Quienes han ido a mercar a las tiendas de barrio o a los
supermercados de cadena, encuentran que hay aumentos altísimos de los precios
de la carne bovina, los huevos, los frijoles, las lentejas y el garbanzo. Ni se
diga el costo que alcanzan el plátano, la papa, las legumbres y las frutas.
La carestía no sólo está golpeando los alimentos. También se
ha trasladado a los medicamentos, los productos de aseo, las confecciones, los
electrodomésticos y los útiles escolares. Y a pesar de la advertencia del
gobierno, el valor de ciertos servicios se aumentó en el mismo nivel del
salario mínimo y no de la inflación, por ejemplo, la administración de los
conjuntos residenciales.
El incremento del salario mínimo en Colombia se perdió muy
rápido, porque la inflación está castigando la estructura de costos de la mayor
parte de los productos esenciales que consumen las familias.
La inflación es un fenómeno de escala mundial, que tiene
contra la pared a las autoridades monetarias de países como Alemania, Reino
Unido, India, Países Bajos, Sudáfrica y España, donde el indicador se movió en
2021 entre 5% y 7%. Además, hay casos como los de Estados Unidos, México, Rusia
y Brasil donde el encarecimiento fluctuó entre 7% y 10% y les está generando
una hecatombe política a los gobiernos.
Los problemas económicos de Colombia no se supeditan al
movimiento ascendente de la inflación. También se debe poner especial atención
al crecimiento de la economía en 2022 y 2023, que de acuerdo con las
predicciones del Banco Mundial será de 4,1% y 3,5%, respectivamente.
A esto se agrega la preocupación por el comportamiento del
desempleo en el país, que infortunadamente no tuvo en 2021 una correlación
directa con el nivel de crecimiento económico, y sigue siendo bastante alto,
afectando especialmente a las mujeres y a los jóvenes.
Otra variable que tiene en vilo al gobierno colombiano es el
déficit externo, que se tenía proyectado en el marco fiscal de mediano plazo en
3,8% del PIB y terminó muy cercano al 6%, un hecho muy grave, en el que se
combinan los buenos precios externos del petróleo y del café, con el alza de la
deuda externa que ahora llega a casi US$170 mil millones, o sea, más de la
mitad del PIB.
Y para finalizar, la devaluación del año pasado llegó al
16%, que ubica al peso colombiano como una de las monedas más depreciadas del
mundo. En definitiva, hay que ponerle cuidado a la economía colombiana en 2022.
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