Hace
un año el ministro de hacienda Alberto Carrasquilla, propuso gravar toda la canasta familiar con IVA, con
lo que mejorarían los ingresos fiscales, pero se le devolvería este impuesto a
los más pobres, calculando que podrían recibir, cada una de las familias, alrededor
de $51.000 mensuales. Y su propuesta se complementaba con bajarles a todos los
contribuyentes el impuesto del 19% al 17%.
Esa
propuesta resultó siendo el principio de la monumental caída de la popularidad
del presidente Duque, quien ahora, en el peor momento de su gobierno, vuelve a
insistir en la devolución del IVA al 20% de los pobres colombianos (quedarían
por fuera cerca del 9% de la totalidad de los pobres), pero sin que se afecten los precios de la canasta
familiar con este impuesto.
Duque
busca que la propuesta que ayer lo castigó tan duramente, ahora sea la que lo
ponga en sintonía con alrededor de 3,5 millones de familias que se
beneficiarían de una devolución mensual cercana a $60.000 por parte del Ministerio
de Hacienda, pues según los cálculos del gobierno, una familia pobre destina
cerca de $316.000 de sus ingresos a comprar productos que tienen IVA.
Lo
que el gobierno no ha explicado con claridad, es de dónde van a salir cerca de $3
billones anuales que cuesta esta devolución, y cuáles programas sociales se van
a ver afectados para financiar esta propuesta gubernamental. Como dicen los expertos
en economía “nada es gratis”. Para
devolver $3 billones, lo más seguro es que le recortarán esta cifra a muchos
programas sociales que benefician a esas 3,5 millones de familias atrapadas en
la pobreza. Aunque queda la alternativa, de no recortar nada, pero subir
drásticamente algunos impuestos o contribuciones a quienes no están en esa
bolsa de la pobrería.
De
otro lado, las piruetas del presidente Duque con el IVA pretenden, también,
tener tres días al año sin que se pague este impuesto, para que las familias
compren útiles escolares, algunas tecnologías, calzado, electrodomésticos y
confecciones, con el fin, dice el gobierno, que se liquiden las existencias de
los comerciantes y se dinamice la producción.
Esta
fórmula, que surge del sombrero de mago del Presidente, es una improvisación
mayúscula, que puso felices a los comerciantes y que debe, si se aprueba la ley
de financiamiento, poner en alerta a las ligas de consumidores, para que no ocurra
que se manipulen los precios con anterioridad, y los dueños de las mercancías se
apropien del IVA y terminen perdiendo las finanzas públicas y los compradores.
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