Un destacado consultor me expresó su arrepentimiento de
haberse trasladado de su casa campestre en un condominio de la Sabana, a un bellísimo
y muy bien ubicado apartamento del norte de Bogotá, en el sector de La Cabrera,
“que me costó un ojo de la cara… ni te imaginas”.
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Cómo te
puedes arrepentir, si los apartamentos de ese sector son muy amplios, le
dije
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Tienes
razón, me contestó. Pero en estas
condiciones de cuarentena, son una pesadilla. Estás encerrado en una jaula
lujosa, pero al fin y al cabo una jaula donde no puedes moverte con total
libertad, y especialmente cuanto tienes niños, como en nuestro caso,
manifestó con cierto acento de dolor y de resignación.
Mi amigo consultor sigue respondiendo por sus responsabilidades
laborales desde su casa, a través del teletrabajo. Atiende no menos de ocho
reuniones virtuales al día.
Tiene dos hijos, una niña de 13 años y un niño de 7 años. La
empleada doméstica no pudo volver por las restricciones de movilidad. Esto
quiere decir que tanto a mi amigo como a su esposa, les toca realizar las
labores de limpieza y de cocción de alimentos.
La esposa de mi amigo consultor, es fisioterapeuta y dado
que no puede atender personalmente a sus pacientes, lo hace a través de una
plataforma virtual. Los dos hijos reciben clase casi 8 horas diarias a través
de internet.
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No te
imaginas esta locura. Los cuatro hablando al tiempo. Ninguno se concentra y eso
nos produce, a veces, irritación y genera algunos conflictos.
El único alivio para el matrimonio, es la salida al
supermercado de acuerdo con el “pico y
género”. Cada uno, cuando le toca el turno, camina hasta la tienda más
lejana que pueden, sin salirse del perímetro definido por la Alcaldía Mayor. Lo
hacen despacio. Normalmente se toman una hora.
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Me conozco
casi toda la arquitectura de séptima y de la 82. Detallo cada edificio. Estoy
seguro de saber cuántas ventanas hay en cada uno, dijo irónicamente.
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Hubieras
estado mucho mejor allá en el condominio de Chía, repliqué.
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Pues
claro. La casa tiene un lote grande y el condominio cuenta con senderos peatonales
que eventualmente se pueden utilizar. Allá se podía pasar mejor esta penuria.
Ala, no me hagas recordar.
Los grandes constructores y los expertos en urbanismo, han
expresado en los últimos días que el mercado inmobiliario tendrá cambios
sustanciales en los próximos años a raíz de esta pandemia, y la posibilidad de
que un evento de estas mismas características se pueda repetir.
Creen los especialistas y los inversionistas del sector de
la construcción, que la gente va a preferir vivir en espacios más amplios,
preferiblemente en casas, y tratarán de encontrar, los que lo puedan pagar,
sitios fuera de la ciudad, donde cuenten con una oferta de parques, senderos,
áreas recreacionales y de ocio.
La mayor parte de las casas campestres para estratos medio-altos
cercanas a Bogotá, están ubicadas en Chía, Cajicá, Tabio, Sopó, La Calera y
Guasca. Su valor oscila entre US$350.000 y US$1.000.000. Las inmobiliarias reportan
que han aumentado ampliamente las solicitudes de información respecto a estas
propiedades. Y que hay inversionistas pensando en desarrollar proyectos de
vivienda unifamiliar, no necesariamente campestre, con valores que iniciaría en
US$230.000.
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