Por estos
días, en 1980, acogí la invitación de Luis Francisco Diaz Cardozo para escribir
una columna sobre atletismo en el tabloide La Tarde, con el beneplácito del
innolvidable Hernán Castaño Hincapié. En esa época yo era un destacado atleta
juvenil, con varios campeonatos nacionales a cuestas y muchos récords en mi
haber.
Diaz hacía
parte de una pléyade de excelentes comentaristas deportivos como Gonzalo Valencia,
Henry Carvajal Castro, Daniel Alfonso Benítez y Hugo Ocampo Villegas, que tenían
la característica de no haberse dejado atrapar únicamente por el futbol, y abrían
la puerta para hablar de otras actividades deportivas.
Con Pacho,
como todos lo llamábamos (creo que nunca hubiera contestado por su nombre de
pila), entablé una excelente amistad, al punto que cuando me lesioné y tuve que
abandonar la práctica del atletismo, me propuso que presentara mi hoja de vida
para hacer parte del nuevo equipo de redactores de La Tarde, cuando en 1982 dio
el salto de tabloide a tamaño universal y montó su propia rotativa.
Con apenas
20 años de edad tuve la entrevista de ingreso con Alejandro Galvis Ramírez, el
nuevo socio mayoritario del periódico liberal y recuerdo que en la hoja de vida
de forma Minerva, puso grande “campeón nacional”. Cuando salí, me dijo en la puerta,
queda contratado y señaló a Pacho Diaz y le advirtió “usted se encarga de él”.
Y sí que lo hizo.
Fueron
muchos años de estrechas relaciones de compañerismo con él en la sala de redacción
de La Tarde.
Tenía un
sentido muy desarrollado para encontrar las palabras exactas que definieran un
acontecimiento deportivo. Era justo en su análisis y un compañero excepcional,
que no alimentó odios ni conflictos; por eso todos le tuvieron una especial
estimación, y eso explica por qué la noticia de su fallecimiento, en la tarde
de hoy (15 de noviembre), nos llenó de congoja a quienes tuvimos la ocasión de
compartir con él. Y en mi caso particular, porque fue un excelente tutor en mi
formación como periodista y como ser humano.
Pacho, descanse
en paz y un abrazo fraterno para su esposa e hijas.
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