domingo, 4 de mayo de 2008

LOS EFECTOS POLÍTICOS QUE SE DEBEN ESPERAR POR LA CRISIS ALIMENTARIA

La gente no se va a dejar morir de hambre por asegurarle combustible a los vehículos y presionarán a los gobiernos a reversar todas aquellas decisiones que pongan en riesgo su alimentación. La comunidad, ya se ha demostrado en varios países, se movilizará para exigir el abastecimiento de comida de manera permanente y llegarán a los levantamientos populares de ser necesario.

Países como México y Argentina, donde la esencia de su alimentación es el maíz y la soya, respectivamente, empiezan a notar cómo el abastecimiento de estos productos escasea y lo que se está ofertando ha aumentado significativamente de precio, lo que deja sin opciones de acceder a ellos a variados sectores de la sociedad, lo cual repercute en términos de eficiencia nutricional y calidad de vida.

En Brasil, donde ha sido bastante dinámico el sector agrícola, es latente la protesta de los campesinos que sienten que han sido marginados de las políticas de industrialización del campo para producir biomasa para etanol. Tal exclusión conduce a que se amplíe la pobrería rural, cuya única alternativa es buscar terrenos para la producción de alimentos y ellos los encuentran luego de deforestar. El resultado, es un daño drástico al medio ambiente y bajos niveles de productividad en una tierra inadecuada para la agricultura.

Lo que sí es claro es que las personas aceptarán incluso que se afecte sustancialmente el medio ambiente con la siembra homogénea de materia natural para el etanol, siempre que en su hogar exista el alimento básico para consumir. Frente a esto, los gobiernos tendrán que redoblar sus esfuerzos para garantizar no sólo que la comida sea suficiente sino que ella tenga un precio adecuado para que pueda ser adquirida por las familias, además de evitar que los recursos naturales se conviertan en un factor de reproducción de la pobreza.

Entre los países más susceptibles a la ocurrencia de una crisis alimentaria están los de África. Allí la calidad de la tierra no permite una buena producción de alimentos y su mercado no es atractivo para los inversionistas, lo cual conduce a que en esa región se presenten la mayoría de muertes por inanición del mundo, las cuales seguirán ocurriendo porque no existe ninguna variable que indique que la realidad va a cambiar. Pero las muertes no serán únicamente por hambre, sino también por efectos del conflicto que se pueda presentar entre y al interior de regiones, tal como está sucediendo en la república del Congo, donde “por primera vez en la historia, los hombres y las mujeres han empezado a luchar por alimento, energía y agua”, según dijo Okouebe[2]. La Comisión Económica de Naciones Unidas en África, reveló que en el desierto del Sahara se han presentado graves enfrentamientos entre tribus por el uso del agua y la comida.


[2] Basile Ikouebe, embajador permanente de la República del Congo en Naciones Unidas.