martes, 13 de enero de 2009

POR CULPA DE BUSH COLOMBIA NO TIENE TLC

Mr. Bush dijo estar defraudado por no haber firmado los TLC con Colombia, Panamá y Corea del Sur y asegura que la culpa la tiene la bancada demócrata en el Congreso de Estados Unidos. Pero esto no es cierto. El gran responsable del fracaso del TLC es el presidente Bush, quien permitió que su negociadora Regina Vargo le atravesase de manera reiterada todos los obstáculos posibles a las negociaciones entre los años 2004 y 2006. De manera persistente ella expresó que “sólo con un milagro se podrá cerrar la negociación” La actitud de la funcionaria americana, se dio precisamente en el momento en que los republicanos tenían la mayoría suficiente en el Congreso para que el Tratado se volviera una realidad. Esta es la verdad, así muchos no quieran recordarla.

La estrategia de negociación diseñada por la señora Vargo buscó siempre desquiciar a los negociadores de Colombia, Perú y Ecuador. Para ello, por ejemplo, en varias ocasiones el equipo norteamericano fue cambiado, lo cual le quitaba ritmo a las conversaciones y era necesario retomar el hilo desde el principio, tal como aconteció con David Spooner, que encabezaba las negociaciones sobre textiles y con Al Jonson de la mesa agrícola.

Los norteamericanos combinaron una actitud de desinterés con presiones económicas y políticas muy fuertes, lo que provocó ansiedad entre los negociadores colombianos, quienes se veían suplicantes. A esta misma situación llegaron empresarios y funcionarios del gobierno, quienes veían cómo se agotaba el tiempo de negociar el TLC ante la inminencia de que concluyera el ATPDEA, tema que Regina Vargo utilizó con maestría para arrinconar a la clase dirigente colombiana, que se especializó en cometer errores técnicos y políticos durante las negociaciones. Al final, lo que quedaba en la retina de la opinión era que Estados Unidos efectivamente mandaba y manipulaba y que el Tratado de Libre Comercio era un favor que ellos le estaban haciendo a tres economías empobrecidas.

Una de las pruebas fehacientes de que Vargo aplicó un plan de demolición lenta de la dignidad nacional colombiana, es que las negociaciones del TLC se habían pactado inicialmente a ocho rondas y al momento de ella renunciar a su cargo como jefe negociadora de EEUU se habían completado trece, en tanto de los 24 temas que se acordaron en la agenda de discusión, únicamente se cerraron 12.

Las negociaciones fueron difíciles. En cada reunión se presentaban problemas con la desgravación agrícola, los mecanismos de protección a través de subsidios, las medidas sanitarias y fitosanitarias, la propiedad intelectual en medicamentos y los conflictos económicos entre empresas norteamericanas y los gobiernos de la región. Mientras tanto, el presidente Bush se mostraba evasivo. Les decía a sus colegas andinos que no se preocuparan, que él buscaría un acuerdo comercial justo. Sin embargo, nunca descalificó a Regina Vargo y la dejó seguir adelante con su maniqueísmo.

Cuando se firmó el TLC entre los gobierno de Colombia y Estados Unidos, hubo algo así como una fiesta nacional. Sin embargo, los tiempos no daban para lograr la ratificación en el Congreso de Estados Unidos denominado por unas asustadas mayorías republicanas. Se veía venir el triunfo Demócrata, que le recordó a Bush que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, y que el tratamiento indigno y dilatorio que le dio la señora Vargo a las negociaciones con Colombia hizo fracasar una de las apuestas políticas que Bush no podía fallar y que puso a pensar a los países aliados sobre si es o no provechoso tener un socio tan manipulador.

Mientras el tema del TLC para Colombia sigue embolatado, Regina Vargo ingreso a la firma Greenberg Traurig, que representa los intereses de Panamá relacionados con el cabildeo a favor de su TLC. La exfuncionaria de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos fue la negociadora del tratado comercial con Panamá y demoró de manera injustificada su conclusión. Al retirarse del servicio público dejó en la novena ronda las negociaciones con Panamá y luego las recogió desde el otro lado de la barda como consultora privada, impulsando el Tratado para que fuera suscrito por el gobierno, pero que no ha sido aprobado por el Congreso.

Qué bueno es recordar la historia. Pero la de verdad.