Mucho sufrimos los colombianos viendo cómo una china y una brasileña atacaban la segunda plaza de Lorena Arenas en el final de la competencia de los 20 kilómetros marcha, máxime cuando ella no podía acelerar el paso, pues tenía en contra dos advertencias de los jueces por “flotar”, o sea, por no mantener siempre un pie en contacto con el asfalto. Al final, la medalla de plata calmó nuestros nervios y la pereirana se convirtió en la única deportista nacional en conseguir una presea en los Olímpicos en pruebas de fondo.
De otro lado, mientras los
atletas de Granada, Estados Unidos, Holanda y Jamaica chocaban contra un muro
invisible y sentían el inmenso peso de sus piernas en el remate de la carrera
de los 400 metros planos, Anthony Zambrano los sobrepasaba raudo y apenas sí el
bahameño Garnider se pudo salvar de su empuje. Fue la segunda medalla olímpica
para un velocista colombiano, que nos hizo recordar la medalla de bronce de
Ximena Restrepo en la misma distancia en Barcelona 1992.
Los aficionados hicimos
fuerza y le mandamos buena energía a Caterine Ibargüen en su salto triple. Pero
las distancias logradas no fueron suficientes para llegar a la final. Queda,
eso sí, su impresionante récord de competencias ganadas, sus dos medallas olímpicas
y la distinción de la Federación Internacional de Atletismo por ser la mejor
atleta del planeta en 2018.
Nos alegramos al ver a José
Montaña entrar en el puesto 11 en los 50 kilómetros marcha, como el mejor
latinoamericano, y mucho más al saber que tuvimos tres atletas entre los
primeros veinte de la prueba: Ruiz (13) y Pinzón (18). Y no menos importante los
puestos 14 y 18 de Soto y Arévalo,
respetivamente, en los 20 kilómetros marcha.
Y qué tal el champú que se
dio el tolimense Jeisson Suárez al comandar la prueba de Maratón durante 26 kilómetros,
exhibiendo la camiseta de Colombia durante ochenta minutos en una transmisión televisiva
que estaban viendo alrededor de 800 millones de personas en todo el mundo. Un
verdadero embajador de la buena imagen nacional. Al final fue puesto 14 y el
mejor latinoamericano.
Los aficionados al atletismo
nos sorprendimos con la desgarbada figura de Sifan Hassan y su demostración de resiliencia en la
carrera de los 1.500 (bronce) y sus triunfos en los 5.000 y 10.000 metros; y con
la fenomenal actuación de Alyson Felix (36 años), la atleta más premiada de la
historia, que inició en los Olímpicos de Atenas 2004 y subió desde entonces once
veces al podio.
La aparición de los
italianos refrescó el mundo de la velocidad con las medallas doradas para
Jacobs en 100 metros y en relevos 4 x 100 metros. Además sacudieron la marcha
atlética al ganar las pruebas de los 20 kilómetros femenino (Palmisano) y masculino (Stano). Y agregaron el oro en
salto alto (Tamberi).
Subsiste la preeminencia de
las jamaicanas en la velocidad con las medallas de oro de Elaine Thompson en 100
y 200 metros y en el relevo femenino 4 x 100.
Vibramos con los récords
mundiales en 400 vallas con Karsten Warholm (Noruega) y Sydney McLaughlin
(Estados Unidos) y el salto triple femenino con Yulimar Rojas (Venezuela).
Quedaron en la retina las
magníficas actuaciones de Andre de Grasse (bronce en 100 metros y oro en 200
metros) y Joshua Cheptegei (oro en 5.000 metros y plata en 10.000 metros); así
como el deportivismo de Tamberi y Barshim en el salto de altura al compartir la
medalla de oro; y los triunfos de Shaunae Miller-Uibo en los 400 metros planos,
Jasmine Camacho-Quinn en 110 metros vallas, Eliud Kipchoge en el Maratón y
Anita Wlosdarczyk en lanzamiento de martillo.
Me divertí viendo el atletismo
en la última semana de los juegos olímpicos, con una organización y puntualidad
excepcionales, además de una producción televisiva impecable. No dejaron nada
al azar.
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