en inmediaciones de la autopista norte en Bogotá y el ruido es insoportable, generado por los carros. Usted tiene la razón cuando dice que que el ruido es la causa de muchas enfermedades, entre ellas el estrés. Las ciudades se están volviendo insoportables, esa es la verdar

Anónimo dijo...

MUCHAS GRACIAS POR LA INFORMACIÒN.

Anónimo dijo...

Qupe buena la descripción de los efectos del ruido para que la gente los conozca más y paar que en las empresas les presten atención, especialmente en los programas de seguridad industrial.

Anónimo dijo...

A propósito de su comentario, esto salió en El Tiempo de hoy.
El riesgo de sufrir ataques cardíacos o embolias aumenta si se habita allí durante largos períodos de tiempo, reveló el semanario 'Circulation', de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA). El estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Duisburg-Essen en Alemania, muestra como la exposición a este tipo de ambiente contaminado favorece el endurecimiento de las arterias y aumenta el riesgo de sufrir del corazón. Los investigadores revelaron que aquellos que viven cerca de 50 metros de una zona de mucho tráfico tienen un 63 por ciento más de posibilidades de sufrir de calcificación arterial coronaria que aquellos que viven a 200 metros. "El hallazgo más importante de nuestro estudio es que la vida cerca de las grandes zonas de tráfico, una de las mayores fuentes de la contaminación ambiental urbana, está asociado con aterosclerosis en las arterias coronarias, los vasos sanguíneos que alimentan al corazón", dijo en un comunicado la doctora Barbara Hoffman, directora del estudio. Se trata de la primera investigación que demuestra esta asociación entre la vida cerca de lugares con mucho tráfico y el mayor riesgo de enfermedades coronarias. Anteriormente se habían realizado otros que relacionaban los altos niveles de contaminación con los fallos cardíacos.

Anónimo dijo...

la modernidad tiene muchos costos dañinos para la salud, debido a que ella está cargada de contaminación por todas partes: agua dañada, aire contaminado, sonidos durísimos, bosques arrasados, alimentos quimicos, en fin, estamos vivos de milagro.

Anónimo dijo...

los ruidos serán cada vez más fuertes en la medida en que no se tomen decisiones muy claras sobre silenciadores en motos y carros y en la prohibición de uso de pitos.

Anónimo dijo...

Humberto, Gracias por tenerme en cuenta en sus correos para este tipo de informaciones y opiniones.
Un abrazo,

Anónimo dijo...

Buenas tardes, soy Francisco Morales, editor del sitio www.ruidos.org.
Acabo de ver su interesante artículo publicado en "Rebelión" sobre el tema de referencia.
¿Sería usted tan amable de darme una indicación más precisa sobre el informe de la Unión Europea que menciona usted? Gracias y saludos.

Anónimo dijo...

Tu artículofue publicado en ECOPORTAL. Felicitaciones. http://www.ecoportal.net/content/view/full/71348

Anónimo dijo...

Escribo desde Medellín y me gustó el enfoque dado a la problemática, no obstante no veo como un imposible reducir los niveles de emisión y menos con los elementos técnicos y jurídicos de nuestro actual sistema modernizado con la resolución 0627 de 2006, es simplemente hacer efectivas las normas y que no sean intangibles por la falta de gestión de las autoridades públicas, hay con que trabajar, falta es verdadero compromiso, eso incluye las comunidades afcetadas

Anónimo dijo...

A pesar de la fecha de publicación de su artículo “el ruido: ¿problema de salud o inconveniente económico?” me parece muy acertado el enfoque que le ha dado al tema. Particularmente considero que existen las herramientas técnicas y los fundamentos jurídicos para efectuar una reducción de niveles de presión sonora arrojada al ambiente y que sólo falta es la voluntad del estado para materializar la protección del medio ambiente en este aspecto. Como puede observar, trabajo en una de las CAR de Antioquia precisamente en el control a las emisiones de presión sonora y lo que puedo decir a título personal el cual no compromete la postura Corporativa, es que lo que de verdad falta es que el estado ponga a funcionar los diferentes mecanismos con los que cuenta y que son amplios a fin de proteger el interés colectivo de proteger el medio ambiente.

Gracias por su exposición, de la cual –si le parece- haré algunos comentarios en otros espacios.

Mil gracias,