Frente a una realidad tan grave, que acelera globalmente el
cambio climático, los grandes conglomerados financieros y las más poderosas
multinacionales del carbón, se han visto forzadas a abandonar paulatinamente sus
inversiones en este sector, y buscar espacio en otras industrias.
El Acuerdo de Paris, las decisiones del gobierno Chino y los
anuncios del presidente Biden, relacionados con el control y posterior
eliminación de las fuentes de energía contaminante, ya empezaron a tener
consecuencias negativas muy notorias en las economías dependientes de los
combustibles fósiles, como Colombia.
El abandono de operaciones carboníferas en Colombia por
parte de los grandes jugadores mundiales y la devolución de las licencias
otorgadas por la autoridad ambiental, le están indicando al país que es
necesario cambiar urgentemente de modelo macroeconómico, porque estamos andando
el camino equivocado.
Los departamentos y municipios donde se concentra
actualmente la explotación de carbón, sienten un aumento descomunal del
desempleo y una caída de sus ingresos por regalías e impuestos. En menos de cinco
años verán completamente cerradas las minas, porque en el mundo la demanda cayó
en cerca del 40% (2017 a 2020) y las únicas probabilidades de vender es
llevando el producto a Asia, con costos que generan pérdidas cada vez mayores
para los inversionistas. La cantidad de toneladas demandadas seguirá bajando,
porque las termoeléctricas se están apagando.
Es el momento de repensar el futuro de la Nación y entender
que el mundo sigue cambiando drásticamente. Ni el Banco Mundial ni los
poderosos conglomerados financieros están prestando dinero para la exploración
y explotación petrolera y carbonífera, como lo recuerda el exministro de Minas,
Amilkar Acosta en El Tiempo. Quién lo creyera!
Las decisiones del gobierno colombiano que garanticen la
introducción del país en cadenas de valor de alcance mundial, de las cuales
estamos ausentes, son imperativas, para lo que es indispensable, en primer
término, priorizar la inversión en ciencia, tecnología e innovación, que
tradicionalmente es un sector que ha estado escondido en el fondo del baúl del
presupuesto nacional. Lo segundo, es identificar los sectores que tienen
posibilidades de competir en los mercados internacionales, basados en las
tendencias de desarrollo y atrayendo inversión extranjera productiva. Tercero,
modernizar las infraestructuras físicas y cubrir el territorio nacional con conectividad
digital. Cuarto, hacer de la educación el epicentro de la política
gubernamental, cambiando el modelo decimonónico y trayéndolo al siglo XXI.
Reiteradamente se ha pensado y ejecutado la gestión
económica nacional bajo la premisa de que el petróleo y carbón son insustituibles.
La realidad es que ellos no serán el sustento de la economía colombiana,
como tampoco lo serán suficientemente
flores, banano, aguacate y café.
*Los comentarios no comprometen a la
RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional.
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