En el
Eje Cafetero, a raíz de la crisis del café a finales de los años 80 y
principios de los 90, se fortalecieron y/o iniciaron varios sectores de la
economía que hoy tienen un importante peso en el desarrollo de la Región. Figuran
entre ellos la manufactura, la metalmecánica, la agroindustria, el turismo, el
comercio, la producción agropecuaria, el transporte, la logística, la salud, la
educación, entre otros, algunos con magníficos resultados socioeconómicos y de
innovación.
Pero
no toda dicha es eterna. Cuando las cifras de la economía regional empezaron a
mostrar unos indicadores constantes de crecimiento, se nos puso de frente una
variable dañina que nadie tenía entre sus expectativas: La Covid 19. Y los
efectos negativos se empezaron a sentir de inmediato.
La
decisión gubernamental del confinamiento y el consecuente cierre de la gran
mayoría de actividades económicas y sociales no esenciales, desembocó en un
desempleo creciente, que hace que ciudades como Pereira (24,9% a junio 2020) y
Manizales (25,6%) pierdan casi una década de esfuerzos por mejorar el mercado
laboral; mientras Armenia (33,5%) sigue profundizando su crisis en materia de
empleo.
La
pobreza monetaria y la distribución del ingreso, que en gran medida habían
mostrado a la Región Cafetera como un ejemplo de eficiencia en el escenario
nacional, hoy se convierten en una amenaza para la estabilidad de miles de
familias de nuestros departamentos que se habían posicionado en los primeros
escalones de la clase media y en una nueva frustración para aquellos que
luchaban denodadamente para salir de la trampa de la pobreza.
Tenemos
unos campesinos que desesperados piden auxilio, al igual que aquellos
empresarios del turismo, la hotelería, los restaurantes, los bares y los
comercios, que intentan sobrevivir a esta crisis, pero no encuentran aún la
forma de iniciar la reactivación económica con un financiamiento seguro y
constante.
Los
grandes empresarios también libran una lucha frontal por mantenerse en pie. Han
dado muestras de resiliencia y de indeclinable compromiso por contribuir a
evitar que se ahonde la crisis social.
Todos
aspiramos que esta tragedia termine pronto. Es evidente que la solución no
viene sólo de las decisiones del gobierno nacional, pero sí es el que marca la
pauta de comportamiento y tiene control de la llave para abrir las
posibilidades de una más rápida recuperación. Ojalá todos sus anuncios se
vuelvan realidad.
La
Región Eje Cafetero podrá salir airosa de esta crisis si persiste en trabajar
unida, tal como se han comprometido los gobernadores de los tres departamentos.
Los otros actores del desarrollo territorial tienen un ejemplo a seguir.
*Los
comentarios no comprometen a la RAP Eje Cafetero, donde me desempeño como
Subgerente de Planeación Estratégica.
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